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Fitzcarraldo

Aventuras. Drama Brian Fitzgerald "Fitzcarraldo", un excéntrico y megalómano hombre de negocios obsesionado con la ópera, ha ido perdiendo su prestigio y su fortuna en absurdas empresas sin futuro. Su último proyecto consiste en construir un teatro de ópera en un poblado peruano a orillas del Amazonas; para conseguir el capital necesario para financiar tan magna empresa se dedica al comercio del caucho. Su extravagante plan exige sacar del río un gran ... [+]
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Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
25 de febrero de 2006
115 de 137 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realizar una crítica medianamente objetiva de Fitzcarraldo es para mí algo complejo. La película me emociona con la misma intensidad que me repele. Desde luego es distinta. La obsesión disparatada de un loco por la ópera de Caruso, que pretende hacer dinero con el negocio del caucho para construir el mejor teatro de Iquitos en plena selva amazónica es un argumento, cuando menos, de un enfermo mental. Si además de constatar ese dato colocamos a Kinski en el papel principal, la película que salga será para morirse. Y así fue.

Cuando alguién quiere arriesgar su patrimonio o su libertad por un sueño al uso, ésto es: una casa, una vida mejor, pan para su familia, etc..., uno lo entiende perfectamente. Ahora bien, si montas un cristo impresionante por la mera obsesión de una idea abstracta -ópera en la selva-, y además debes de subir un barco enorme por una montaña... pues te quedas perplejo sobre lo que estas viendo, sobre sus motivaciones y sobre la absurda belleza que contiene todo aquello. La perseverancia de un hombre por conseguir aquello que desea. Un film de y para locos.
Txarly
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10 de octubre de 2005
65 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Fitzcarraldo" forma con "Aguirre, la cólera de Dios" un díptico con muchas cosas en común en la filmografía del imaginativo y particular Werner Herzog:1) las dos están centradas muy marcadamente en 2 seres humanos oscurecidos, a la par que iluminados hasta la ceguera y la locura, por la consecución de un sueño, con más pinta de pesadilla; 2) ambas están interpretadas por Klaus Kinski; 3) las dos se desarrollan en la selva amazónica, un contexto, mezcla perfecta de aventura exterior e interior, de peligros e improvisadas situaciones.
Aquí el sueño/pesadilla es la construcción por un millonario irlandés arruinado, gran amante de la ópera, de un palacio de la Ópera en Iquitos, en el corazón de la selva amazónica, para que lo inaugure su adorado Enrico Caruso.
Secuencias como las de transportar caucho de la zona más inaccesible del Amazonas, cruzando el barco de río a río, ¡a través de una montaña!) son de lo más llamativo en una película tan singular como de infernal rodaje, con un Kinski insoportable, pero dónde el resultado, quién sabe si precisamente por esto, es muy sólido, dónde lo quimérico, la locura, la obsesión como único asidero vital, la megalomanía, se dan cita al convite preparado y condimentado por un cineasta francamente muy poco común en sus nada conservadores proyectos.
kafka
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1 de marzo de 2014
51 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para no repetir lo ya dicho, no escribiré sobre aspectos técnicos de esta impresionante película, pero sí me gustaría aportar una visión distinta sobre ella.

Todas las críticas que he leído se centran en la psicología del personaje principal, Fitzcarraldo, de quien se admira su tenacidad en busca de los sueños imposibles o se deplora su exceso demente. De acuerdo. Pero echo de menos, para complementar, una interpretación más social y menos centrada en el individuo.

En este sentido, creo que el tema principal (o uno de los temas principales) de la película se podría resumir con la famosa frase de Walter Benjamin: "No hay documento de cultura que no lo sea, al mismo tiempo, de barbarie". Y es que parece bastante claro cómo la obsesión por la alta cultura (en este caso la ópera), que puede parecer un fin loable, acaba siendo un documento de barbarie criminal. No olvidemos que los protagonistas, además de ignorar por completo la cultura local en su aspiración por la "alta cultura" (es decir, la europea), cometen actos atroces para financiar sus proyectos.

