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Go, Go Second Time Virgin

Drama Una adolescente es violada por una pandilla en la terraza de un edificio, mientras un chico tímido mira la escena en silencio. Al día siguiente, la chica le pide que la mate. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
3 de agosto de 2009
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
No está tan mal. Reconozco el prejuicio absoluto: película japonesa de connotaciones thriller-eróticas y no suficientemente conocida. Bueno, todo eso es, pero el resultado de mi votación es más de lo que pensaba. Es una película visualmente atractiva, usan acertadamente el B/N en contraste con el rojo de cierta sustancia de determinados momentos. La historia es truculenta: una joven todavía menor de edad es múlitplemente violada por una pandilla. Todo ello lo observa un chaval más o menos de su edad que se encuentra dentro pero al margen del grupo. Entre ambos, el chico tímido (un aspecto también truculento que le obsesiona de su pasado le hace ser como es, sobre todo en lo relativo al sexo) y la chica violada (pérdida de virginidad incluída) se establece una relación un tanto sui géneris en torno al sexo y la violencia.

Cine nipón de la nueva ola Nagisha Oshima post Ozu, Kurosawa o Mizoguchi, lo basa todo en la fuerza de unas imágenes y de unos diálogos minimalistas, escenas con bastante "carne" y reflexiones de una juventud japonesa que empezaba a emerger a finales de los 60. El tratamiento del sexo, los desnudos, dista bastante del empleado en el resto del mundo por aquella época. Es un punto a su favor que lo diferencia de tratamientos mojigatos inclusive de años posteriores por parte de cinematografías supuestamente avanzadas. No es porno, es más erotismo, pero tampoco es el Oshima de El imperio de los sentidos, y, si se me permite, hasta tiene un tono poético y todo que también le concede su punto.

Me ha sorprendido gratamente ver que una película que podría haber sido cutre y grosera por lo evidente de sus propuestas sea por el contrario una apuesta por un erotismo refinado y de buen gusto.
cassavetes
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21 de junio de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Junto con “Secrets Behind the Wall” (1965) y “Ecstasy of the Angels” (1972), “Go, Go Second Time” es uno de los films que de mayor manera describe el universo único y genial del subvalorado director de origen japonés Koji Wakamatsu.
Un director que tiene en su haber una filmografía que supera las 100 películas (en sus primeros 2 años de carrera ya llevaba 20 películas hechas) y el cual no ha abandonado su arduo labor a sus 73 años de edad.

"Go, Go Second Time Virgin" nos relata la historia de una chica que es violada por una pandilla en la terraza de un edificio, cuya escena es mirada por un tímido chico.
Al día siguiente, la chica le pide a este que la mate.

Wakamatsu hace de esta historia, de apariencia simple, poesía cinematográfica.
Y es en esto precisamente donde se reconocen a los grandes maestros del cine, desde "la nada misma” poder crear una historia donde confluye la perversión, el amor (enfermizo), lo trágico, la insensatez y todo esto narrado de una manera fría y ausente, lo que multiplica el impacto traumático de la acción misma, es sin dudas valorable.

Y muchos serán críticos asiduos de este tipo de cine, que tiene como característica crear polémica, pero una polémica que no cae en el peor de los males para una persona que le gusta el cine, el prejuicio. El prejuicio frente a algo distinto, a algo no comprensible a primera vista.
Y yo me pregunto, ¿no es hora de descubrir o tratar de recorrer otros caminos aparte del ya predecible cine hollywoodense?, ¿no es tiempo de abrir la cabeza frente a otras realidades que en vez de cerrarnos los ojos, nos lleven a otro universo paralelo, un universo que en vez de determinar nuestros sentimientos nos abra un espacio infinito donde poder dejar viajar a nuestro sentidos?.
Ya se que pueda sonar medio utópico, pero si el cine no se trata de la búsqueda de cosas nuevas, de la expresión de la magia, de lo ilusorio.
Entonces me vuelvo a preguntar: ¿qué es el cine?

