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Pacto tenebroso

Cine negro. Intriga. Thriller Después de acostarse en su dormitorio, Alison (Claudette Colbert) se despierta sobresaltada a bordo de un tren al que no recuerda haber subido. El tren se dirige de Nueva York a Boston. El médico que la atiende sospecha que ha tenido una pesadilla, pero Alison no recuerda nada y no sabe por qué tiene una pistola en su bolso. Cuando llega a Boston, llama a su marido Richard (Don Ameche), y éste le dice que ha informado a la policía de su desaparición. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
6 de diciembre de 2007
43 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje número 12 de Sirk. Escrito por St. Claire Mckelway y Leo Rosten, se basa en la novela "Sleep, My Love" (1948), de Leo Rosten. Se rueda en estudio, salvo algunas tomas en escenarios naturales (estación central de Boston), con un presupuesto ajustado. Producido por Ralph Cohn, Mary Pickford y su marido Charles R. Rogers, se estrena el 18-II-1948 (EEUU).

La acción tiene lugar en NYC, Boston y el trayecto entre las dos ciudades, en 1947, durante unas pocas semanas. Tras acostarse en su dormitorio, Alison Courtland (Claudette Colbert) despierta sobresaltada en una litera del tren rápido de NY a Boston. Richard (Don Ameche), su marido, ha denunciado su desaparición a la policía. En el viaje de regreso a NYC en avión conoce a Bruce Elcott (Robert Cummings). Ella es sincera, aunque de moral algo ambigua. Richard es individualista, codicioso e hipócrita.

La película es un thriller psicológico que suma elementos de cine negro, misterio, suspense y melodrama. Con la ayuda de una excelente fotografía, una buena dirección artística y una cuidada iluminación, el realizador consigue crear una atmósfera opresiva y asfixiante, bien construida por lo que respecta a la mansión en la que reside en matrimonio. Dota a la cinta de una atractiva visualidad general, que alcanza niveles notables con la ayuda de una estética expresionista (proyecciones de sombras, perfiles a contraluz, juego de espejos, angulaciones inquietantes). La decoración de la casa es abigarrada, recargada y anacrónica en relación con el estilo de la época. De ese modo, a través de un componente visual aparentemente neutro, el realizador introduce un factor de tensión que suscita sentimientos de incomodidad y temor. El juego escénico en el interior de la mansión es espectacular. Algunos personajes (fotógrafo, Daphne, mayordomo) tienen componentes caricaturescos. La interpretación de Colbert, mimada por Sirk, sobresale por encima de las demás, posiblemente algo descuidadas por Sirk. Pese a aciertos y destellos de buen cine, el film es un título aseado y discreto de un Sirk que alcanza el cénit de su carrera unos años más tarde (década de los 50). Forma con "Luz que agoniza" (G. Cukor, 1944) y "Crack Up" (Irving Reis, 1946) un trío de films con planteamientos similares y coincidencias argumentales. Es curiosa la inserción de la escena de la boda, que aporta exotismo, pero queda desligada del conjunto. Es notable la escena inicial que crea la ilusión óptica de un choque frontal de dos trenes.

La música acompaña la acción con composiciones descriptivas y dramáticas. La rotundidad de la partitura contrasta con el lirismo de las melodías chinas de la boda. La fotografía, de Joseph A. Valentine ("Sabotaje", Hitchcock, 1942), ofrece imágenes de buena composición, contrastes vibrantes y una grata riqueza de matices.
Miquel
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9 de febrero de 2013
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apreciable película de Douglas Sirk, realizada justo antes de iniciar su período más brillante como realizador, que tendría lugar a lo largo de la siguiente década, de la mano de excelentes melodramas.

En este caso aborda una historia de intriga que mezcla elementos psicológicos y puramente negros, y que a pesar de su buena realización resulta algo penalizada por la brillantez de sus películas inspiradoras, concretamente "Sospecha" de Hitchcock (hay una secuencia que claramente la homenajea), y "Gaslight" (ya sea en la primera versión de Dickinson o en la posterior de Cukor). Ambas centraban su argumento en el marco del matrimonio, explotando al tiempo la ambigüedad de los personajes (de sus acciones) y cierta tendencia a "encerrar" la narración en el intencionadamente angustioso espacio del hogar conyugal (frecuentemente una gran casa en la que la escalera suele tener gran protagonismo). Tales rasgos se repiten aquí, y Sirk demuestra manejarse muy bien en ellos, consiguiendo sugerir acertadas dosis de inquietud, especialmente en la primera mitad del filme; sin embargo, ciertas decisiones de guión a las que me referiré en spoiler acaban pronto con el suspense, haciendo que el resto de la película resulte excesivamente previsible.

