Ocaña, retrato intermitente

La producción de documentales que el cine español realizó durante los años de la llamada Transición a la democracia es muy interesante y de gran calidad, si bien no todos ellos son bien conocidos y/o reconocidos como se merecen. Uno de los hitos de este auge del cine documental español de la Transición es sin duda este film, la ópera prima de Ventura Pons, que destaca por su arrolladora y estremecedora sinceridad, tanto la del retrato que elabora el documental, como la del propio Ocaña, homosexual declarado, provocador, travesti, pintor de brocha gorda y de brocha fina, actor, y un hombre que reivindicaba el folclore andaluz desde una peculiar perspectiva transgresora, entre fetichista y nostálgica, desde una sensibilidad más o menos "camp".

El documental gira en torno a este hombre, sacándole todo el partido posible, y también le sitúa con destreza en un determinado ambiente y en un contexto determinado, sin apurar todas las posibilidades o todas las implicaciones, pues no se ahonda en la tradición barcelonesa del travestismo y del espectáculo erótico, sí muy bien representada, de manera coetánea, en otro largometraje sobre la transgresión, "Cambio de sexo" (1977), dirigido por Vicente Aranda. En cualquier caso, como en el film citado de Aranda, se juega a la metáfora: la transgresión sexual y cultural de Ocaña tiene su perfecto caldo de cultivo en una sociedad que, al menos en parte, busca la ruptura política e ideológica con el pasado reciente, y también, de algún modo, un ajuste de cuentas. Y, por supuesto, se invierten los términos: el marginal (Ocaña) se convierte, en este film, en el protagonista, dando voz a un mundo que hasta entonces no tenía voz.

Excelente debut de Ventura Pons, el cual no dudó en debutar a través de este personaje, José Pérez Ocaña.

Dos genios como Pons y Ocaña se pueden disfrutar a la vez en esta magnífica película, una visión que en ocasiones provoca la nostalgia de aquella agitada Barcelona y a la vez llena de vida y asomos de libertad, simplemente genial.

Inteligente y entretenido reportaje sobre la obra del tal Ocaña, uno de esos artistas malditos, que además tienen un pico de oro a la hora de contarnos sus tormentos y desventuras. Este tío, el Ocaña (al que confieso haber conocido al ver la cinta, no antes) se nota que es un talentazo con alma de clown, y resulta curiosamente atrayente escuchar sus imprevisibles vayvenes mentales.
El documental en sí, está realizado con imaginación, muy acorde con su época, muy español, con buen gusto a pesar de cierta... pornografía subyacente.