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Los cuentos de Hoffmann

Musical. Romance Hoffmann asiste a un ballet y se enamora de Stella, una de las bailarinas. En el entreacto se dirige a una taberna para una cita secreta con ella. En la misma le contará a tres estudiantes tres historias de sus amores pasados. Adaptación al cine de una popular ópera homónima. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
9 de abril de 2006
21 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Delirio Visual elevado a la máxima potencia,... tres cuentos nos son narrados con desigual fortuna, todos ellos cantados y bailados por intérpretes de altura.
Un festín que no puede pasar desapercibido para los amantes de la opera ni de las extravagancias, pese a sus defectos (que los tiene) contiene una serie de hallazgos que seguro han sido tomados por otros cineastas más actuales para homenajearla a su manera (a bote pronto me viene a la mente un número musical de "Chicago" y otro número en éste caso no musical en otra obra muy "particular" por no decir rara "Como ser John Malkovich")
Una pequeña delicatessen para paladares exquisitos y amantes de las rarezas varias.
lovekraft
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26 de abril de 2016
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una completa alucinación audiovisual. The Archers (Powell & Pressburger) logran introducir al espectador en el mismo viaje que esta teniendo Hoffman luego de ingerir grandes cantidades de alcohol y quizás alguna sustancia más en el bar.
Es verdaderamente un estimulante de los sentidos, la adaptación de la ópera resulta tan bien confeccionada que mi padre al término del primer acto estuvo a punto de aplaudir como si estuviese en el teatro. Sin dudas grandes musicales posteriores han sacado más de un "pique" de esta cinta con soberbios bailarines, buenos juegos de profundidades con los planos y hasta nada despreciables efectos especiales para la época.

Empieza bien arriba, aunque en el medio se estanca y hasta se vuelve densa. Por suerte repunta en el final.
Goliath
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16 de mayo de 2021
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
162/22(15/05/21) Este musical británico cumple ahora 70 años de su estreno (01/05/1951), producido, escrito y dirigido por la exitosa pareja Michael Powell y Emeric Pressburger (creadora de la mítica compañía The Archer) despierta en mi contradicciones, por un lado están mis gustos cinéfilos, la ópera musical no es de mis géneros favoritos, y más teniendo aguantar más de dos horas (he visto la versión alargada de 133 minutos), con un espectáculo donde el 100% de los diálogos son cantados, donde hay ballet clásico del que no soy seguidor (como por ejemplo tampoco lo soy de las sevillanas o flamenco): pero por otro lado entiendo sus valores artísticos, su belleza visual apoteósica, con escenarios imaginativos (nominados al Oscar), con efectos visuales bonitos, con una fotografía sensacional en como emite el colorido fulgente, jugando en cada segmento con cromatismos marcados para dar sensación episódico-dramática, e incluso las canciones podrían ser bonitas (me abstengo de juzgarlas por mi nulo valor en este sentido),tiene a un Robert Helpnmann con la voz doblada de Bruce Dargavel, como una especie de némesis cruce entre Nosferatu y el demonio fascinante en su rostro cadavérico, maquillado para potenciarlo (El maestro del terror George Romero, debería saberlo, dice Helpmann fue "el Drácula más grande que jamás haya existido"), tiene un estimulante mantra ómnibus sobre los amores imposibles. Pero mi impresión final ha sido de pesadumbre al hacérseme un trabajo stajanovista el tener que terminarla, un reto personal superado, sintiendo en algún momento del metraje que no llegaba su conclusión. Y es que en su alargadísimo metraje no he conectado en momento alguno con los personajes, no me he emocionado con ellos, arquetipos sin alma. Donde la belleza esteta tras un tercio del film ya me ha sido cansina, me he ido alejando de lo que veía, donde no ayudaba su carácter de set-pieces, de sub historias cosidas que solo hacían que remarcar la idea de la anterior sobre la búsqueda del amor perfecto, sintiéndome en un bucle con algunas variantes, que no podían ocultarme el tedio en que me sentí embarcado, siéndome una experiencia agotadora, al que quizás se me podría aplicar aquello de: “No se hizo la miel para la boca del asno’.

