El balcón de la luna

Ay qué calor, cantan las tres artistas del tablao nada más comenzar la película. Al terminar el número musical se devela ya en la conversación entre las tres cuál va a ser el derrotero por el que transcurre la acción. Es esta la primera y única vez que se reunieron en un mismo film las tres del "mi arma": Paquita Rico, Carmen Sevilla y Lola Flores. Ellas fueron las únicas y genuinas representantes, junto a la enorme Sara Montiel, de lo más parecido que hubo en España al star system hollywoodiense en una época en la que ser una estrella implicaba brillar, en el sentido literal, cada vez que ponían un tacón en la acera de la calle.

Tan arduas fueron las luchas para fijar las condiciones de participación de cada una de estas artistas en "El balcón de la luna" que para evitar peleas por la cabecera del cartel se decidió fijar el nombre de las tres en forma de aspa. Las tres tuvieron exactamente el mismo número de canciones individuales en la película y las tres tuvieron exactamente el mismo número de primeros planos. Así se las gastaban entonces el trío de la castañuela.

Quizá todas esas exigencias lastraron "un poco" el montaje de una película que, al fin y al cabo, no tenía otra pretensión más que la de servir como vehículo multiestelar. Resultado conseguido.

La parte dramática del argumento recae en Paquita Rico; Carmen Sevilla luce de (aspirante) a niña bien, con un puntito de pelandrusca incluso avanzada para la época en que se rodó; Lola Flores asume el rol de la amiga "fea pero graciosa" llevándose a su molino las carcajadas del film.

Dejando aparte la cuestión de saber cómo podían vestir tan bien 3 artistas de café-cantante, la única recomendación que hago para ver esta película es la de llevar por delante el espíritu del disfrute. Si te gusta nuestro cine del colorín salpicado de canciones, con un poco de culebrón, unas gotas de drama y réplicas chispeantes en boca de Lola Flores, adelante.

Esta, en suma, es la réplica cañí a las historias de "gold-diggers" que llenaron de dólares las arcas de la Fox a principios de los años 50.

Entre el embrujo de la copla, los taconeos sobre el tablao y el rasguear de guitarras, un argumento sencillo se desliza sobra la pantalla para lucimiento de las tres protagonistas, L. Flores, C. Sevilla y P. Rico, quienes cumplen perfectamente su cometido.
Se trata de un proyecto convencional pero agradable, colorista, refrescante y cargado de buena intención cuya factura cinematográfica se ajusta a lo correcto, sin estridencias de ningún tipo.
La situaciones denotan cierta ingenuidad pero las tramas se van resolviendo muy al gusto del espectador de mitad del siglo pasado, incluyendo la consabida moralina.

Fue una lástima que la reunión de tres estrellas tan queridas por el gran público como Lola Flores, Carmen Sevilla y Paquita Rico ofreciera un resultado como este. Las tres eran unas actrices estupendas aunque a Carmen Sevilla quizá se le aprovechó más porque tuvo papeles más variados. Lola Flores y Paquita Rico estuvieron más encasilladas pero el arte que tenian aunque no fuese aprovechado era más que evidente. En esta mediocre película las tres estuvieron mal dirigidas y al servicio de un guión donde fallaba todo. Hay escenas que resultan incluso patéticas y la pequeña trama policíaca que incluye está fatalmente planificada. Ellas y el resto de los intérpretes nada podian hacer para paliar los múltiples defectos de un guión que da pie a unas interpretaciones falsas donde los personajes rien y lloran sin poder de convicción, con falsedad y un tono absolutamente forzado. Fue una experiencia fílmica que quizá diese algún buen resultado en taquilla pero desde luego a nivel artístico supone una pequeña decepción. Se podía haber hecho un producto por lo menos aceptable sólo con haber pulido ese guión que imposibilitaba cualquier lucimiento para los intérpretes. Los números musicales salvan a la película.

Merece la pena verla aunque sea por la actuación de Lola Flores. Estábamos haciendo zapping y al verla en pantalla me dio curiosidad y la dejamos. Ojazos de Lola y buena interpretación. Carmen Sevilla no estaba tan simpática como otras veces. Y Paquita Rico parecía que estaba en otra película, o en un culebrón, jaja, estaba supersobreactuada. Ideal para verla en compañía de familia o amigos para ir comentándola.

Es complicado asignarle a cada una su papel, la verdad, bajo semejante título. La que canta es Rico, sin duda, que además también es la guapa. La buena quizá sea Flores, porque a las otras dos dan ganas de fusilarlas de lo mal que lo hacen, aunque tampoco se libra del todo la primera; la fusilamos un poquito, pues. También es la fea, con perdón, aunque Sevilla no es mejor, sólo tiene un atractivo más moderno (un estilo a Jackeline Kennedy, con los ojos muy separados y los labios finos), y por eso me la ponen a canturrear un tema de flamenco-pop de lo más desasosegante. Y las tres buscando marido rico en plan Negulesco descarado, pero a la patriótica (folklóricas, toreros, guitarristas, y otros frikis locales).
Me gustan los musicales y me gustan las tres protagonistas en algunas películas (cada una en las suyas). También me gusta la buena copla y las buenas intérpretes de copla, cada una en su estilo. Pero esta película es peor que la buena, la fea y la mala juntas (y el director, el productor y el guioista en el recuento). Que dios los perdone a todos por tamaña fechoría.