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El olvido que seremos

Drama Narra de manera íntima la historia de un hombre bueno, el médico colombiano Héctor Abad Gómez, carismático líder social y hombre de familia, un destacado médico y activista por los derechos humanos en el Medellín polarizado y violento de los años 70. La trama relata la vida del doctor y padre de familia, preocupado tanto por sus hijos como por los niños de clases menos favorecidas. En su casa se respiraba la vitalidad y la creatividad ... [+]
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Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
9 de mayo de 2021
42 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de Fernando Trueba sigue la novela de Héctor Abad Faciolince, de título homónimo. El film es básicamente un tratado sobre el recuerdo construido desde las emociones, una memoria sentimental cargada de añoranza y afectos. Una semblanza sobre el Dr. Abad, el padre del novelista, el médico activista social y político en el Medellín de los años setenta y asesinado por sicarios en 1987.

El padre del novelista Héctor Abad, un hombre humano, el médico Héctor Abad Gómez, carismático líder social y hombre de familia que empeñó su vida en ayudar a los demás, cuyos logros principales fueron las vacunas generalizadas para niños, la potabilización del agua para la población necesitada y la sanidad pública.

El relato del hijo, adaptado y hecho guion por David Trueba, refleja la admiración al padre, un padre que educa, que besa y acaricia, que lee cuentos antes de dormir. Porque mientras en la calle impera la ley salvaje de la violencia, de puertas para adentro, el Dr. Abad se encarga de que las normas estén guiadas por la tolerancia, papel clave de su pedagogía, y la búsqueda de la belleza.

El director Fernando Trueba, en un alarde academicista quizá por demás, hace un cine bello pero atrapado en algún espacio indefinido y parecen sus películas, incluida esta, en una época indefinida y suspendida en el tiempo.

Lo que hace nuestro director es partir en dos la cinta. Por un lado una bonita y entrañable familia de risas y meriendas campestres, intimidad, hijo e hijas que ríen, juegan, cantan y hacen alguna trastada, la vida pasada rodada en color.

La otra parte es la más actual y contrariamente a la época antigua aparece blanco y negro, tal vez porque los tonos grises sirven mejor para captar la tragedia, la violencia, la faceta negativa, la muerte, la decepción y de nuevo el olvido.

En el reparto descuella la interpretación portentosa de un Javier Cámara convertido en médico colombiano; se ve el esfuerzo y las horas de Cámara para construir al personaje. Hay otros actores y actrices donde cabe destacar a una estupenda Patricia Tamayo contenida y sensacional en el papel de esposa abnegada; o a Juan Pablo Urrego en la caracterización del hijo joven.

Como digo, es una película con claro fondo de cinta de familia, de relación paterna-filial, de loa desbordada y apasionada, de abstracción y magnificación de lo familiar. Los Gómez son dichosos, todo es dulzura y vida, el paraíso en la tierra o como dice Romero Santos: “Sonrisas sin lágrimas”.

Planos secuencias con coreografía dentro del hogar y un intento tenaz de capturar la vida doméstica, con un estilo impostado que puede resultar acaramelado, en lo cual colaboran la música hiperemotiva de Zbigniew Preisner y la preciosista fotografía de Sergio Iván Castaño con sabor a miel.

Salvando las diferencias no es difícil adivinar la influencia de John Ford en Qué verde era mi valle (1941) o del archiconocido film de Robert Mulligan Matar a un ruiseñor (1962). En fin, en cualquier caso resulta alentador que alguien como Trueba continúe hablando de los buenos sentimientos, hoy tan devaluados.

Pero la cámara se acerca también en la faceta de un médico comprometido que no quiere renunciar ni dejar de exponerse al peligro que conlleva la defensa de los indigentes, pedir justicia, un tipo honesto, cabal y humano considerado por los conservadores como un marxista subversivo y por la izquierda un aliado del fascismo.

Y unos versos de Borges encontrados al padre el día de sus asesinato y que son hoy el epitafio de la tumba.

"Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres, y que no veremos.

Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el término. La caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los triunfos de la muerte, y las endechas.

No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre.
Pienso con esperanza en aquel hombre

que no sabrá que fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo,
esta meditación es un consuelo".

JLB
Kikivall
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4 de mayo de 2021
37 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Andarse con medias tintas

El olvido que seremos nos acerca a la figura de Héctor Abad Gómez, médico de profesión y líder social colombiano. Desde un punto de vista variable, Fernando Trueba narra la historia de un buen hombre que luchó por los derechos de los más desfavorecidos, sin ideologías extremistas en una época en la que Medellín estaba polarizada. La cinta nos muestra la vida de una persona que no se rige bajo el código de actuación dominante, sino que su amor y valores humanos, están por encima de sus actos.

La bondad de Héctor Abad Gómez se muestra desde una mirada amable y cercana que realiza su hijo, con el mismo nombre, muchos años después tras haber escrito un libro. Razón y pasión se unen en esta película, para tratar temas tan fundamentales como la importancia de la educación universal, la sanidad pública o la figura del padre como modelo de conducta. El tema central es la ausencia de miedo ante la diferencia de opiniones y la escucha activa de aquellos que no opinan como nosotros.

El olvido que seremos funciona a modo de espejo social ante el surgimiento de ideologías extremistas en las sociedades occidentales, tras varias crisis económicas. En la pantalla podemos ver a un personaje que lucha por los seres humanos, más allá de ideologías, lo que implica que los extremistas tanto de izquierdas, como de derechas le critiquen. Esto mismo sucede en la sociedad española actual, en la que el odio ha cubierto los ánimos de los votantes que siguen a los partidos como si de equipos de fútbol se tratase.