Es la adaptación de la homónima ópera de 1881 de Jacques Offenbach, basada a su vez en tres cuentos del prusiano ETA Hoffmann, siendo protagonizada Robert Rounseville (tenor estadounidense que solo hizo dos apariciones en cine, además de esta en 1956 “Carrusel”), con los secundarios Moira Shearer, Robert Helpmann y Léonide Massine, Pamela Brown, Ludmilla Tchérina, Ann Ayars, y Bruce Dargavel. La banda sonora grabada para la película dirigida por Sir Thomas Beecham; los cantantes principales, además de Rounseville y Ayars, fueron Dorothy Bond, Margherita Grandi, Monica Sinclair y Bruce Dargavel; toca la Royal Philharmonic Orchestra. El equipo de producción de la película incluye al director de fotografía Christopher Challis (“Las zapatillas rojas” o “Dos en la carretera”) y al diseñador de vestuario y producción Hein Heckroth (“Las zapatillas rojas” o “Cortina rasgada”), quien fue nominado a dos premios de la Academia de 1952 por su trabajo. Toda la ópera fue pregrabada para crear la banda sonora y la película fue editada al ritmo de la música. Siendo esta una cinta que alabaron cineastas de la talla de Martin Scorsese y George A.Romero, Powell y Pressburger se adelantaron a su tiempo y esta muestra online, en versiones meticulosamente restauradas, no hace sino confirmarlo.

Tuvo dos nominaciones al Oscar: Decoración del set de dirección de arte: Hein Heckbroth; Diseño de vestuario (color): Hein Heckbroth; Ambas labores perdieron ante las de la cinta que arrasó ese año con seis estatuillas, “Un americano en París”.

En el prólogo, Hoffmann (Robert Rounseville) está entre el público en una actuación de Stella (Moira Shearer), una primera bailarina, de "El ballet de la libélula encantada". Stella le envía a Hoffmann una nota pidiéndole que se reúna con ella después de la actuación, pero la nota es interceptada por su rival por el corazón de la bailarina, el concejal Lindorf (Robert Helpmann). Al no haber recibido su nota, Hoffmann va a la taberna en el intervalo, donde cuenta la historia de un payaso, Kleinzach (Frederick Ashton), y tres historias de sus amores pasados: Olympia (Moira Shearer), Giulietta (Ludmilla Tchérina) y Antonia (Moira Shearer), y se emborracha; En la primera historia, Olympia es una autómata creada por el científico Spalanzani (Léonide Massine, en lo que se puede ver como una grotesca caricaturización de un judío avaricioso) y el fabricante de espectáculos mágicos Coppelius (Robert Helpmann). Hoffmann se enamora de la muñeca, ignorante de su artificio; En la segunda historia, Hoffmann en Venecia se enamora de Giulietta, una cortesana, pero ella lo seduce para robar su reflejo para el mago Dapertutto (Robert Helpmann); En la tercera historia, Antonia es una soprano que sufre de una enfermedad incurable y no debe cantar, pero el malvado Dr. Miracle (Robert Helpmann) la hace cantar y ella muere, rompiendo los corazones de Hoffmann y su padre, Crespel.

‘Cada cuento marcado por un color primario que denota su tema. "The Tale of Olympia", ambientada en París, tiene contornos amarillos que resaltan la farsa y el tono del primer acto. "El cuento de Giulietta" es una representación infernal de Venecia, donde se utilizan colores oscuros, especialmente el rojo. El cuento final, ambientado en Grecia, utiliza diferentes tonos de azul, aludiendo a su triste naturaleza. El diseño de la escenografía se hace deliberadamente para que parezca artificial con los trajes estilizados de manera similar. La escena inicial del "Cuento de Giulietta" (donde Giulietta interpreta la "Barcarolle", el tema más famoso de la ópera) se escenifica en una góndola que se mueve a través de canales venecianos deliberadamente artificiales, aunque en realidad no parece moverse en el agua.’
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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23 de enero de 2023
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Somos millones en el mundo quienes gustamos de la ópera y en YouTube puede verse que algunas representaciones tienen cientos de miles de seguidores. De elitista, nada.
De todos modos, aquí lo máximo es el sentido escenográfico de Powell y Pressburger, demostrado en no pocas películas, como Narciso Negro, que les valió un Oscar.
Y todo en 1951, anticipando lo que, como se ha dicho aquí bien, lo que otros muchos después imitarían.
Además, la ocasión de ver a las grandísimas Moira Shearer y Ludmila Tcherina y al genial Leónida Massine.
La mayoría de los cantantes (menos Anne Ayars y Robert Rounseville) están doblados y es un acierto que se nos enseñe al final.
Aconsejo a quienes no han frecuentado las óperas que empiecen con algunas muy directas y fáciles de asimilar (aunque su música sea excelsa), como La Traviata de Verdi o Carmen, de Bizet. Poco a poco se le va tomando gusto y al final se disfrutará hasta con Wagner.
yoparam
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