EN MI CASO MI RESPUESTA SERÁ KOJI WAKAMATSU, UN DIRECTOR QUE EN “GO, GO SECOND TIME” NOS DICE: “ABRAN LOS OJOS, ESTO SE LLAMA HACER CINE”.
vinchenzo
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16 de noviembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine es cine en pantalla grande, por eso Netflix es otra cosa. Dejando de lado estas cuestiones, me gustaría poner en valor la sala de cine como espacio social donde personas de distinto tipo se unen en torno a un visionado específico. Estas experiencias pueden ir desde lo anodino, a lo solitario, a lo multitudinario; puedes ver Verano 1993 con Carla Simón (como en el Cineuropa 31), puedes ver La tortuga roja con críos y contagiarte de su modo de ver o la última de Star Wars en un estreno, con las salas llenas de personas y palomitas. En este caso: yo asistí a un visionado, a altas horas del día, de Go, go second time virgin de Koji Wakamatsu, como parte de una retrospectiva de Cineuropa 32 (que este año versa sobre la “censura”). La sinopsis es fácil: un grupo de hombres violan a una mujer y otro hombre lo ve y no hace nada por impedirlo. En el transcurso de la cinta, la mujer y ese voyeur se relacionarán de distintas formas, hasta un punto en que la mujer le pide al hombre que la mate. Este tema es de una actualidad pasmosa: no es una narración del pasado sino que conecta directamente con nuestro tiempo al interpelar con un problema social y moral de lo contemporáneo y de siempre (la violencia en clave de género; el abuso del sexo físicamente más fuerte). Sucedió algo curioso: en la parte de atrás, antes de empezar la cinta, un grupo de jóvenes hace bromas progres barajando terminología como “cisgénero”, etcétera. Varios grupos de señores en torno a los cuarenta y cincuenta años llegan a la sala y en la película, se ríen con las escenas de violación o ciertas situaciones incómodas hasta el punto en que la única mujer de la sala (creo) se gira con indignación como diciendo: “¿crees que deberías reírte de esto?”. Imaginaos las cosas que pueden ocurrir en una sala de cine.

La sala de cine, en este caso, como metáfora de espectadores de la cinta funciona bien pues diverso tipo de personas (que por supuesto tiene algo en común: querer ver una película del 69 de un cineasta muy poco conocido) se unen en torno a algo que podría ser poco interesante, pero que en este caso no lo es. Es la primera película que veo de Koji Wakamatsu y por tanto lanzarme a la interpretación es difícil; sin embargo, según el tipo de vista, esta película se podría interpretar como:

1)una banalización de la violación y la violencia de género
2)un espectáculo kitsch enfermizo: el director está loco
3)una película donde, simplemente, unos hombres violan a una mujer
4)una crítica a distintos temas (sociedad japonesa contemporánea, abusos, etc)

Casi todo en el cine es retórica. Por eso esos hombres se reían: quizás no eran conscientes de que en la cinta se estaba tratando algo que no es baladí, y quizás por eso la chica, a quien más afecta el tema, se giró. Wakamatsu juega con la incertidumbre del espectador porque en ningún momento critica lo que estamos viendo en pantalla, sólo pone la cámara; porque el protagonista principal tiene una actitud avergonzante ante las violaciones y no sólo no se critica sino que la chica tampoco lo toma en cuenta, antes de querer relacionarse o mantener relaciones sexuales con él. Puede parecer, efectivamente, que se está banalizando lo que vemos en pantalla: esto puede ser bien por el punto de vista cinematográfico, bien porque en los sesenta aún no había una conciencia tan fuerte de este tipo. Es por eso mismo que el cine y el arte, con las connotaciones que le aporta el paso del tiempo, puede crecer en complejidad o en significados: esta película es más actual hoy que en 1969 y es más impactante hoy que entonces. No se estrenaría actualmente en muchas salas, en muchos países y recibiría, en caso de alcanzar la popularidad, críticas que a saber: sería interesante.

Desde mi punto de vista Koji Wakamaksu intenta representar con esta película un paso a una cuarta dimensión donde categorías humanas como la ética o la razón o bien no funcionan o bien no existen. Esta conclusión se extrae a través de su mirada: sin ápice de crítica a un mundo enfermizo y primitivo, donde incluso los personajes no reaccionan de manera “lógica”, en caso de que existieren esas categorías de las que hablo (lo que está bien, lo que está mal; lo que es o no condenable o la capacidad de razonar). Es una representación del hombre primitivo, dejado llevar totalmente por sus pulsiones sexuales hasta la muerte. Digamos, una representación hasta las últimas consecuencias del Eros y Tánatos. Una violación tiene todo que ver con lo sexual, y en muchos casos tiene mucho que ver con la muerte. Ese primitivismo desatado quizás es una crítica a la sociedad de los sesenta, quizás una crítica a la tan citada por aquel entonces “condición humana”. Recordemos que los cambios en la sociedad japonesa entre la Segunda Guerra Mundial y la ocupación estadounidense y los años posteriores son bruscos y brutales. Yasujiro Ozu en Cuentos de Tokio, del 53, da su punto de vista de esa ruptura; Wakamaksu ya es hijo de otro tiempo. Sólo hace falta comparar el cine japonés de los cuarenta y de los cincuenta con lo que vendría en los sesenta y en los setenta, que es precisamente donde se enmarca esta cinta, rodada con apenas presupuesto (prácticamente un único escenario) y que juega con el espectador a términos formales (destacar aquí también esos virajes de la fotografía del B/N al color), morales y humanos.
Rdosdedos
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13 de diciembre de 2009
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida en general, y al durar poco más de una hora no aburre, pero la verdad es que tampoco me dice nada. La mayoría de las secuencias no parecen más que una excusa para enseñar tetas, aunque sí hay alguna que otra que no carece de interés. Esto nos lleva a que el guión, en general mediocre, tiene algunos momentos buenos. Lo mejor es el personaje del chico, con su traumático pasado.
Battosai
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