*Tiempo vital

El olvido que seremos contiene en una película una vida, la de Héctor Abad Gómez y lo hace tratando tres épocas distintas de su vida. La historia está narrada por un hijo que añora a su padre, al que vemos evolucionar a medida que va creciendo su hijo. El punto de vista va cambiando cuando avanza la trama, al principio vemos todo desde una visión infantil y romantizada de la realidad y cuando crece, el punto de vista lo lleva Héctor Abad Gómez.

La dirección realizada por Fernando Trueba es perfecta, cada escena hace avanzar la trama y emplea una planificación adecuada al punto de vista y al tono en cada momento. Ha creado dos películas dentro de una, en la primera parte vemos un tono más distendido con toques de humor y colorido, mientras que la segunda parte es más dramática y se muestra en blanco y negro. La figura de Héctor Abad Gómez se muestra en un formato 2:35 con composiciones en las que queda enmarcado en el entorno, y no a modo de retrato individual de la realidad.

El olvido que seremos está fragmentada por la variación del punto de vista, que no afecta en absoluto al espectador, ya que lo concibe como un punto de vista en común, porque al fin y al cabo el padre es un recuerdo del hijo. Todo ello apoyado por la magistral actuación de Javier Cámara, que debía haber estado nominado al Goya, dado que recrea un personaje muy complejo de la mejor forma posible.

*Conclusión

El olvido que seremos es la última película de Fernando Trueba, que dirige de forma magistral una historia sobre una buena persona. Sin embargo, falla al crear una primera parte con una puesta en escena demasiado peripuesta, con actuaciones algo sobreactuadas, a pesar de tener a Javier Cámara inmenso durante toda la trama. Contar la vida de una persona es algo muy complicado, por ello en ocasiones el ritmo se acelera y deja cosas por el camino.

El olvido que seremos asombra por su atrevida dirección y la actuación de Javier Cámara, es una película con una estructura muy sólida y una temática de gran interés y entretenimiento. El discurso final de Héctor Abad Gómez marcará al espectador, que al salir de la sala reflexionará sobre los actos de bondad que ha realizado a lo largo de su vida. Una película muy necesaria en estos momentos en los que la libertad de expresión se ve limitada por las ideologías extremistas presentes en las sociedades occidentales.

Escrito por Santiago Varela Antúnez
Cinemagavia
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4 de septiembre de 2021
24 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie duda de los logros de este señor ni de la historia en sí. Toda mi admiración.
Pero la película me ha resultado decepcionante viniendo de todo un Fernando Trueba (aunque ya tuve algún patinazo fuerte con otras des sus pelis). Desconozco si el libro es igual o mejora.
Un tono almibarado. Una tediosa primera parte de más de una hora en la que no ocurre nada más allá de presentarnos reiterativamente escenas idealizantes de este superpadre modélico con ese superhijo y su (pija) superfamilia. De verdad que con 20 minutos de presentación del personaje hubiesen bastado. Se me apareció en no pocas veces la serie de dibujos aquella del niño releplente Cailloú y mis ganas de estrangularlo...
Pero hay más cosas que no me han gustado: los diálogos (especialmente los padre-hijo) me parecen malos, impostados, poco creíbles. Los actores no sé si hacen lo que pueden o es que directamente no hay mucho más. Siempre he pensado que Javier Cámara es una persona...con mucha suerte. Aquí no lo hace mal, pero tampoco especialmente bien. El niño...no me lo creo en ningún momento.
A partir de la hora y pico mejora aunque solo sea por que empiezan a ocurrir cosas, bastante previsibles por otra parte.
Por último, destacar que me ha parecido que tiene algunos puntos en común con Roma, la excelente película de Cuarón. Contexto, desarrollo, punto de vista...Pero donde allá había una fotografía exquisita, una delicadeza enorme en la presentación de situaciones y personajes, un "menos es más", aquí no veo nada de nada.
antuán
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12 de mayo de 2021
22 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de ver la película, yo ya había leído la novela del mismo título, escrita por Héctor Abad (hijo), que me pareció impresionante.
Ahora la he visto en pantalla y me ha parecido una buena película, que a través del hijo te va presentando en diversas etapas ese entorno familiar y político donde se desenvuelve su padre (Héctor Abad Gómez), ese médico defensor de los derechos humanos cuyo nombre y trabajo merece la pena conocer.
En la primera parte el tono es más distendido utilizando el color, mientras que en la segunda parte se hace más dramática y utilizando el blanco y negro
Con una buena dirección y el gran trabajo actoral de Javier Cámara, hay muchos momentos que me llega a emocionar.
El discurso final de Héctor Abad Gómez te deja huella.
Recomiendo verla, pero también leer la novela, que ahonda en más detalles.
floro
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14 de mayo de 2021
52 de 90 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un planteamiento antiguo, alejado de los tiempos, volcando emociones que ya no llegan, aunque se tiñan de aparente autenticidad.

Ambientación e interpretaciones brillantes. Lo que falla es la manera en que se narra la historia, buscando ese efectismo emocional que finalmente, a mi entender, no se traduce en algo auténtico.

Escasamente logré conectar con ella, aún reconociendo su habilidad técnica y artística. El entramado no consiguió hacerme entrar en este sereno proyecto de Fernando Trueba.
MIRADA MILENARIA
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