El imperio del crimen

Sin pretensiones, sin Al Pacino, sin Brando, sin Warren... muy buena. Niñatos emprendedores que fundamentan su amistad en la lealtad y el dinero. Malos muy malos y amplia galería de personajes. Lara Flynn Boyle como un queso. Christian Slater muy bien. Una ambientación magnífica. Muy entretenida. Cómo me gustó.

Recuerdo que El imperio del mal me gustó cuando era adolescente por la gran cantidad de escenas de acción que incluía. Sin embargo, en posteriores visionados me dí cuenta de lo mala que es. Probablemente sea la peor película del mítico Anthony Quinn que junto con Christian Slater recibieron sendas nominaciones a los peores actores del año. Ambos están horrorosos. El primero se pasa toda la película comiendo y riendo como un gordo cabrón, mientras que Slater exhibe sus limitaciones como actor poniendo siempre el mismo careto de circunstancias en todas las escenas. La culpa la tiene un guión desastroso mal escrito que no sabemos muy bien lo que nos está contando. El argumento narra la historia de la ascensión de cuatro famosos gangsters como son Meyer Lansky, Charlie Luciano, Frank Costello y Bugsy Siegel. La película se centra sobre todo en los dos primeros y descuida mucho a los otros dos que no son más que rémoras. El problema es que la vida de estos gangsters da tanto juego que harían falta cuatro películas para contarlas y ésta se enreda con una trama increíble y absurda en la que no sabemos cómo unos mocosos de barrio se convierten de la noche a la mañana en pequeños gangsters que suben como la espuma en el mundo del crimen como si tal cosa. Los cuatro son un grupo de amigos muy unidos que hacen sus negocios con otro gangster judío interpretado por Murray Abraham, sin embargo, los grandes capos de la ciudad no están dispuestos a consentir que se les haga sombra. Ellos tratarán de aliarse con uno y con otro según las circunstancias para enfrentarles y así quedarse con todo el negocio. De manera que Slater se asocia con Quinn y con Gambon según le convenga aunque éste último haya intentado matarle. En medio hay la típica historia de amor entre el protagonista y una cabaretera encarnada por Lara Flynn Boyle. Todo está dirigido con increíble torpeza por el ignoto Michael Karbelnikoff. Muchos tiros y poco guión.

Le doy un tres porque técnicamente destaca con un elegante vestuario, un conseguido diseño de producción y un reparto interesante aunque completamente desaprovechado en el que sorprende un joven Patrick Dempsey a medio cocer.

Pues a mi, sinceramente, me defraudó un poco. Trama poco creíble, con esas idas y venidas negociando con las dos familias de gangsters. Por lo que respecta a las interpretaciones, son correctas y punto. Como comentaban en la crítica anterior, efectivamente es una película sin pretensiones, y así tenemos este resultado.

Me encantan las películas de gangsters, siempre las disfruto, y es curioso el hecho de que normalmente tienen una pauta común (la típica ascensión y caída), pero esta es bastante diferente.

Por lo pronto, en vez de contarnos como los protagonistas van subiendo de escalafón, en esta película se da un salto bestial y pasan de ser niños, a ser ya gangsters bastante famosos, y la historia como tal se centra en los distintos tiras y aflojas entre distintas familias mafiosas para hacerse con el poder.

La ambientación está conseguida, se nota que la peli tiene un buen presupuesto, tanto en los detalles de vestimenta, vehículos, armas y demás, como en los mismos actores, con algunos nombres conocidos, donde destacan sobre todo Christian Slater, jovencillo pero comiéndose la pantalla, y Anthony Quinn, tremendo como don.

Cuenta con mucha acción y momentos tensos, y una parte final realmente buena que te deja con ganas de más.