Offspring

La escena del final, en que el niño mata a la niña caníbal me pareció bastante gratuita. ¿En que leches se suponen que piensan los policías que oyen gritos y no suben a la casa árbol a ayudar al niño con sus pistolas? ¡Claro! Dijeron: ¡Final apoteósico! ¡Niño contra niña! Demasiado barato...

Ya de por sí no me cuadra que ante tantas desapariciones y muertes que, según los créditos iniciales, se remontan como mínimo al siglo XIX, no se asignen al caso muchos más efectivos policiales, es más, los pocos que hay tienen que tirar de un policía jubilado que anteriormente había trabajado en el caso -con poco éxito, según parece-.

Tampoco me cuadra que campen a sus anchas estos trogloditas comenabos y que sus bebés coman pezones en vez de succionarlos.

Con escenas auténticamente de risa, como un grupo de policías en mitad del bosque en plena noche buscando con ridículas linternas y en ¡¡fila india!! a los trogloditas, hasta que se dan cuenta de su infructuosa labor y deciden que deben avisar a las familias de la zona del peligro al que se exponen ¡¡un día después del macabro múltiple asesinato!!

Pero eso no es todo amigos, las incongruencias se suceden a un ritmo vertiginoso.

El grupo de siete policías queda reducido, incomprensiblemente,a un trio compuesto por dos policías más el jubilado, que se dedican a ir de un lado a otro.

Finalmente recalan en otra vivienda en donde vuelven a aparecer más cadáveres ensangrentados y con evidentes signos de violencia. Y por supuesto, en vez de pedir refuerzos, vuelven a introducirse en el bosque buscando nosequé...y encontrando, a dos troglodicitas pequeñitos junto a su madre, que saliendo de unos arbustos -es lo lógico- los asesinan (aunque el jubilado, milagrosamente y gracias a su petaca, sale ileso).

Mientras tanto, los cavernícolas siguen a lo suyo, arrastrando a su cueva una a una a varias personas, que gritan, lloran, luchan y se desesperan ante la inútil acción de unos policías que no tienen culpa de nada, puesto que a pesar de estar a escasos metros de ellos, son incapaces de detectarlos gracias a la sutiliza de los cromañones, invisibles a pesar de su torpeza.

El caso es que todo es un auténtico caos, sobre todo en la cueva en donde los sapiens tienen a sus presas, más parece una fiesta que otra cosa, raptores y raptados, todos ellos en comunión, incluso el bebé.

Para fiesta final, la del jubilado y su "magnum 44", para echarse unas risas finales.