Pese a ello, hay algún aspecto en el que la película de Sirk apunta un camino distinto del ya propuesto en los títulos anteriormente mencionados, y es la inclusión de un personaje característico del género negro, com es la mujer fatal, aquí encarnada por una habitual en tales lides, la espectacular Hazel Brooks, cuyas escasas apariciones resultan muy acertadas, tanto por su belleza como por la turbación que producen su ambición ("lo quiero todo, y lo quiero ahora mismo, esta noche") y su falta de escrúpulos. Su escaso protagonismo es una lástima, pues lastra el interés de la segunda parte de la película, perdiendo así la ocasión de alcanzar un mejor resultado (el cuál sí logrará David Miller en "Miedo Súbito", empleando con tal fin a la extraordinaria Gloria Grahame, en un argumento por lo demás muy similar al del presente filme).

Con unas interpretaciones correctas, pero que no llegan a ser en ningún caso fabulosas -al menos esa es mi impresión-, la película se disfruta formalmente por la adecuada fotografía y la inteligente puesta en escena, con la que Sirk consigue sugerir angustia e inquietud, recurriendo a efectos lumínicos confusos (destellos, sombras, reflejos...) y a tortuosos puntos de vista muy bien estudiados, que explotan las posibilidades del rodaje en el interior de la casa. Como secuencias más reseñables destacaría, aparte de la inicial en el tren, una en la que Daphne está sentada en un taburete alto, imponiendo su presencia a su amante, que aparece claramente subordinado a ella, quedando claro el poder que ejerce sobre él.
Acaba en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Quatermain80
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20 de diciembre de 2009
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los ingredientes del cine negro se encuentran, en esta película de Douglas Sirk, bien condimentados en su primera parte. El misterio, las dudas, los actores (que tal vez desconocían una parte del guión), la locura sobrevolando la acción....De pronto, sobre la media hora, todo el suspense desaparece y el desenlace se ve surgir entre la niebla que se vuelve transparente.
La película sigue desarrollándose de manera muy profesional pero ya ha perdido la sal y la pimienta de la sorpresa o del descubrimiento.

Es interesante de todas formas retomar el cine clásico y acunarse en sus vaivenes de calidad, recuerdo, ñoñería (en algunos casos) y planteamientos sublimes y decimonónicos. Todo en el mismo menú.
Sinhué
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1 de enero de 2017
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy estimable cinta de suspense del maestro Sirk deudora de Hitchcock, sobre todo de sospecha. Una bella millonaria (impagable Claudette Colbert en uno de los papeles de su vida) es empujada a la locura por su marido, pero un joven enamorado de ella lo descubre y la salva. Pese a que el último tramo es algo previsible, el conjunto resulta bien ensamblado, dirigido con buena mano, sobresaliendo la puesta en escena, fotografía e interpretaciones. Un gran film de la época dorada del cine de Hollywood, lo que es decir del cine universal.
capote
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15 de junio de 2018
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la historia del cine mundial, constituyen un capítulo ineludible los grandes melodramas realizados por Douglas Sirk en los años 50 para la Universal. Este prodigioso ramillete de películas no debe llevarnos a olvidar su copiosa producción anterior, constituida por películas, en buena parte alimenticias, pero rodadas siempre con elegancia y sentido de la composición, un gran uso de la luz y un buen gusto general, muy atractivo.

Uno podría recordar con afecto películas como “Thunder on the hill” (1951, Tempestad en la cumbre) con una Claudette Colbert en el inusual papel de monja o esta que nos ocupa, algo más prosaica, thriller de suspense psicológico al estilo “luz de gas” para el lucimiento, de nuevo, de Mrs. Colbert, con la estimable compañía de Don Ameche como malvado marido y el irrelevante Irving Cummings como admirador y héroe.

Algo previsible, aunque con algunos detalles mayores, en especial gracias a la conseguida atmosfera de la casa y a la cuidadísima iluminación, a ratos expresionista y, sobre todo, con el buen hacer tras la cámara del gran Sirk.
Gould
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