Sergio, el Idiota

Guerras que provocan. Escudo de cinismo en salones aristócratas. Simpleza a la deriva. Recompensas que saben a poco y huelen a distancia.

Rebeldes de atrezzo y una amarga distancia que solo ofrece críticas vagas. Christensen elabora su obra sin prestar atención a las motivaciones del contexto. Episodios de rencor/perdón sesgados. Se limita a mostrar las falsedades y oportunismos de las clases sociales sin sermones reivindicativos.

Correcta, sin alardes técnicos. Cine callado.

Una presunta campesina pide a un hombre de aspecto algo tardo que la ayude a cruzar los bosques para llegar a una localidad rusa prometiéndole en cambio la recompensa de índole económica. Además le garantiza que serán siempre amigos. Logrado el objetivo, la mujer, una condesa disfrazada, se casa con un oficial despertando los celos del campesino, que le reclama lo prometido. Todo ésto ocurre en el marco del inminente levantamiento de las masas plebeyas en la Rusia imperial en descomposición. Sobre estos pilares se levanta el film, con una dosis importante de intriga, donde se cruzarán los intereses contrapuestos de personas de diferente extracción social pero donde razones afectivas incidirán más allá de las cuestiones de clase. Filmada con acento expresionista por la proximidad geográfica e histórica con Alemania, la película se deja ver aceptablemente, a lo que se suma el aporte de agradables actuaciones.