El asalto de los hombres pájaro

Por una vez, el título en España de la película extranjera de turno es más sugerente que su título original. "El asalto de los hombres pájaro" es un film muy de los años 70, que, visto desde hoy, destaca mucho por la increíble espectacularidad y el riesgo de muchas de sus escenas de acción. De hecho, las circunstancias en las que se hizo esta película fueron tan azarosas y peligrosas como las de la ficción del film: durante el rodaje murió un electricista griego, y el productor, Terry Morse,Jr., fue arrestado por las autoridades griegas.

La película empieza como un film sobre terrorismo -por cierto, me gusta mucho toda la secuencia que cuenta el asalto de los terroristas de extrema izquierda a la lujosa casa del personaje de Robert Culp-, sigue luego dentro de los esquemas del cine policíaco, y después, sin embargo, la historia deriva en la aventura espectacular dentro del espectacular escenario natural de la región de Meteora, en Grecia.

Lo que menos me cuadra de la historia es que el personaje de James Coburn aprenda a volar en ala delta tan rápido y tan bien como para volar por la noche entre unos riscos impresionantes sin matarse; pero bueno, salvando eso, Coburn está perfecto en un papel que parece hecho a su medida.

Al parecer, las autoridades griegas no quedaron muy contentas con el film, porque entendieron que éste no dejaba en muy buen lugar a la policía griega.

Sin duda, sería muy interesante poder ver un "así se hizo" o un documental que tratara del rodaje en Grecia de esta película...

Salvamento vistoso y espectacular de los rehenes retenidos. Película entretenida, de investigación y acción. Notables interpretaciones y banda sonora estupenda de Lalo Schifrin. Es una cinta recomendable. Por ota parte, hay que asumir que es un film de 1976 y entonces no se tenían los medios cinetmatográficos, que se tienen hoy en día.

No nos equivoquemos, esta no es una buena película, pero sí es tremendamente entretenida.

La estética setentera está presente por todas partes:
en su vestuario, pantalones de campana a tope, su música (compuesta por el gran Lalo Schifrin y muy parecida a la que él mismo compuso ese mismo año para "Ha llegado el águila") y por supuesto la abundancia de violencia.

El argumento es muy interesante, a lo que ayudan mucho las localizaciones griegas, sobre todo la espectacularidad de Meteora.

James Coburn está perfecto en un papel hecho a su medida;
Charles Aznavour y Robert Culp nunca fueron buenos actores y aquí están bastante limitados, en el caso del segundo en todas las películas que le he visto siempre tiene el mismo gesto en la cara.

Sin duda una película para disfrutar un par de horas sin comerse mucho la cabeza

Cuenta con una historia que se explicaría en un momento, no es más que otra de secuestros. En esta ocasión la motivación de los secuestradores tiene que ver con la contraposición ideológica de lo que representan los secuestrados, aunque ese filón no se aprovecha porque la película va por otro camino. No es cine político, ciertamente da igual que los malos sean de tendencia izquierdista radical, lo importante son otras cosas. Si se salva es precisamente por eso, porque va a lo que interesa, a la acción, al espectáculo, y acaba sucediendo lo mismo que en las películas de ciencia ficción: lo que hay que hacer es intentar pasar por alto muchas incongruencias que se van presentando en cada esquina por el bien de la misma película.

Digo incongruencias, digo desaciertos, ausencia total de lógica, una cosa detrás de otra, y sin embargo la película se salva porque es única y porque ofrece unas imágenes filmadas a altura que son una gozada. La acción y los disparos cuando son porque sí es difícil que acaben convenciendo a la mayoría, pero es que estos tíos van por el aire, van en planeador, sin motor... Y eso es algo único, no se ha hecho antes nunca y sólo por ello ya merece todos mis elogios.

No nos vayamos de la olla, Coburn no hace el papel de su vida, los diálogos son una risa y las motivaciones de unos y otros son ridículas. De un momento a otro las cosas cambian tanto como la necesidad de volar con luna llena y de repente huir a plena luz del día, meterse en un bosque y saltar por un acantilado pegando tiros. Bueno va, eso precisamente sí mola, la acción, la singularidad de los aeroplanos y el entretenimiento especial que ofrece.