Chemical Wedding

Exactamente esa palabra describe esta película que es una completa PANTOMIMA

Es una payasada, un rollo sobre un tío malo que se muere y alguien más malo aún se reencarna en su cuerpo y se pone liarla parda por la vida, meandose en mitad de una conferencia, masturbando a gente, afeitando vaginas, dejando cacas encima de su escritorio, obesionandose por las pelirrojas... una serie de acontecimientos menos creible que "Lesbian Vampire Killers", otra del FanCine, pero esa al menos no intenta ser creible, lo más triste es que esta sí. Y por no hablar del rollo de la máquina esa, que peor no lo podrían haber explicado y queda como una auténtica chorrada.

No le pongo un uno, porque la música está bien y la película por breves momentos me parecía interesante, pero esos momentos tardaban poco en ser eclipsados por pamplinas.

Tras casi media hora de farragosos galimatías, sobre el tal Aleister Crowley maldiciendo al tipo que le quito el peluco mientras palmaba de un infarto, maldiciones egipcias, física cuántica y otras tonterías por el estilo, lo único que tenemos en claro es que a raíz de un experimento (no merece la pena ni plantearse a cuento de que viene el experimento), un profesor que antes era tartamudo tímido y contrahecho, se ha convertido para pasmo de sus alumnos y compañeros de logia masónica, en todo un lenguaraz, gamberro, libidinoso y desaprensivo sujeto (una especie de Mr. Hyde), comportamiento que al parecer ha sido provocado porque el espíritu de Aleister Crowley se ha adueñado de él (como sabiamente deducimos al ver que saca a relucir el robo del reloj del que fue objeto al morir en 1947).
A partir de aquí, tenemos al poseído de marras haciendo y diciendo tonterías, tarea el al que se aplican todos y cada uno de los personajes de este castañazo, actos que seguramente los perpetradores de este engendro han creído muy divertidos y transgresores (orgias, lluvias doradas, masturbaciones rituales mientras es flagelado, desnudos a tutiplén, etc., etc), pero que dan como resultado un aburrido, farragoso, risible y pretencioso bodrio, al que quizá alguno que este mas puesto que yo (cero al cociente), en la vida del tal Crowley o de el mecanismo de los ritos satánicos le encuentre el punto

La película vale bien poco. Yo me he animado a verla por firmar Bruce Dickinson (vocalista de Iron Maiden y catedrático de Historia inglesa en Inglaterra, entre otros oficios) el guión, junto al director de la cinta. Entonces, ¿por qué el aprobado? Pues porque aún siendo mala, no me ha aburrido, he aprendido algo de historia (he tenido que indagar por mi cuenta, también) y Aleister Crowley, tan nombrado por tantos rockeros, y porque me ha hecho gracia alguna de las gamberradas que se le han ocurrido al bueno de Bruce, que además aparece al principio de la película, por lo que ya no estás pendiente de su aparición durante el resto.
En ocasiones roza el "sinsentido", el mal gusto y hasta me ha costado coger el hilo al principio, pero no se me ha hecho pesada.
Si no fuera por la firma de Dickinson, a lo mejor no le daba tanta nota; pero es que sin su firma ni me hubiera parado a verla.

No desperdicien la hora y media larga que dura esta cosa. Hagan algo provechoso.
Yo me enfrenté a ella por curiosidad, ya que hace poco acabé una biografía de la vida de Aleister Crowley, y se añadía el atractivo de que Bruce Dickinson, vocalista de Iron Maiden anda tras el guión y aporta la banda sonora además de hacer un pequeño cameo al inicio del film.
La película es un tostonazo inaguantable de principio a fin. Los datos que aporta sobre la figura de Crowley son ínfimos, trasladando la atención a una máquina ochentosa y a personajes sin carisma, que pasan por la pantalla sin pena ni gloria. Los diálogos se van desinflando conforme la peli avanza, convirtiendo el conjunto en una masa sofocante, pesada, aburrida.
Si quieren escuchar a Dickinson pónganse sus discos. Tienen para elegir.
No tiren su tiempo a la basura como hice yo. Pondrán a prueba su paciencia y el reto se convertirá en averiguar quién podrá más: su fuerza de voluntad de aguantar hasta los créditos o su deseo irrefrenable de que acabe la tortura. Desafortunadamente poseo una estúpida fuerza de voluntad.