El banco

Los marginados no pueden ser más que héroes a la fuerza. La épica no les sienta bien y su heroicidad es más bien el tortouso camino del antihéroe. Sin embargo, la naturaleza humana impone sus exigencias y les compele a actuar, ya que hay una diferencia entre ser un cabrón y un maldito cabrón. La galería de los personajes pertenece a ese lumpen que vemos pero que nos negamos a mirar en nuestro entorno, y tras la desgracia que se entreteje con sus vidas se entrevén la comunes afinidades que compartimos en tanto que miembros de la misma especie. El director se ha cuidado mucho de no aplicar una mirada valorativa a la historia y su perspectiva es simplemente descriptiva, lo que se agradece, porque para pancartas y piquete de causas varias ya tenemos a Loach. Se nos narra una simple historia de carácter moral, un honesto y humilde relato de redención personal en el ruido y la furia del cosmos humano. Resulta quizá un tanto forzado el recurso al azar que vincula al protagonista con su futura misión pero pensándolo mejor, al final el azar lo gobierna casi todo. A destacar la colosal interpretación de Jesper Christensen, sin que por ello desmerezcan las actuaciones del resto del elenco.

Una buena película.

Per Fly empezó con El banco la llamada Trilogía de las clases sociales. Su particular descripción de las desigualdades en Dinamarca se centró en este primer episodio, totalmente independiente a las siguientes La herencia y El homicidio, en las secciones más marginales que (mal)viven en las periferias de las grandes ciudades. El protagonista es Kaj, un alcohólico solitario y malhumorado que trabaja en un programa de reinserción social municipal. En paralelo, una mujer llega con su hijo al mismo barrio de Kaj escapando de las palizas que le propina su pareja. Ambas son dos historias de fracaso y desestructuración que al final se unen a modo de historia de pasados turbulentos, personajes heridos y segundas oportunidades.

Tanto su desarrollo como el mensaje optimista del conjunto (el tratamiento del personaje principal como un improvisado héroe para su reencontrada familia) resulta bastante anodino, y sólo se mantiene en pie gracias al soberbio trabajo interpretativo de Jesper Christensen (actor que aparece en las tres cintas del proyecto de Fly). El banco, eso sí, es una interesante película que a ratos titubea con la comedia negra, de la misma forma que La herencia se adentra en el drama y El homicidio en el thriller. Las tres, más que un conjunto, son complementos, tres historias de tres familias disfuncionales: es aquí cuando El banco, con sus puntos más discutibles, tiene todo el sentido del mundo y acaba resultando una cinta entrañable. Altamente recomendable.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities, http://cachecine.blogspot.com