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Isla de perros

7,3
20.191
Animación. Fantástico. Comedia. Aventuras Después de que todas las mascotas caninas de Megasaki City sean exiliadas a una isla que es un vertedero, un niño de 12 años emprende un viaje para buscar a su perro extraviado. (FILMAFFINITY)
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Críticas 80
Críticas ordenadas por utilidad
21 de abril de 2018
97 de 139 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mismo me pasó hace nueve años con Fantástico Sr. Fox: llegar a mitad de la película y descubrir que las formas son lo único que mantiene despierto mi interés. Sin duda es una coincidencia relacionada con el hecho de tratarse de los únicos títulos animados del director. Y no por que a un servidor le desagrade dicho género, sino más bien por el tipo de admiración que el autor me despierta: no es tanto su sello estético como su habilidad por perfilar guiones y personajes. Cabe reconocer que el autor de Rashmore hace años que utiliza la misma estrategia: el empleo de multitud de personajes, cuidadosamente distribuidos, para dibujar una historieta zigzagueante, que navega entre lo ingenuo y lo perverso. Ya sea mediante la interrupción de la comedia mediante twists dramáticos (casos de Life Aquatic y Viaje a Darjeeling), la resolución agridulce de una fábula abierta a lecturas trascendentales (caso de Moonrise Kingdom) o el uso de la nostalgia como analgésico edulcorado contra la imparable destrucción del tiempo (caso de The Grand Hotel Budapest), Wes Anderson siempre logra exprimir el músculo emocional del espectador, al menos durante unos minutos. Pero, al parecer, el apartado técnico acapara toda su atención cuando se mueve por el terreno de la animación.

Durante los primeros 20 minutos todo me parece sorprendente. La capacidad evocadora de Isla de perros es indiscutible. La película arranca con un fantástico prólogo acerca de una antigua leyenda relacionada con la enemistad entre perros y gatos. Una efectiva declaración de intenciones: el director logra que, de pronto, se me antoje apetecible el visionado de una serie de aventuras cuyo campo de batalla apenas traspasa el sector canino. La habilidosa mano de Alexander Desplat vuelve a marcar el tempo de los acontecimientos, en una perfecta sincronía con el montaje. La pretendida y exagerada dramatización de los diálogos por parte de un maravilloso reparto (Bryan Cranston, Edward Norton, Bill Murray y Jeff Goldblum entre los más reconocibles) crea un placentero efecto hipnótico, gracias al cual olvido rápidamente que los protagonistas no son más que muñecos parlantes con forma de perro. Sin olvidar el alto nivel del detalle: anderson idea cada plano sin descuidar ni un solo rincón. Gracias a ello, el (relativamente) ortopédico movimiento de los personajes queda perfectamente compensado por la compleja completitud de las imágenes, que a su vez casan fantásticamente con una elaborada edición de sonido. Todo este engranaje me mantiene fascinado hasta que descubrir que, en realidad, estoy contemplando el chasis de una máquina bacía.

Quiero anticiparme a la crítica más previsible: sí, soy consciente del trasfondo crítico que contiene el planteamiento inicial: los perros como metáfora de ciertos sectores sociales desfavorecidos, a quienes el gobierno señala como los responsables de un conflicto en realidad ideado y ejecutado por el mismo. Un punto de partida interesante, pero gastado tan prontamente como planteado. De hecho, llegado el segundo acto ya da la sensación de que Wes Anderson se limita a seguir el cauce de una serie de convenciones argumentales, sin más interés que el de terminar el relato de algún modo. Nada resulta conmovedor ni emocionante, solo monótono. Tal es el grado de conformismo, que incluso el canon falo-céntrico de la clásica historieta de aventuras hace su acto de presencia: el papel de los personajes femeninos no es otro que el de caer rendidos a los pies de sus admirados héroes. Y así, igual que en un primer momento el carácter ingenuo de la película parecía pertenecer exclusivamente al terreno formal (mientras que el argumento respondía a una reflexión seria acerca del racismo y la distinción de clases), todo el producto acaba adquiriendo un carácter previsible, simplista y prácticamente vacío.
Martí
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1 de marzo de 2018
60 de 90 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya son unos cuantos los largometrajes que lleva realizados Wes Anderson y, aunque haya mejores y peores, todos tienen un sello indistinguible y muy personal que hace que merezcan la pena. Se nota el cariño puesto en todas sus cintas, y esta no se queda atrás.

