Santo contra los zombies

Leyenda e imagen icónica de su país, Rodolfo Guzmán Huerta, más conocido como Santo El enmascarado de plata, protagonizó 53 películas desde 1961 a 1982 y ayudó a asentar un género cinematográfico, el de los luchadores enmascarados, propio y único de México. Cuando lo dejó, también desaparecieron de los cines. Sus filmes, obviamente, no era la versión de "Tio Vania" ni "Los hermanos Karamazov". Lo suyo eran combates con seres propios del terror, las películas de espías y la ciencia ficción. Sufrieron sus puños momias, vampiros, alienígenas, mutados, monstruos, zombies, mad-doctors, conquistadores del mundo, delincuentes y alienígenas. Estos filmes, modestas producciones, llenas de fallos de continuidad, situaciones inexplicables y cientos de horas de combates en el ring, evolucionaron desde un aspecto naïf e inocente hacia un erotismo setentero de baja intensidad.

En este filme, del principio de su carrera- el tercero- es uno de los más celebrados. Guión tonto y simplón, que recuerda a aquellos seriales de los años 30 a 50 de los cines americanos- de la Republic y otras productoras- donde abundaban los Mad-Doctors enmascarados con trajes ridículos, como es el caso. Aquí tenemos unos masillas, vestidos a medio camino entre un peplum y un filme de Flash Gordon, con unos cinturones de los más molones. Mucha acción. Se inicia el filme con un combate real del Santo en un ring, grabado de manera documental. Y veremos muchos más, quizás demasiados. Los elementos de la ciencia-ficción bizarra de estos filmes tiene mucho de las películas de Corman, con aparatos ridículos, pantallas de televisión y arcos voltaicos.

Hay quién señala que es un filme adelantado a su tiempo. Santo es un sosías del Batman de Adam West, serie televisiva rodada 5 años después, ya que Santo está siempre conectado con la policía desde una especie de base de operaciones que nos recuerda a la caverna del murciélago y además, lleva capa y se desplaza en su coche personalizado. Quién sabe. Los comics fueron antes. También se adelanta el filme en usar zombies, algo obsoleto entonces y que renació a partir de 1968, aunque, realmente, estos no son los zombies caníbales setenteros, sino más bien gente sin voluntad que se mueven lentamente, como si bailasen a lo robot.

Veremos acoso policial, una mujer-policía, una señora que baila no se sabe qué y que diría que luce el mismo bigote que nos señores que tocan los bongos ... en un restaurant italiano. eso si que es cocina fusión. Y solo hay dos sospechosos para dos villanos... la verdad es que el guión no es muy esforzado. Y disfrutaremos de las sex-simbols mexicanas, que también las había.

No son filmes para cualquier paladar. Hay que ser degustador de la serie B y del bizarrismo fílmico. Si eres un seguidor acérrimo de Fassbinder o de Kiastorami, este no es tu filme. Y si te apasiona Saura, ni se te ocurra. Aunque ....es una pena que no te gusten. Tú te lo pierdes.

Una de las primeras películas de El Santo, y la verdad, bastante regulera.

Como parte buena, tenemos a los malos, unos delincuentes, asesinos y demás malhechores resucitados por el mad doctor de turno como zombies imparables (a estos les disparas en la cabeza y les da igual, son virtualmente invulnerables), con cierta inteligencia y totalmente bajo sus órdenes, los cuales los convierte e uno de los enemigos más formidables a los que se ha enfrentado El Santo... hasta que descubre su punto débil, claro.

Pero quitando eso, la trama deja bastante que desear, con un Santo que habla poco, que igual está investigando, que luchando en el ring, que usando una máquina que tiene en su cuartel general que le permite ver cualquier lugar (se colaron con eso), que de pronto aparece donde están los malos, que de nuevo está luchando en el ring sin venir a cuento... en fin, algo difuso todo.

La apruebo porque es de las primeras y tenían sus carencias.