Los crímenes de Essex (Miniserie de TV)

Miniserie británica centrada en los sucesos ocurridos en 1985 que conmocionaron a la sociedad, unas macabras muertes acontecidas en una granja del condado de Essex durante una noche de agosto. Seis episodios bien documentados, que aciertan a presentar los hechos con rigor, evitando sensacionalismos, guiando al espectador a través de los vericuetos del caso, dejando margen para la duda, permitiendo que queden en el aire esas preguntas que nunca serán contestadas. La tragedia duele, los giros sorprenden, el misterio intriga. Las interpretaciones rayan a gran altura. Un valor seguro como Stephen Graham cuenta con un papel secundario, pero son Mark Addy, interpretando a un atípico policía empeñado en probar la verdad, y especialmente Freddie Fox, encarnando al ambiguo Jeremy Bamber, quienes sobresalen en este drama oscuro y perturbador.

Qué bien actúa esta gente. La formación a nivel actoral británica quizá sea, para mí, con diferencia, la más sólida y mejor del mundo.
Drama tratado con respeto y con delicadeza, con enormes actores ( Mark Addy, el sargento, y Freddie Fox, familia de Edward y de James Fox, están sobresalientes) y con una gran ambientación.

Emotividad que te llega a chorros con cero histrionismo, sólo insinuando, y perturbadora, mucho, con una excelente factura en la que la maldad, la inocencia y la impotencia traspasan la pantalla y lo impregnan todo. De hecho le doy un 8 porque han sabido transmitir la maldad de un modo magnifico, hasta realmente hacerte sentir esa náusea en el estómago.
Muy, muy buena.

"Los crímenes de Essex" me ha recordado por qué me gustan las mini series británicas policiacas:

- La duración justa, nada de alargar una serie con minutos y más minutos de relleno, si a los cuatro o seis capítulos ya la cosa no da más de sí, se acaba, y punto.

- Buena dirección. No quizá la más creativa del mundo, pero sí muy sólida y funcional.

- Buena ambientación, nada de mostrar una casa genérica, una oficina genérica... Y los personajes van vestidos como en los años 80, pero no van disfrazados de los años 80.

- Buenas actuaciones. Se ve que los encargados de casting valoran el talento más que el físico y que en las escuelas de interpretación enseñan a actuar, y a declamar. Una locura.

Y hablando de esto, Stephen Graham (aunque aparezca el primero en los títulos de crédito y en el cartel de la película), dista mucho de ser el protagonista. Su papel es importante y él cumple muy bien, pero su tiempo en pantalla es relativamente breve en relación a otros.

El auténtico protagonista (aunque no el único) sería Mark Addy. Un actor excepcional que - a pesar de figurar entre los intérpretes de la mega exitosa "Full Monty" y haber encarnado a un personaje importante en la mundialmente conocida "Juego de Tronos" - no es tan famoso como otros, ni ha dado el salto a Hollywood.

Casi mejor para nosotros, el público, que podemos disfrutar sus actuaciones en títulos de calidad y quien sabe si para él también.

Al fin y al cabo, Tom Wilkinson (que sí dio el salto a la gran industria tras Full Monty) lleva encasillado en más o menos el mismo papel (algo así como un hombre de autoridad con un lado oscuro), desde hace demasiado tiempo.

Producto puramente brittish en lo tocante a valores de producción, localizaciones e interpretaciones. Es decir, de gran nivel. Nos habla de unos crímenes que causaron gran conmoción en el Reino Unido de los años 80, así que si son ignorantes de estos hechos y no quieren espoilers, mejor no acudan a la Wikipedia.

Asombra como los británicos enfrentan las recreaciones de hechos luctuosos acaecidos en su suelo. Son capaces de crear una ficción absolutamente cinematográfica, sin dejar de mostrar respeto por los sucesos originales y sin buscar morbo ni amarillismo. Y con aspectos técnicos e interpretativos de gran nivel. Aquí es Mark Addy quien se lleva la palma, con gran sobriedad y contención, mientras que Stephen Graham compone un papel absolutamente insoportable, demasiado para el buen tono general, pero que supone el acicate que necesita el personaje de Addy.

Ni siquiera nos intentan manipular acerca de las culpabilidades, mostrándonos todos los claroscuros del caso. Y enseñándonos cuan toscas podían ser las investigaciones criminales hace cuarenta años. Televisión de calidad.

Una miniserie británica, otra de las muchas que ya he visto últimamente y donde he encontrado un filón. Vayan de lo que vayan y traten el tema que traten el nivel de calidad que me he encontrado es siempre alto.

En este caso nos encontramos una historia criminal dura y brutal basada en unos hechos reales que poco tienen que envidiar a la más florida de las ficciones. Una historia que es prácticamente el seguimiento metódico de la investigación de unos asesinatos y de todos los implicados, ya sean afectados, sospechosos o investigadores. Una investigación ardua, frustrante y realista vista desde multitud de ángulos y perspectivas.

Los hechos son ya de por si bastante impactantes, están bien rodados y dirigidos, los aspectos técnicos, de vestuario y escenarios son impecables. Pero donde creo que esta serie y muchas de las británicas tienen ese plus que la eleva es en el trabajo actoral. En este caso ya no solo hablamos de un contrastado Stephen Graham, que además tiene un papel secundario, sino del resto de los protagonistas. Desde ese a simple vista típico, gris y anodino policía que se convierte en un obstinado perro de presa, pasando por esos dolidos familiares llenos de credibilidad o esos chanchullos entre los agentes de la ley más preocupados en el qué dirán que en resolver el caso, hasta acabar en un presunto culpable que borda un papel de despreciable narcisista. Las actuaciones son de esas para saborear como un buen vino añejo.

También resulta curioso y no acabo de decidir si me ha gustado o no, que la miniserie ponga casi desde el principio el dedo acusador encima de uno de los personajes casi sin dejarnos lugar a dudas pero haciendo a la vez que nos asalten esas dudas de una manera algo ambigua o por lo menos en mi caso es la sensación que he tenido. Parece tan claro que no sabes de qué manera se va a librar e intentas adivinarlo o con que giro descabellado conseguirá zafarse de lo que parece evidente. Y a la vez, ese personaje tan bien interpretado para ganarse tu odio visceral te dice a cada paso que no tengas la más mínima duda. Esa ambigüedad me ha mantenido intrigado, entretenido y atento durante los seis capítulos. Para mi es suficiente como para recomendarla.