Isle of dogs nos hace conectar con el stop-motion al nivel de lo que logró Fantastic Mr. Fox. La estética visual es impecable, la música acompaña y nos sumerge en la atmósfera de la película y la composición de los planos está perfectamente pensada y equilibrada (algo habitual en el director).

Si tuviera que destacar algo en especial respecto a anteriores films del director, diría que los puntos de humor funcionan especialmente bien, con una ironía muy ácida que se mantiene durante toda la película sin llegar a cansar en ningún momento.

La sencilla trama a veces se ve enredada por flashbacks innecesarios y demasiado largos, que gustan pero frenan la velocidad de la cinta.
Los personajes son ingeniosos y con una química muy especial entre ellos, otro punto fuerte habitual del director. Sin embargo, hay algunos que pasan sin pena ni gloria y otros muy interesantes como los perros protagonistas, en los que no se llega a profundizar demasiado.

Probablemente no sea su mejor película, pero está muy a la altura de su filmografía, y ya tengo ganas de que sea estrenada para volver a verla. Gracias una vez más, Wes.
Javi
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26 de abril de 2018
21 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de empezar con la crítica... ¡esta NO es una película PARA NIÑOS!

...

Bueno, a ver, cualquiera puede ir a verla, claro. Lo que quiero decir es que ese no es el público objetivo al que va dirigido. Es una película con un apreciable mensaje social detrás que seguramente los más pequeños no llegarán a apreciar, explicado de una forma extraña y cruda, escondida detrás de la técnica de la animación. Solo quería aclararlo, pues en las dos ocasiones que fui a verla al cine había niños en la sala, y en alguna que otra escena los padres intercambiaban miradas que decían "¿Por qué diantres hemos llevado a nuestros hijos aquí?".

Dicho lo cual, empecemos.

Mi primera impresión después de terminarla la primera vez fue muy buena. La segunda, todavía más; no me arrepentí de pagar dos veces por el mismo film. Está tan cuidada, tan milimétricamente pensada y bien resuelta, que es necesario visualizarla varias veces para captar toda la esencia que el director, con la ayuda de todo el equipo detrás, ha dejado impregnada en ella.

PARÉNTESIS
Cabe decir que, en mi opinión, Wes Anderson y el stop-motion forman el equipo perfecto, un indicio de éxito asegurado.
FIN DEL PARÉNTESIS (Referencia que, quien haya visto la película, captará)

Tratándose de Wes, no puedo dejar de mencionar, en primer lugar, el esmero puesto en la fotografía. Y es que nunca falla: en cada una de sus películas, sabe plasmar ese perfeccionismo (quizás enfermizo, pero sin duda genuino) aplicado en la estética: cada plano es una obra de arte, un cuadro donde la simetría siempre está presente, perfectamente compuesto del cual se podrían extraer cien elementos para analizar. Todos los escenarios saben reflejar la ambientación de cada entorno, como si el propio espectador estuviera allí mismo, diferenciando dos lugares bien marcados: la Isla Basura (putrefacta, contaminada e infecciosa) en contraste a la ciudad de Megasaki (colorida, iluminada y recargada). Esto se logra, en gran parte también, gracias a la paleta de colores, meticulosamente escogida.

Otro factor que le suma un punto extra a la película es el ingenio puesto en el idioma. Debido a que la historia está ambientada en Japón, todos los habitantes de la ciudad (incluidos el niño protagonista, Atari, y el villano, el alcalde Kobayashi) hablan en japonés sin subtitular. Esta es la forma que tiene el director de ponernos en la piel de los verdaderos protagonistas, que son los perros, los cuales sí hablan en inglés (original) o castellano (doblada), a parte de la intérprete Nelson y la estudiante de intercambio Tracy Walker, los únicos seres humanos que también hablan la lengua del espectador y que se encargan de traducir lo que los japoneses van diciendo.

En cuanto a los personajes, me pareció sublime la carta de presentación de los perros protagonistas. Gracias a esa escena, el espectador entiende la situación que están sufriendo los animales en Isla Basura, un poco de la personalidad de cada perro y, aparte, que no ha venido a ver una película para niños. No obstante, aquí se encuentra el único punto que me flojeó de la película: hay algunos personajes que no terminan de estar del todo definidos, o bien sería más interesante darles más protagonismo. Me refiero, sobre todo, al elenco de perros principales que acompaña a Chief. Porque al inicio de la peli te los pintan como un equipo equitativo, pero a medida que avanza la cinta, pasan sin pena ni gloria y a eso: "acompañar" desde la distancia a Chief. Me ha faltado un poco más de profundidad en ciertos personajes.

