Tulpan

Después de sorprender con la más que potente Mongol, si bien era una co-producción con varios países, el cine kazajo poco a poco va despuntando con dramas interesantes y muy cuidados. El caso de "Tulpan" es el más reciente, entretenido y trabajado cine tradicional, que muestra las costumbres y la forma de vida de la gente del país pero sin hacerlo de forma tediosa o aburrida, sino sabiendo cómo enfocar el tema y abordándolo con un ritmo más que correcto. Con una dirección más que potente, cargada de secuencias muy elaboradas (planos secuencia complicados, encuadres que sacan provecho de un paisaje árido y, a priori, algo soso), Sergei Dvortsevoy consigue que la historia de un hombre que busca saber hacia dónde conducir su vida sea además de interesante, emotiva y divertida.

Sin descuidar los elementos de cine social, mostrando la forma de vida de esa familia, siguiendo poco a poco a cada uno de los personajes, Sergei logra además crear un film en el que cada actor mantiene un nivel realmente alto. Cercana a Himalaya en cuanto a su estilo e incluso al cine de Takeshi Kitano a la hora de plantear un sentido del humor un poco personal, Tulpan se destapa como una de las películas "desconocidas" más recomendables del año, cine asiático bien medido, sin caer en los tópicos, pero que además va un poco más allá y consigue hacer que esta pequeña historia nos interese en cada momento. Los que puedan verla, que no lo duden: no les defraudará.

De una cinematografía tan exótica e inaccesible como la kazaja es esta estupenda 'Tulpan', retrato semidocumental de una familia de pastores y cuyas duras condiciones de vida cuestan de asumir por mentes occidentales acostumbradas a la sociedad del bienestar.

La película tiene el acierto de plantear un punto de partida anecdótico (la petición de mano de un chico muy limitado mentalmente a la misteriosa Tulpan del título, a la que nunca vemos, en otro acierto del film), para reflejar lo que realmente le interesa al autor, que es mostrar lo comentado antes: las condiciones de vida en el desierto kazajo y las relaciones familiares de esta peculiar familia, consiguiendo de todos ellos, adultos y niños, una naturalidad y credibilidad impresionantes.

Comedia dramática, deliciosa, sobre personajes que viven prácticamente en el medio de la nada, en la estepa "del hambre" en chozas transportables, pues se ven obligados al nomadismo. Viven como en la prehistoria, pero escuchan la radio y sueñan con comunicaciones por satélite y cientos de programas simultáneos de televisión. Asa, joven ex marinero, ha regresado, pues ama la estepa, un misterio de las posibilidades de lo humano. Pues la estepa nos es tan extraña como si se tratara del mismo planeta Marte, y lo único que hay para comer son las ovejas o los chivos, si no mueren de hambre, en un páramo donde ni siquiera hay agua. Asa quiere casarse con Tulpan (Tulipán), la única joven soltera por los alrededores, pero a la que nunca ha visto. Sólo alcanza a ver por una rendija sus cabellos y sus manos. Asa sueña con la joven, con poseer un rebaño y formar una familia. Asa ha dibujado en el revés del cuello de su uniforme de marinero un tulipán, "su sueño". Encantador relato y contacto con la familia de la hermana de Asa (la bella Samal Esljamova) y sus maravillosos niños, de un mundo que no conoceríamos ni imaginaríamos si no fuera por el cine.

Es una película preciosa, una muestra más de cómo con inteligencia, humor y ternura, se puede llegar a cualquier persona del mundo.
Somos todos iguales: familia, amistad, juventud, música, amor, infancia... Nada nos diferencia a los humanos y esta película me ha recordado lo que básicamente soy.
Los actores no lo parecen, es todo tan fresco, tan natural.
Hay escenas para mí preciosas y memorables (en el spoiler, que no me aguanto de hacer el comentario).
Dulzura, dureza y sencillez.

El cine kazajo es desconocido para casi todo el mundo, quizás incluso para muchos oriundos de ese país. Toparse con una película como esta conlleva una satisfacción personal que deseo se siga repitiendo eternamente. Observar cine de esas latitudes, admirar su tierra y sus costumbres; y lo más relevante: su gente. Nada en este film debiera recibir reproches concernientes a palabras casi insultantes como "minimalismo", "limitado presupuesto" o "cine de comarca" y todo lo peyorativo que se disfraza de cínismo industrial y actitud facilista. ¿Quién necesita un alto presupuesto? ¿A quién le importa? Seguramente a cierto "gusto cinematográfico masivo o mediáticamente instalado" sí le importaría. A mi no. Festejo esos rostros kazajos, los remolinos, el idioma, el canto, sus voces múltiples, sus penurias y dichas cotidianas. Aplaudo sus historias, sus grandes historias. Sergei Dvortsevoy, el director de la obra los filma con decisión, sapiencia y coraje. Con hidalguía y honestidad. Pero por sobretodo con amor al cine y a la tierra.