Es decir, para que Caruso venga a Iquitos (lo cual puede parecer, como digo, incluso loable a primera vista), y sea solo disfrutado por una minoría acomodada, los protagonistas no dudan en explotar a los nativos: desde las indígenas a las que la mujer prostituye para financiar el barco hasta el proyecto de extracción de caucho, que comienza por la compra ilegítima de tierras indígenas, y pretende igualar el "imperio" del rico del pueblo, con 8.500 personas en situación de semi-esclavitud.

Una plasmación, extrema pero clara, de cómo las grandes obras de la cultura occidental han necesitado la sangre de los explotados para nacer y tener ese aura de belleza divina que se les atribuye y gracias a la cual, además, se intenta justificar la desigualdad (por ejemplo en la escena donde el protagonista intenta impresionar a los nativos con la música de Caruso).
willyimagine
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22 de marzo de 2008
32 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es una oda a los románticos.

A todos aquellos que crean en algo imposible, a los soñadores y a todos los que atesoren algo dentro por el cual fuesen capaz de luchar contra lo imposible.

No niego que que Kinski sobreactue, pero un personaje así solo puede abordarse con la más alta exageración de los sentimientos..

Fitzcarraldo es un soñador y durante 2 horas Herzog nos hace creer (en una película que por momentos se funde en documental) que hasta la empresa más descabellada si se agita desde la personalidad más tenaz persistente e imaginativa se puede llevar a cabo...

Me encantó; disfruté un montón de la película, de kinski, de los indios, de caruso, de ver como se puede llevar a cabo de una manera tan solvente un rodaje en medio de la selva...

dejando a un lado todo pensamiento objetivo... mi puntuación es un 10!

Lástima que solo sea cine,
daramirez
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18 de marzo de 2014
28 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablar de la película de Herzog es hablar de la genuina personalidad del personaje protagonista, un europeo llegado a tierras selváticas que básicamente la lía allá donde va. De "Fitzcarraldo" se ha dicho casi todo ya, no sólo de lo que vemos en sus dos horas y media sino también de lo concerniente a la tensa relación entre Klaus Kinski y Werner Herzog. Por un lado la tenacidad de la empresa que pretende llevar a cabo un personaje que claramente hemos de situar en la demencia, con pizcas de romanticismo si se quiere, pero un personaje que vive obsesionado casi patéticamente con la ópera. Y por otro lado la también demencia del actor, alguien de personalidad irritante y cuyos deméritos de carácter le hicieron famoso. No haré de abogado del diablo, únicamente señalaré que el trabajo de realización debió ser toda una aventura, con la suficiente dosis de locura también, porque una cosa es querer hacer remontar un barco por una montaña en el guión y otra es hacerlo de verdad, sin recurrir a maquetas. Me extraña que al dejar ir el barco en cuestión por los rápidos no lo hicieron de verdad, con actores incluidos, ese acto de delirio supremo se alinearía con todo lo visto en la película.

Aparece en la primera parte la bella Cardinale, quien aseguró sorprendentemente que guarda de Kinski el recuerdo de una persona educada y correcta. Por lo visto, todos menos la italiana acabaron odiando al actor alemán, una relación tensa que tuvo consecuencias positivas para la película, hay momentos brillantes con unos primeros planos del loco rubio de gran intensidad. Sin embargo "Fitzcarraldo" no me ha acabado de transmitir toda la belleza supuesta de su historia, sí la de unos paisajes tremendos, pero la esencia de la película no ha acabado de conquistarme. Por un lado la obcecación insana del amigo Fitz y por otro lado unos indígenas enigmáticos que apenas sabemos qué piensan. No es una película aburrida pese a sus dos horas y media, es una de aventuras diferente que vale la pena en su justa medida. Si en lugar de obsesionado por la ópera Fitz lo estuviera por el rock la cosa hubiera sido distinta pero claro, estamos en la época que estamos.

Por lo menos aparece Claudia Cardinale, que no es poco... Lo dicho, cada loco con su tema...
Luisito
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