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Labios sellados

Bélico. Drama El coronel William Edwards, del Ejército de los Estados Unidos, está a punto de finalizar los interrogatorios a las personas implicadas en un supuesto caso de traición y colaboracionismo durante la guerra de Corea (1950-1953). (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
31 de mayo de 2011
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Único e impresionante film dirigido por el legendario Karl Malden, (El rostro impenetrable, 1961), dueño de una brillante carrera como actor en la época dorada de Hollywood. Tan solo dirigió otro film más (no acreditado), aunque más bien finalizo el rodaje, de “El árbol del ahorcado” de 1957.
Film rodado en clave de juicio moral y que pone de relieve los conflictos de intereses entre el código militar y la ética moral, cuando estos se dan en un Major del ejército norteamericano, preso en un campo de prisioneros de guerra en Corea del Norte durante el conflicto coreano (1950-53). El tomar una difícil elección, que además suponga la perdida de reconocimiento y status, tanto social como militar, arriesgando un consejo de guerra en el caso militar y al rechazo, en lo social, hace dudar que cualquiera de ellas fuese la correcta. Aunque uno al final lo tenga muy claro.
Dura, con fuerte carga dramática, el film, a mi juicio puede considerarse uno de de los mejores en cuanto a la guerra de Corea se refiere.
La elección de los actores tiene mucho que ver en el gran trabajo hecho con este film.
Encabeza el elenco, el brillante Richard Widmark, (Situación desesperada,1950), en una contenida actuación, compartiendo con el irregular pero en este trabajo muy correcto, Richard Basehart (Moby Dick,1956). Completan el cartel el siempre eficaz Martin Balsam, (12 hombres sin piedad,1957), como el sargento Baker, Carl Benton (Drama en presidio,1950) en el papel del general, y un aquí atormentado y jovencísimo Rip Torn, años más tarde el malo-malísimo de “El señor de las bestias” (1982).
Recomendable a todas luces para cualquier cinéfilo, pero sobretodo a los aficionados de los dilemas morales. Una pena que no le diese a Karl Malden por ponerse detrás de la cámara más a menudo.
Juggernaut
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30 de marzo de 2012
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
De vez en cuando se encuentra uno con joyitas cinematográficas de las cuales parece que nadie se ha enterado y que al verlas resulta una sorpresa que no sean más populares o no hayan sido reconocidas con montón de premios.
“Time Limit” es una de esas joyitas ocultas. Con guión creado a partir de una exitosa obra de teatro presentada en Broadway allá a principios de los 1950s, esta película representa el único intento en la silla del director del gran actor Karl Malden.
La estructura teatral se nota de inmediato: la mayoría de la cinta transcurre en las claustrofóbicas oficinas del ejército de los Estados Unidos, donde se realizan las audiencias preliminares a una corte marcial contra el Mayor Harry Cargill (Richard Basehart) acusado de colaborar con el enemigo mientras se encontraba prisionero en el campo Gee-Gee en Corea del Norte. El encargado de tal proceso es ni más ni menos que Richard Windmark, quien sospecha que hay algo oculto detrás de la flagrante confesión de culpabilidad de Cargill. Cuando su insistencia logra descubrir la verdad detrás del caso, se ponen en evidencia duras cuestiones éticas que siguen siendo actuales, no solo en el ámbito militar sino en el general.
El máximo valor de la película –sin menospreciar el guión y otros elementos técnicos- es la solidez presentada por todos y cada uno de los actors involucrados: Richard Windmark excelente como siempre, nos comunica sin problemas la frustración de su personaje, su deseo de ser objetivo pero también su naturaleza profundamente compasiva.
Richard Basehart a su vez borda con maravillosos pequeños detalles la complejidad de Cargill; al principio lo tomamos por un tipo soberbio y nefasto que solamente le está hacienda la vida difícil al resto de los personajes (incluyendo su esposa) en su necedad de declararse culpable y su total indiferencia ante el caso. Después, nos vamos dando cuenta de su stress, su tortura interna, su absoluta decepción de la naturaleza humana y su propia culpabilidad mordiente.
Al final, se nos revela como un personaje digno de simpatía y compasión.
El resto del elenco está completamente a la altura de los dos grandes Richards.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
mona0825
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2 de abril de 2022
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que se me ocurre decir es lo injusto que me parece descubrir en la biografía de Richard Widmark que no sólo no ganó nunca un premio Óscar sino que sólo tuvo una nominación. Me parece muy triste que un actor como él, que aparece en mil películas y que no desentonó nunca, no tuviera ese reconocimiento, aunque bien pensado, qué más dará. Hasta Will Smith tiene una estatuilla, eso dice mucho del valor que hay que dar estas cosas. En todo caso, saber que Widmark aparece en cualquier película es una garantía, cosa que nadie puede afirmar en el caso del príncipe de Bel-Air...

