La odisea de los pioneros

Después del esperpento de "New Worlds" (2014), me temía algo parecido con esta "Alone yet not alone", si es que las echaron seguida una detrás de otra, y de hecho comienza con el autobombo, de "América, tierra de libertad" y ataques a todo lo que no sea progre: franceses, ingleses, duques y reyes. Sin embargo, es solo una breve introducción que deja paso a una historia basada en hechos reales y sin modificarla demasiado. Nos encontramos con una familia alemana de inmigrantes en la colonia inglesa de Pensilvania de 1755, es decir en los límites del Imperio Británico y el Imperio Francés, a las puertas de la Guerra de los Siete Años (1756-1763). La cosa promete.

Dicho esto, la película es un evidente telefilm con aires de catequesis, que nunca se atreve a coger este relato por los cuernos, pese a la dureza que entraña. Es todo demasiado blando, sonriente y aséptico como para que nos llegue a impactar de veras. Por ejemplo, yo me fijaba en lo limpio y lustroso que tienen el pelo estas chicas pese a estar en mitad del campo. Aunque ya puestos con las frivolidades, este look femenino del siglo XVIII, con esas cofias blancas, es muy bonito. Con todo, la película acierta porque en el fondo ha sabido plasmar la esencia de unos tiempos heroicos en los que la guerra, la aventura u otros peligros casi formaban parte de la vida cotidiana.

Los hechos narrados tienen base histórica. Los espacios naturales de nueva Inglaterra son impactantes. El problema es que la producción tiene el mismo defecto que la mayoría de los telefimes. La realización no engancha. Es fría y sin alma. Los diálogos de los indios, hablando entre ellos con el idioma de los blancos entrecortado, son de chiste. El film sólo provoca bostezos y sirve muy bien como inductor de la siesta los domingos por la tarde.

Tentados hemos estado de titular esta reseña como "La odisea de la pastelería" o como "Pioneros de la mermelada", por la cantidad de azúcar y de miel gastada en la elaboración de esta cinta. Ambientada en la misma época que "El último mohicano", cuando las luchas entre franceses e ingleses que abren paso a la independencia de las primeras colonias, nada tiene que ver con la misma. Eso sí, nos advierten que está basada en hechos reales. Verdad será.
Se trata de unos colonos alemanes de rubios rizos, bondadosa bondad ... "¡Te quiero mamá!", que se instalan en las tierras que pertenecieron a los indios delaware ahora bajo la "protección" de unos británicos suficientes y de torpísima torpeza. Y ocurre lo que tiene que ocurrir, que los indios arrasan los pequeños ranchos raptando a mujeres y niños.
Después de diez años de aculturación, cuando ya empieza a haber algunos discretos ligues interraciales, ¡zas!, se escapan varios con la chica protagonista que ya es medio india pero añora su familia. Sale inmediatamente en su persecución el indio malo, su casi cuñado, que mata a su hermano durante la misma. Para que veamos que también entre los indios estaba Caín y Abel.
Ahora viene lo bueno, nos decimos nosotros recordando "Centauros del desierto", y los intransigentes colonos no querrán saber nada de estos desarrapados que visten y viven como auténticos indios. Nada de eso. Después de un buen baño y ropas limpias, vuelve el rubio resplandeciente a sus cabellos y se encuentran con su familia como si nunca la hubieran abandonado. Nuestro gozo en un pozo, nada que ver con el famoso síndrome de la obra fordiana. Aparte de esto, en lo sanitario destacamos alusiones a la peligrosidad de la viruela que diezmó las poblaciones indias y la extracción de alguna bala por parte del cirujano del fuerte.
Película no apta para diabéticos.