La sombra de la guillotina

Nos encontramos ante un vigoroso argumento que el guión ha sido incapaz de encauzar adecuadamente y por eso la película resulta poco brillante y bastante convencional.
Toda la vehemencia y la energía del texto original de V. Wilkins se diluyen en una serie de peripecias que no hacen honor al interés intrínseco de la trama principal.
Incluso la interpretación de los protagonistas es poco convincente y en ocasiones también gazmoña.
Y además su estilo narrativo resulta algo tosco.

Pero en algunos momentos consigue atraer la atención del espectador debido a la fuerza del relato y a su carácter histórico.

Entretenida película de aventuras que nos muestra los desvelos
de una rica y joven inglesa y un opositor francés de salvar al hijo
de los reyes de Francia, de las garras de los revolucionarios franceses
ávidos de sangre real, que desean a toda costa torturar y matar a la pobre
criatura, que ha logrado evadirse en un globo a Inglaterra.

Instalado cómodamente en el palacio de la joven, las traiciones de su
servicio doméstico, por medio de un malvado periodista ( Finlay Currie )
llevarán a que el Delfin sea descubierto en su exilio.

Rodada en los colores típicos de los años cincuenta, recuerdan los
decorados y el vestuario a las producciones de terror de la Hammer.

De haber sido emitida en televisión hace años " Sesión de Tarde ",
hubiese sido su mejor ubicación

Una de "capa y espada" diferente, distinta. Pero igual que todas. Aventuras, amores, traiciones, y un trasfondo político.
Director más que interesante, que siempre será recordado por Aquella noche en Varsovia (1941) y la música que rodea toda la cinta. También he visto suyas: La defensa de Malta (1953), y Simba, la lucha contra el Mau-Mau (1955), ambas razonablemente interesantes.
La trama es ingeniosa, desde luego. Tiene su aquel plantear una hipótesis sobre la que alimenta la historia. La novela sobre la que se basa el guión es de Vaughan Wikins, un escritor y periodista inglés que escribió varias novelas de cierta relevancia.
El reparto lo encabezan el solícito Louis Jourdan, eficaz artesano capaz de papeles de lo más variopinto, y la bella Belinda Lee (de la que sólo recuerdo haber visto "Pasos en la niebla" [Arthur Lubín, 1955]).
La película se deja ver, tiene pulso y ritmo, de metraje contenido no abruma en su desarrollo y permite pasar un buen rato. La música no es muy intrusiva, aunque es cierto que está presente en toda la cinta. En definitiva, una película decente que entretiene y emociona, aunque no será recordada como una extraordinaria película. Se puede ver, sin más.

Basada en la novela homónima de Vaughan Wilkins, la historia nos presenta como a una rica propiedad americana del siglo XVIII pertenecientes a la bella Virginia Trail y a su tía paralítica llega un globo que trae a un niño noble en su interior, pero de identidad desconocida, tanto que es el mismísimo Luis XVII, que se ha salvado.

Virginia se constituye en la madre adoptiva a todas horas, desviviéndose por la salud, la seguridad y el cariño del niño. Belinda Lee hace un despliegue de su desmesurada belleza como nunca, con un vestuario entre Sissi y sureño, quien pronto se enamorará de Felipe de Beauvois (Louis Jourdan), quien querrá devolver al niño a la facción de los realistas, habiendo entregado al suyo propio como señuelo.

Las distintas facciones procedentes de la barbarie de la revolución, llegando a maltratar a un niño, quedan realmente bien expuestas en esta película de los años 50, impresionante.

Esta película si bien está rodada un tanto oscura y se hace con una historia que por momentos resulta tediosa y hasta repetitiva, tiene sin embargo el sello de contar con un reparto excelente. Louis Jourdan un tanto desmejorado aquí, aporta un tormento y un amor casi a medias, mientras que las coreografías, los villanos, los escenarios americanos tan bien ambientados y el excesivo metraje hacen de esta película una más que engrosará aquellas de la revolución francesa del mejor cine clásico.