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Que pena tu boda

Comedia. Romance Javier es un publicista que disfruta de una relación estable con su anterior mejor amiga, Ángela. Su círculo de amigos está casándose a alta velocidad, pero a él no le gusta la idea de sentar la cabeza. Todo cambia cuando Ángela le informa de que está embarazada. Ahí, Javier toma la decisión de casarse, pero la cosa se complica cuando empieza a ser provocado por Lucía, la sensual hija de su jefe. Continuación de Qué pena tu vida. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
7 de octubre de 2011
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un poco hecha a la rápida, QPTB es una comedia romántica a ratos bien lograda, con diálogos entretenidos, pero que por momentos carece de verosimilitud.

Nicolás López, director de aciertos como "Promedio Rojo" y bodrios como "Santos", intenta generar un cuadro de mayor madurez, con historias más acotadas y con un protagonista un poco más seguro de sí mismo y una protagonista afable y querible que se pasa gran parte de la película llorando.

Todo esto, intenta generar un cuadro de tensión que nunca se logra del todo, pues, lamentablemente, todo el que vio el trailer sabe que el Happy End es inminente.

La fotografía, al igual que en "Que Pena tu Vida" es excelente, una gran postal del Santiago ABC1-C2, se reduce el product-placement (Salvo esos horrorosos buzos Adidas de los "padres" de Javier") y no hay alusiones que pudiesen interpretarse como discriminatorias (como a los niños con síndrome de down de QPTV).

Hay ratos de humor, lo que no significa que uno se pase toda la película a carcajadads. Lo triste es que a nivel de emociones es plana, sin llegar a conmover y eso, para una comedia romántica, debiera ser esencial.
Gustavo Orellana
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19 de julio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el medio de la saga, esta segunda parte de la penosa trilogía de Nicolás López queda al debe aunque tiene momentos donde su vigor en escena le resultan muy beneficiosos, incluso a nivel de las diferentes formas de lenguaje, sello universal de la serie.

La comedia romántica mezclada con tecnología busca -a diferencia de otros films nacionales- trascender más allá de las fronteras y en eso la transversalidad de las redes sociales es un plus. No obstante y aunque el espectador está absolutamente consciente de la trama más bien ligera, esta a veces exaspera por sus giros poco sutiles y horizontalidad.

Quizás es el punto más criticable dentro de esta secuela. Su falta de profundidad que se suma a uno de los fuertes de la primera película y que se extraña: su hilaridad. Incluso ese punto alabable en el debut tan ausente en esta pasada, aún forzado no provoca ni siquiera una mueca, menos aún emoción… y si bien la vida misma puede ser así, al plantear una comedia romántica moderna en la pantalla grande, se esperaría un poco más.

Tal vez en el extranjero no se distinga, pero la segmentación social tan ajena al entorno real del santiaguino también es una contra. Historias que alejan de la cotidianidad e identificación a parte del público objetivo. Nota aparte para el mercadeo sin máscaras que plantea una suerte de ‘vaca’ o ‘remate de espacios’ para poder financiar el cine chileno, una triste realidad.

Las actuaciones -algunas muy monótonas- no varían en demasía de la primera parte y vale la mención para Andrea Velazco, quien en este episodio está un peldaño por arriba. Digamos también que el guión en si mismo, no exige en demasía o permite explotar mejor cada uno de los personajes y los mantiene en esa mencionada horizontalidad que marca la cinta.

En resumen, un escalón necesario para llegar al momento final pero que lastimosamente se aborda más como un mero trámite, y para colmo cuando parece marcar distancia de otros grandes referentes clásicos, marcando así su diferenciación generacional… se nos cae directo a un lugar común.

Recomendación:
En deuda. Una película ligera, para fans pero de menor alcance que la anterior.
buyinski
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20 de octubre de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como ya es costumbre, las películas de Nicolás López no suelen pasar desapercibidas, tanto por la gran cantidad de seguidores de algunos de sus trabajos como también por quienes no simpatizan demasiado con su estilo, sus personajes y su forma de ver el cine, muchas veces alejado de lo que para muchos es parte esencial de una buena película: la estructura, la coherencia argumental o la identidad que el espectador pueda alcanzar con los personajes, entre tantos otros y universales tópicos. Sin embargo, estamos frente a uno de los trabajos más redondos de este director que, sin darnos cuenta, comienza a darle forma y fondo a un género jamás abordado en nuestro país, con un sello único y, lo más importante, de contenido transversal.