Pero lo que aporta ese aire adulto a "Isla De Perros" es, por encima de todo, los toques de humor inteligente, ácido, irónico y negro que tienen sus gags. Incluso a veces está presente en detalles tan minúsculos que es difícil apreciarlos si no estás puesto en el mundo del cine y que, claramente, no harán reír a todo el mundo. Lo importante es que están allí y que, para mi gusto, no son excesivos: se trata de la dosis justa que, además, sirve para ayudar a reforzar ese mensaje social y político del que hablaba al inicio, más trascendental que aquello a lo que Wes Anderson nos tiene acostumbrados en sus películas.

Y no puedo olvidarme de la banda sonora, interpretada por el magnífico Alexandre Desplat y la cual estoy escuchando mientras escribo esta crítica. Después de ganar el Óscar por "La Forma Del Agua", es difícil creer que la música de esta película sea obra suya, ya que es tan distópica y tenebrosa que la primera vez que la escuchas da mucho mal rollo. Pero ahí está la gracia: si no fuera tan oscura, no concordaría tan bien con la naturaleza del film. ¡Vaya, si lo hace!

En definitiva, me atrevo a decir que "Isla De Perros" será una de las mejores películas de animación de este 2018. A los fans de Wes Anderson les apasionará; los amantes de la animación y, en general, del cine, verán en ella una obra de gran calidad, y quienes busquen entretenerse un rato en el cine, descubrirán un producto que, cuanto menos, les resultará de lo más peculiar. En otras palabras: si últimamente buscas algo fuera de lo habitual, esta es tu mejor opción.
Laia Vita
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25 de abril de 2018
49 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que hay un estilo reconocible tras las imágenes es innegable; el autor quiere que se le reconozca. Pero tan pendiente se mantuvo Wes Anderson de estas cuestiones, que acabó descuidando por completo el "alma" de los "figurantes". La película se ve como se puede leer un periódico: ni empatiza uno con los personajes (y no porque sean perros la mayoría), ni resulta graciosa. Sosa es la palabra.

Por cierto, los tambores de la banda sonora habrían estado bien como apertura y cierre de la historia. El hecho de tenerlos presentes durante todo el metraje los convierte en un martilleo bastante desagradable.
Kinetoscope
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26 de abril de 2018
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Además de medio para contar grandes historias, el cine es también una vía de expresión artística que permite crear imágenes poderosas. La estética es predominante, y algunos creadores son recordados por definir a lo largo de su obra un estilo único. Y pocos realizadores han logrado esto de manera tan marcada y fiel como el peculiar Wes Anderson, ídolo de críticos de pluma y hipsters millenials por igual. Su ya dilatada filmografía cuenta con un amplio crédito y hordas de seguidores alrededor del globo. Aún sin ser un gran aficionado de su obra y considerarle sobrevalorado, son todas buenas películas, excelentes en el apartado audiovisual. Y me fascina Moonrise Kingdom. Y pese a hacer películas muy similares desde los 90, la sensación general es que sigue perfeccionándose como cineasta. Y considerando que hace ya cuatro años de la aplaudidísima El gran hotel Budapest, su nueva obra ha llegado rodeada de altas expectativas y anticipación: Isla de perros, aventura con la que vuelve a la animación Stop-motion tras la estupenda Fantástico Sr. Fox y que se presentó en el último festival de Berlín, dónde ganó el Oso de plata al mejor director. Considerando las virtudes estéticas de aquella, no cabía sino recibir el regreso a esta técnica con los brazos abiertos. Y su material promocional auguraban una mejora a nivel estético, así como un argumento de atractiva naturaleza. Si a ello le sumamos su excelente recibimiento crítico, no dudé en situarla en la lista de prioridades, y la disfruté en una sala de cine tan pronto cómo se estrenó. Y pese a algunos problemas propios del cine de Anderson, hablamos de una notable película que superó mis expectativas. Es este un cuento un poco descompensado con personajes desdibujados y momentos descomedidos, pero lleno de corazón, protagonistas entrañables y un acabado técnico apabullante. Una clara mejoría con respecto a los zorros, y una de sus mejores películas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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