Flechas incendiarias

Pasable cinta a la que uno llega por afición al Western pero que no merece la pena. El director no aprovecha bien la cantidad de extras de los que dispone y encierra la historia en repetitivas tentativas indias de apoderarse de una caravana de pioneros americanos en su avance para establecerse en un territorio.

A Sterling Hayden le dice un moribundo que le conoce que es un pistolero, un jugador y también un cobarde, y para eso queda bien. En la caravana pasa por ser el jefe y entonces aparece la mujer de turno para crear los momentos románticos, y en eso queda mal porque no se ve el amor.

Ya hemos hablado de Ray Nazarro y de Ray Enright. ¿Qué decir de Lesley Selander, otro abonado al western de serie B, C o D? Que su carrera abarca más de 30 años y 145 títulos, entre producciones para la gran pantalla y series de televisión. Era un individuo práctico y poco dado a los circunloquios. Primaba la acción sobre la psicología de los personajes, y si algo no te cuadraba tenías que solucionarlo tú. Flechas incendiarias es breve y contiene la fórmula habitual de caravana atacada una y otra vez por feroces indios, protegida por un grupo de la caballería, a cuyo mando cabalga Sterling Hayden, tal vez un poco desnortado, a juzgar por las caras que pone en ocasiones. Entre los malos de la caravana se incluye, cómo no, Lee Van Cleef, quien recibe su merecido tras despachar dos o tres frases. Collen Gray es la cara bonita de la función, pero tampoco es que salga mucho. Se conoce que la película contiene insertos de una cinta titulada Santa Fe, según dictamina la enciclopedia Aurum, tristemente fenecida, lo cual añade más caos a la acción. Como siempre, los buenos se saldrán con la suya, y en menos de una hora y veinte minutos habremos añadido otro western a nuestra larguísima lista.
Pues eso: para contumaces de las "de indios".

"La aventura más salvaje en la conquista del oeste.
Angustiosa situación frente a un infierno en llamas que espera el tormento y la muerte a cada paso!!

Muy discreto western, menor en todos los sentidos, con el que puedes, sin muchas dificultades, pasar un rato entretenidillo, si no le pides nada enjundioso ni recordable pasados dos días tras verla. Y es que, como se suele decir, es tan fácil de ver como de olvidar.
Casi todos los minutos se basan en tiroteos entre soldados e indios muy malos (en este caso, ¡asombro!, se unen los pawnees y los apaches, proverbiales enemigos irreconciliables, por alguna razón desconocida, aunque al final se aclara todo).
Los intérpretes son, en su gran mayoría, honestos actores/actrices de reparto, entre los que sobresale un Lee Van Cleef, con apenas dos escenas, aunque sean de lo mejor del film.
Un impersonal trabajo, como todos los suyos, del destajista realizador Lesley Selander, que hacía westerns a tutiplén, algunos casi calcados de otros suyos. Vamos, que se copiaba a sí mismo, aunque seguramente lo hacía para ahorrar costes, pues sus pelis solían ser baratas. Aquí, por lo menos, prácticamente todas las escenas son exteriores, aunque muchas de ellas empleando "la noche americana" que, la verdad, al menos vista por la tele, no queda demasiado bien.
En definitiva, bastante bastante mediocre, aunque se puede ver sin que moleste ni resulte un tostonazo.

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"Atacar mientras puedan durante el día". Esa es la estrategia que siguen los indios (apaches y paunees) en sus ataques a una caravana que marcha a Oregón protegida por soldados de Caballería. Al parecer si los indios mueren de noche su alma vaga en la oscuridad eternamente.
En este contexto un desertor del Ejército, ¿Bart? Leys (Hayden), jugador, pistolero y borracho, se encuentra con los restos de un destacamento militar destruido por los indios en el que su primo y amigo el mayor ¿Peperush?, moribundo, le ruega que avise y acuda en auxilio de la caravana de Oregón. Naturalmente el desertor sabe que allí será inmediatamente apresado, pero su sentido del deber y los ruegos del mayor le llevan a acudir: "No importa lo que hayas hecho hasta ahora, en el fondo eres un buen hombre. No has podido cambiar tanto". Una vez muerto el mayor, se pone su uniforme y galones adoptando su personalidad.
Y tiene su premio, pues enseguida se pone al mando del pelotón de soldados y de la caravana, y conoce a la guapa Priscila ¿Burke?, experta enfermera pues es hija de un médico. Ella se encarga de curar a los heridos en combate: lavados con agua hervida, tintura de yodo, alcohol y aparatosos vendajes.
Tal como comentan otras reseñas, se trata de un western menor, con sonido muy deficiente en la versión que hemos visto. El guión y la dirección no se andan con florituras pues no cesa en ningún momento la acción. La interpretación tampoco se sale de lo corriente, sobre todo porque los indios que "mueren muy mal" y parecen algo torpes.
Hay con todo algunas cosas destacables, como es la presencia de exploradores que aplican al suelo la oreja para conocer la distancia y la cantidad de indios que se acercan cabalgando, o aprender a atacar al "estilo mejicano", pero sobre todo escuchar preciosas baladas al más puro estilo "country" que se marca con su guitarra uno de los soldados. Solo por estos detalles y por los paisajes merece la cinta para nosotros la consideración de interesante.

La película es básicamente una sucesión de idas y venidas, adelante y atrás, de una caravana de carretas que transporta una colonia de colonos y también provisiones y víveres.
Durante su penosa marcha hacia Oregón, tenemos ataques de indios que parecen realmente estúpidos, ya que van directos al matadero como conejos, tiroteos varios y personajes con poco cerebro. Todo ello sacado de un torpe y muy mediocre guión, fruto de una época en que todo era licito y el espectador se tragaba las secuencias más ilógicas y peregrinas con la boca abierta de admiración, más el paso del tiempo ha convertido este western en un fósil.
El film se va desarrollando de manera cansina, con grandes lagunas narrativas y fallos garrafales. También tiene elementos positivos, unos bellos exteriores y unos personajes humanos.
Conclusión: Western muy menor y cansino.