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In the Court of the Crimson King: King Crimson at 50

Documental King Crimson no es una banda. Es una metodología para crear música extraordinaria que lleva durando 50 años. Robert Fripp le pide a Toby que haga una película sobre Crimson, pero se marcha en cuanto sacan las cámaras. (FILMAFFINITY)
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
5 de julio de 2023
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los fanáticos necesitamos frases enfáticas, sentenciosas y grandilocuentes porque cuando alguien te acompaña durante largos años (los mejores) deja de ser un simple grupo de rock para convertirse en parte de tu memoria y de tu educación sentimental/musical. Entra en juego la nostalgia. Con trece años me parecía que había descubierto América con los Crimson, eran lo más. Me pasó como lo que cuenta Jakko en el documental. Eran tan raros y hoy lo son aún más, ¿por qué? porque tocan de puta madre. Tenías y podías comprar muy pocos vinilos y In the court of the crimson king , The Yes album, Trilogy o Selling England by the pound fueron de los primeros. Tenía cinco de los siete discos oficiales de su primera etapa, menos Lizard y uno de los mejores, Starless and bible black. No se trata de contar tu vida, es que este grado de obsesión por este extraño y fascinante no-grupo sino proyecto en constante cambio y evolución manejado por el raro y genial guitarrista R. Fripp, es muy común y compartido por todos los seguidores del grupo. O conoces toda su discografía, sus directos, su historia o no eres de esa inmensa minoría, valga el oxímoron. O estás realmente obsesionado o te da igual. No conozco a nadie al que le guste un poquito.

Suena esotérico, no olvidemos que el nombre del grupo hace referencia a Satanás y las magníficas letras de Sinfield. Un buen documental dirigido a fanáticos del grupo. No creo que interese a nadie que no tenga un conocimiento profundo de KC. Tiene ese aire distinto, ese esoterismo del que hablaba. La extraña personalidad de Fripp queda retratada así como su método de trabajo basado en la más estricta disciplina inglesa. Ser músico es hacer lo que debes en el momento adecuado, si te equivocas estás fuera. No es drogas, sexo y r´n´r, es música rock muy trabajada. Tiene más que ver con el jazz o la clásica que con el rock estrictamente en cuanto a método . No obstante se conocía como rock sinfónico. Pomposo, aburrido, pretencioso. Lo sustituyo por: riqueza en su estructura, excitante y ambicioso en eterna búsqueda de la excelencia musical. Es rock, es jazz, es math, es clásica, es metal o no es nada, no es más que la música que hacen unos tipos en un momento determinado. Esa es su filosofía. Suenan según quién componga la formación. No es la Robert Fripp's Band, hay muchos momentos en que las guitarras no tienen el protagonismo. Cuando quiso ser un grupo, repetir el éxito del primer álbum, les salió In the wake of Poseidon, el peor de la primera etapa.
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Rieflin marca el momento emocionante. Sin embargo el batería principal y también miembro de Porcupine tree, Harrison, no abre la boca. Stacey, reciente tercera batería/mellotron, está acojonado. Brudford, uno de los mejores de la historia, aclara y aporta mucho. El punto amargo lo pone Belew al que literalmente echó Fripp sin compasión. Era el único que bailaba esas estupendas canciones de Discipline y los otros álbumes de la segunda etapa. Ahora están sentados, como corresponde a su edad y a la música que hacen. No hay que hacer el ridi a lo Mick Jagger moviendo las caderas con setenta años.

El documental se impregna de la propia esencia del grupo que es un no-grupo, es un proyecto en eterna evolución. Al mando Fripp, duro y exigente, quiere la perfección, es un cabrón, le falta el látigo, a veces interrumpe el discurso de algún miembro del grupo con mala educación. Es así en la mayoría de los casos de de los directores musicales.

Aunque tiene algún altibajo, refleja bien el método y los resultados musicales. Un mundo duro para unos instantes de emoción extasiada que lo justifica todo, ese es el mensaje básico. Poca música y mucho perseguir a los protagonistas con la cámara. Fripp se pasó media vida pleiteando con sus "disqueras", esas putas chupasangre, para alcanzar acuerdos extrajudiciales entre abogados del demonio, esos siempre llegan a acuerdos extrajudiciales sea un músico o una violada. ¿Valió la pena?. No es Robin Hood, su mujer ( Monkey en Quadrophenia, esa chica mod enamorada de Jimmy al que todos puteaban y excantante de un grupo de punk-rock) se queja de que se gasta toda la pasta según entra en reformas de la magnífica mansión donde reside. Parece que necesita el chute de emoción para volver a empezar como un niño. Lo dice él pero creo que esto se acabó. Larga vida.
Bartleby
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15 de julio de 2023
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo lo que había leído sobre este documental eran maravillas, que si era el retrato definitivo, el documento más completo sobre su trayectoria, la filosofía de Fripp explicada como nunca, con todos los implicados exponiendo su particular punto de vista. Pues bien, todo mentira.

Estamos ante un rutinario recorrido sobre las últimas giras de la bestia, una especie de access-all-areas pero menos. ¿Qué sentido tiene documentar la gira de una banda que vive actualmente instalada en la nostalgia, tocando prácticamente solo música con medio siglo a cuestas? KC fueron grandes en su primera etapa, descomunales en la segunda, curiosos en la tercera y absolutamente prescindibles en la cuarta y última. Por desgracia, el 95% del documental pivota sobre esa última etapa: musicazos de nivel indiscutible sometidos al yugo Frippiano, que empezaron ofreciendo música arriesgada pero aburrida y sin propósito y han acabado revisitando el catalogo más legendario de grupo casi nota por nota, reincorporando incluso antiguos miembros que acabaron a tiros y que han vuelto al redil intuyo que no precisamente por compromiso artístico. Miembros que expresan su opinión curiosamente conciliadora ahora después de años de incomunicación. Solo Belew se suelta la melena un poco dejando entrever el peculiar carácter del amigo Robert.

Y es ahí donde me hierve la sangre. KC fueron uno de los grupos de mi vida durante décadas, y siempre fueron lo contrario a este sinsentido aséptico y vacío. Más que una mera banda de rock, fueron ejemplo de compromiso y riesgo, enfrentándose a la industria, sin concesiones y con una filosofía propia que iba años por delante del statu quo del momento. Siempre fueron el vehículo de expresión de Robert, un personaje de complejo carácter pero (casi) siempre coherente y admirable, y no pasa nada por reconocer que todo, absolutamente todo, orbitaba a su alrededor. Entonces, ¿qué es esto? Conciertos impecables en salas solo al alcance de gente adinerada, despliegue técnico que convierte en secundario lo que debería ser primordial, un enfoque crítico inexistente más allá de un par de excusas rollo "es que yo soy así".

Y no. Pretender que este documental es un reflejo mínimo de lo que fue KC es tan risible como absurdo. Ni documenta su trayectoria, ni explica el porqué de sus cambios de dirección y formación, sus aparentes contradicciones, lo que supusieron esos discos en el devenir del rock, la importancia del pensamiento de Fripp sobre los mecanismos de la industria (los de entonces y los de ahora)... Había tanto que contar y explicar y nos vienen con esto. Que con cualquier otra banda no dejaría de ser anecdótico, pero con KC solo podemos tildar de traición. Si es verdad que es la coda de su existencia, la cosa va a ser más triste todavía.
brassneck
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