Highlander 3: El hechicero

Hasta tres veces nos han querido contar que sólo puede quedar uno. Yo creo que se referían al número de espectadores en la sala de cualquier cine. Y se lucieron los cabrones con esta tercera parte. Imagino que al final lo consiguieron; no se si sólo quedó en toda la sala una sola persona; pero fijo que no la llenó.

Suele pasar mucho en el cine yanqui. Algo funciona y se explota hasta el punto de conseguir ridiculizar incluso a la bien mirada primera parte; la que realmente funcionaba.

En esto, mira tú por donde, sí podrían aprender de los españoles, mexicanos o argentinos en el cine. ¿O acaso se hizo "Cómo está el servicio 2; El retorno del señorito"?... Y mira que José Luis López Vázquez estuvo de puta madre en aquella película.

La película es un manual de despropósitos acerca de cómo dirigir una película, en especial una secuela. Las actuaciones son malas, el guión lo podría haber escrito yo mismo cualquier aburrida tarde de domingo, con infinidad de fallos que se intentan pasar por alto (como si no me fuese a dar cuenta), para lo cual el director utiliza cambios de secuencia muy rápidos, y una narración frenética de la historia, que además está llena de pegotes absurdos. Cualquier cinéfilo puede apreciar estos detalles, y es por esto por lo que la peli es bastante mala. Aparte de lo mencianado anteriormente, no aporta absolutamente nada original ni nuevo a una historia que ya conocemos. Visionar esta película es como recalentar el plato de patatas fritas con ketchup de hace dos días y hacerte un bocata. On egin.

Se suponía que sólo podía quedar uno, y en la primera parte (la única digna) se daba fe de ello. Pues después de una segunda parte bastante mediocre, se exprime la naranja un poquito más, pero cuando sólo queda pellejo, poco zumo se puede esperar, y en cualquier caso, de regusto demasiado amargo.
En esta entrega, se resucita a un mago que reposaba dormidito y sin molestar a nadie en una montaña para acabar cortándole la cabecita igual que hubiera hecho con algún guionista que otro. Obviable.

Los Inmortales (la del 86, la primera, la buena) es una de las películas míticas de los años 80, espectacular en su concepción y grandiosa en su historia y su propia mitología, con unas actuaciones de Sean Connery y Clancy Brown antológicas, y aquella música de Queen sobre las highlanders escocesas que te ponía la carne de gallina.

Triste, muy triste, tristísimo como a ido degenerando esta saga, un declive paralelo y similar al de Christopher Lambert, que ahora es una caricatura de lo que fue en la primera película. Enfundado en su mítica gabardina, que mas bien parece que va a un concurso de imitadores del Inspector Gadget, aparece de dios sabe donde un nuevo inmortal dispuesto a darle cera a nuestro amigo Connor. El impersonal Mario Van Peebles copia descaradamente al villano de la primera película (incluso en los gestos), el mítico Kurgan, pero dando mas risa que miedo. El guionista escribió esto en media hora, mientras regaba las macetas del balcón y con la ayuda de su hijo de 7 años, por que sino no entiendo la cantidad de despropósitos. Los efectos especiales están hechos con el powerpoint, una maquina de humo y un tío encargado de poner lucecitas. El director directamente ni apareció por el rodaje. La idea, la mitología y el mundo de los Inmortales es poderoso e imponente, muy triste que haya caído en la más absurda autoparodia.

Después del desastroso intento de la segunda entrega que acabó con la magia de una excepcional "Highlanders", desertó todo el mundo a excepción de Christopher Lambert, que se arriesgó a continuar la saga bajo la dirección de Andrew Morahan, que al menos la reconduce a su espíritu anterior, sin rozar el ridículo de los productores de la infame segunda.

No tenemos la banda sonora de Queen, Sean Connery no hace acto de aparición ni en los recuerdos de Lambert, pero nos conduce de nuevo a sus orígenes, Escocia y sus bellos paisajes, el escocés tiene que forjarse una espada siguiendo las viejas técnicas y lo hace en compañía de la atractiva Deborah Kara Unger, que le hace desentrañar recuerdos de su pasado durante esos 500 años de vida por desentrañar, y nos presenta a Mario Van Peebles como el malvado adversario, que con malvado tendría bastante y no como payaso de feria para arrancar una sonrisa al espectador, algo que creo que no se consigue a pesar de la multitud de gags para ello.

Con todo a mí me ha gustado, he vuelto al espíritu de "Highlanders" y he pasado un buen rato.

Mi nota, un 6.