El último gladiador

La película reúne todo lo que se espera de un Peplum, una de esas de romanos en la que hay enfrentamientos en el campo de batalla y en la arena, con traiciones, envidias y movimientos plagados de intereses encontrados.
No se trata de una gran producción, no cuenta con grandes interpretaciones, ni grandes batallas, ni ofrece nada realmente memorable, pero tiene el encanto de ese tipo de cine que se hacía antes.
La vi por curiosidad y noté que no iba a ser una película memorable, pero a la gente que le guste las producciones épicas, puede que les sirva para descubrir esta producción italiana que se deja ver.
El último gladiador de Umberto Lenzi, es un Peplum sin mucha complicación pero que tiene su encanto.

"Es demasiado heroico para morir como un esclavo bajo el yugo. Lo hará con mucha más gracia en la arena".

Mediocre péplum de los sesenta, de cuando Italia, esta vez acompañada por Francia, hacía pelis de estas como churros.
No tiene nada especial como no sea la presencia de agradables intérpretes, que no es fueran bueno/as pero me acompañaron durante gran parte de mi adolescencia cinematográfica: Richard Harrison, Marilú Toló, Livio Lorenzon y mi "amigo" Nello Pazzafini, aquí prácticamente de extra.
Lo peor, para mi gusto, que se puede decir de esta cinta es que tiene más bien poca acción para ser un péplum y sí bastante diálogo, mostrando los dimes y diretes, las traiciones y complots palaciegos entre la insigne Messalina, los miembros del Senado romano y advenedizos varios.
Se ve mientras se sestea y se olvida de la misma.
No molesta su visión pero tampoco ofrece nada que merezca la pena realmente.
Una película impersonal de Lenzi, antes de alcanzar gloria popular.

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