“Qué Pena tu Boda” es la secuela de “Qué Pena tu Vida”, cinta chilena más vista del 2010, en cuya primera somos testigos de la triste vida de Javier Fernández (Ariel Levy), cesante de 29 años quien también pierde a su novia y, con ello, el fin de su absoluta y mínima estabilidad. Lo único que le queda es Ángela (Andrea Velasco), su mejor amiga y quien le soporta absolutamente todo. En esta segunda parte, somos testigos de la nueva relación de Javier, nada menos que con su mejor amiga Ángela, quienes al ver que la juventud se les va, inician sus planes de matrimonio, motivados también por el embarazo de Ángela y la presión social que esto significa.

Sin duda, es la cinta que viene a coronar una ascendente filmografía de un director que comenzó siendo identificado por su desfachatez y la libertad de contar las historias que se le plazcan, por muy autobiográficas que estas sean (“Promedio Rojo”, “Santos”). Al igual que su predecesora, la cinta desarrolla un tema contingente y que retrata la realidad de muchas parejas: el momento de tomar decisiones. Los personajes hilarantes y, muchas veces, exacerbados, vuelven a estar presente en el desarrollo de toda la cinta, pero esta vez a disposición de un guion mucho más elaborado y que justifica la presencia de cada uno de los secundarios en la cinta, historia que sin profundizar demasiado en los diversos temas que intenta abordar, consigue mezclar grandes momentos dramáticos con aciertos humorísticos de la mano de grandes actores. En este punto es donde podemos rescatar cierta inexperiencia en el tránsito al que constantemente está sometido el espectador, haciéndolo pasar de un estado a otro, perdiéndose así el hilo argumental en varias ocasiones.

Andrea Velasco y Ariel Levy cumplen sin grandes pretensiones, la primera con toda la frescura y espontaneidad que tanto se extraña en el actual cine chileno, Levy algo débil y sin el carisma posible aún para cargar con todo el peso dramático de la cinta, mientras que la debutante y escultural Lorenza Izzo -quien interpreta a Lucía, la hija del jefe de Javier- sorprende en un papel poco exigente, pero a la altura de las circunstancias. Comentario aparte merecen dos maestros de la actuación y la comedia: Claudia Celedón y Ramón Llao, los que se repiten el plato, la primera como la madre de Javier, aprensiva y demasiado moderna para estos tiempos; y el segundo como su pareja y padrastro de Javier, el recordado carabinero de la primera parte. Destacar además, las tremendas actrices que son Paz Bascuñán e Ignacia Allamand, que con poco hacen extremadamente demasiado.

El amor, la infidelidad, los recuerdos, la homosexualidad y la (in)madurez, son algunos de los temas abordados hasta el límite con el mérito de no sobrepasarlo, lo que favorece a la universalidad del relato sin caer en odiosas irresponsabilidades y gratuitas ridiculizaciones, lo que siempre se agradece. En términos técnicos la cinta se supera con creces. Trabajos sutiles de edición y montaje al frente de una cámara que conoce su campo, regalándonos planos sobrios y alejados de cualquier crimen digital. Mención aparte además para una banda sonora escogida con pinzas, que combina composiciones a cargo del español Manu Riveiro y temas de bandas que van desde las chilenas Niñas con Frenillo, Los Pata ‘e Cumbia y la dulce voz de Deplasticoverde, hasta Yael Meyer y Elis Paprika, entre otras.

Una cinta entretenida, de diálogos inteligentes pero que no abandona el absurdo, sello de la marca López, que merece ser aplaudida más que por su calidad y su intención (cuestionada por muchos), por lo inventiva y la superación que significa para el director dar un gran paso dentro de la cinematografía nacional y, específicamente, en un género donde la sobreactuación, el morbo y el garabato fácil pretenden ser la única vía de arrancar carcajadas.

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elotrocine.cl
Wladimyr Valdivia
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22 de julio de 2013
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta segunda parte, se le sigue apostando a la disección de nuestras relaciones amorosas. Los personajes, tal vez, empiezan a verse golpeados por un guión que también flaquea pero que aún mantiene el aliento como para sacarnos sonrisas e identificaciones. Mejoran, por tener mayor espacio para hacerlo, los personajes interpretados por Ramón Llao y Nicolás Martínez. Sobre ellos se carga un tono picaresco especial, a cada uno según su manera.
Después de ver esta segunda parte, quedo a la espera de la tercera. Ojalá no baje, sino que suba el nivel, y logre consolidarse como una trilogía graciosa del amor a la chilena.
Valetamayo
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