Vamos a la película, que es inmensa, dirigida por Karl Malden (¿por qué no se prodigó más?) y centrando el interés en las pesquisas que pueden llevar a juicio a un militar que bajo presión, llegando a superar el límite que todo ser humano tiene, deja de comportarse por el código militar y se abandona a la lógica de la condición humana. No hace falta ser afín a los temas militares porque es una película de personajes, es más humanista de lo que puede parecer y da igual que se abra la puerta y aparezca un general, que Widmark sea un coronel, que hayan mayores, sargentos o simples soldados. Todos tienen una piel. Todos sufren, piensan, padecen y sienten.

Casi un diez, casi una obra maestra pese a su inevitable aspecto teatral. Es realmente una joya de esas semiolvidadas, con actualmente menos de trescientos votos. Pienso en toda la bazofia que nos comemos en el panorama cinéfilo actual y me da la risa, habiendo todavía cine de tanta calidad que queda atrás...
Luisito
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1 de febrero de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un intrigante drama judicial, de ámbito militar, basado en una obra teatral donde Karl Malden se las arregla muy bien para que la cinta absorba el interés del espectador, con un impecable sentido del ritmo y manejo de la tensión creciente, sumergiendo al espectador en un clima atrayente y envolvente, hasta su resolución final, a pesar de lo limitado de los escenarios con que cuenta la película, fruto de su origen.

Esto no sería posible si no contara con un reparto de campeonato capaz de atraer la atención hacia sí mismos y el potente guion que los sustenta.

Richard Widmarck da vida al coronel Edwards, militar encargado de investigar un posible delito de alta traición cometido por el mayor Cargill ( Richard Basehart) cuando se encontraba prisionero en un campo de concentración en Corea del Norte.
El coronel, hombre justo e intachable, querrá hacer su trabajo de la manera más limpia posible para asegurarse de que ese hombre no verá conculcados sus derechos pero no se lo pondrán nada fácil, comenzando por el mismo acusado que parece tener una extraña prisa por ser declarado culpable.
La trama contiene las suficientes dosis de intriga y suspense para tenernos atentos, al tiempo que plantea ciertas cuestiones de índole moral- un tema recurrente en cintas similares- que siempre acogemos con agrado por inducirnos a la reflexión sobre aspectos no superados por el ser humano y que, creo, no superaremos jamás.
Con un reparto de altura y guion, casi, impecable, esta película no pasará a la historia de los grandes dramas judiciales ( porque no vemos tampoco un juicio, sólo la investigación preliminar) pero sí compensará al ávido aficionado a ellos, que busca y rebusca una buena investigación que echarse a los ojos de vez en cuando.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Izeta
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5 de agosto de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Intenso drama judicial de carácter castrense que encierra planteamientos éticos, filosóficos y psicológicos.
El argumento está ambientado en la guerra de Corea pero sus enunciados poseen validez universal.
Y no sólo bélico.

La historia se desarrolla con talante vigoroso desde el punto de vista cinematográfico y la fuerza interpretativa que le confieren los protagonistas aumenta su relieve.
A ello se une un rodaje llevado a cabo con excelente criterio narrativo y un montaje que, en general, acredita muy buen pulso.
La película se sigue con mucho interés, cada giro de la trama proporciona valiosos puntos de vista y las incidencias se suceden con mucha soltura.
ABSENTA
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