Micki y Maude

Dudley Moore es lo que se diría hoy día un Espabilado en el papel que interpreta en esta película o para que se entienda mejor un caradura medio inocente. Vi esta película hace muchos años en una de esas sesiones cinéfilas que me daba con mi hermano pequeño por su cumpleaños. Realmente es una comedia sencilla y algo pasada hoy en día, pero a mi me trae muchos recuerdos de cuando arrastraba al pequeñajo a su nacer como amante de cine.

La comedia se presenta con una aire liviano y superficial pero enseguida demuestra que no está exento de una atractiva vertiente dramática y de notables rasgos de seriedad conceptual.
El argumento rebosa un sentido del humor vivaz y sin complejos que resulta seductor en numerosos lances y que a menudo sorprende al espectador.
La magnífica interpretación de los protagonistas, la cuidada ambientación y el ritmo sugerente de la película corroboran la proverbial capacidad de B. Edwards para obtener máximo rendimiento en sus producciones.
Posee una estupenda factura cinematográfica y en su hábil discurso cargado de psicología cotidiana se incluye ese agridulce poso de emociones y de sentimientos que conforma el meollo de un historia con voluntad de arquetipo.
Pero que sabe descender hasta esos detalles íntimos y cotidianos que implican la decoración del cuarto rosa.

La película trata el tema de la bigamia (no hago ningún spoiler: está en el cartel) con mucho sentido del humor pero también con mucha retranca. Como haría Billy Wilder, en ningún caso se pliega a los convencionalismos. No es una película redonda, pero se ve con mucha simpatía. Dudley Moore, aunque repitiera su papel, lo repetía muy bien.

Sorprende, en ocasiones, con base en el nombre o en la solera de los circundantes, el poco trato, los pocos comentarios, para con una película. MICKI Y MAUDE, dirigida por Blake Edwards (multinominado siempre) y protagonizada por Dudley Moore (Comendador del Imperio Británico), Ann Reinking (actriz y celebérrima bailarina) y Amy Irving (ex de Steven Spielberg), pertenece a esa especie de cintas.
Bajo la apariencia de una comedia ligera esconde MICKI Y MAUDE algunas preguntas y no pocas respuestas en relación con uno de los más grandes enigmas de todos los tiempos: el matrimonio. Y, así, se nos pone en la piel de un periodista que es vértice de un triángulo amoroso y que, no habiendo dejado de querer a su mujer, encuentra, en otra, la forma de tapar algunas carencias. Ese tipo de carencias que a todos, o a la mayoría, nos llevan cuando menos y alguna vez a reflexionar. O a desear, cuando más, algo nuevo en nuestra vida.
Divertida, simpática, profunda y alimenticia, toca también MICKI Y MAUDE el mundo de la lucha libre, y cuenta, junto a André el Gigante, por ejemplo, con secundarios excepcionales, como George Gaynes o el inconcebible Wallace Shawn.
Igual que algunas canciones de Stephen Bishop, un tesoro por descubrir, MICKI Y MAUDE. O casi mejor que no: de esta manera seguiremos siendo muy pocos los llamados a disfrutar con los ojazos de la jueza y con los rizos de la violonchelista.