Pistoleros de agua dulce

Los artistas neoyorquinos Hermanos Marx, Chico (1887-1961), Groucho (1890-1977), Harpo (1888-1964) y Zeppo (1901-1979), comenzaron en las revistas de variedades, espectáculos teatrales ambulantes que incluían números de música, baile y humor. Monkey business, con un exiguo argumento sobre cuatro polizones en un transatlántico rumbo a América, se sustenta precisamente en las habilidades humorísticas y musicales de sus protagonistas. Al prescindir de una trama elaborada, los Hermanos Marx disponen de mayor libertad para desplegar números basados en su personalidad irreverente y en su lógica incongruente. Así consiguen una de sus primeras grandes películas.

Estupendos sketches colman el filme, como el del armario del camarote del gángster o el del pasaporte de Maurice Chevalier. Entre las innumerables cuestiones que vapulean se recalca el tema del machismo y del maltrato doméstico. Así, la mujer del gángster advierte a Groucho cuando éste empieza el magreo: “No. Aquí no. Podría vernos mi marido y me daría una paliza”. Y el sádico Groucho: “Siempre pensando en su marido. ¿No podría dársela yo?”

Entre las "normales" de los Marx, pero más cercanas a sus obras cumbre. El mismo día vi "Los Cuatro Cocos" y ésta. La primera es un poco más alocada, pero hemos de soportar insufribles números musicales. En "Pistoleros de agua dulce" esos números se reducen a Harpo tocando el arpa y a Chico tocando el piano (yo cortaría, incluso, ambas recurrencias en todos sus films), y cuenta además con un mejor guión.

Hay tantas y tantas frases, y tantas y tantas situaciones absurdas... Citaré las que recuerdo.

"Bien, si va a matarme, dése prisa, tengo que tomarme un yogur a las dos." (Groucho Marx)

Groucho, en mitad de una conversación entre otros personajes, sacando la cabeza de entre unas cortinas cuando hacía un rato que le habíamos perdido el rastro en la historia: "¿Se nota que os estoy espiando?".

– ¡No tendrán ustedes miedo!
– ¿Miedo, yo, un hombre que ha crecido entre hormigas salvajes?, pues claro que tengo miedo –replica Groucho.

"Fue un matrimonio por amor, por amor al dinero." (Groucho Marx)

Taxista: Me debe un dólar diez.
Groucho: Tenga un dólar y quédese con el cambio.


PD: Zeppo, menos mal que te retiraste a tiempo. El que no vale, no vale.

Lo que son las cosas. Al final tendré que agradecerle al polaco Taylor su severa y nada benévola crítica de “Una noche en la ópera”*, porque de no haber sido por ella no habría acabado venciendo mi vergüenza y mis complejos y me quedaría en el armario del que dentro de escasos segundos voy a salir. Sí, amigos, lo admito: me llamo Normelvis y soy marxista. Hasta las trancas. Sin remedio ni vuelta atrás. Y conste que no hablo sólo de cine.

Pocas cosas ha habido en mi vida, si hago memoria, que hayan forjado más mi carácter y mi idiosincrasia que las viejas películas de esta irrepetible familia. Lo había olvidado, he de admitirlo, pero zambullirme de nuevo en su filmografía (en estricto orden marxista: eligiendo un punto de entrada al azar y saltando hacia atrás a la pata coja) me ha recordado que gracias a ellos no tengo principios ni convicciones demasiado profundas, que les debo en gran medida mi incapacidad de tomarme casi nada en serio, mi radical desconfianza de quienes van por el mundo enarbolando la máscara de la tragedia y la trascendencia. Que los solemnes y los circunspectos, aunque sean además ineptos y tremendistas, siempre tendrán mejor prensa (que se lo expliquen a Von Trier), pero que sin payasos como ellos el mundo sería un lugar no sólo peor sino infinítamente menos habitable.

A su larga lista de reproches, Taylor olvidó añadir la de autoplagiarios, porque el viaje en transantlántico de “Una noche en la ópera” no era el primero que emprendían los Marx. Cuatro años antes, metidos en barriles de arenques ahumados, ya habían cruzado el océano hacia América, y no hay, en este viaje, nada nuevo bajo el sol: Groucho, como un servidor, entra y sale también de armarios, solo o en compañía de rubias, Chico embauca a todo el mundo, empezando por él mismo, Harpo corre detrás de todas las faldas de un barco en el que, maldita sea, viaja también un arpa, y Zeppo, bueno, Zeppo hace lo que buenamente puede para mantener, sin éxito, el ritmo que marcan sus hermanos, en una peli irregular y caótica, aún muy alejada de su etapa más reglada y convencional, pero que deja, curiosamente, la sensación de estar algo mejor acabada que la posterior “Plumas de caballo”. La partenaire femenina de los Marx es, en ambos casos, la vampiresa platino Thelma Todd, tan feroz como efímera, ya que fue hallada muerta en un garaje en 1935, precisamente el año en que “Una noche en la ópera” iba a catapultarles al estrellato.

¿Be-bop-a-lula, she's my baby? ¿A bushy bushy blonde hairdo Surfin' U.S.A.? ¿She loves you, yeah, yeah, yeah? No sé si sois aficionados al Rock, pero si uno se para a pensar en las letras de algunos de sus hitos se dará rápidamente cuenta de que no son precisamente alta literatura. Con las películas de los Marx ocurre algo parecido: hay que vivirlas y disfrutarlas sin hacerse demasiadas preguntas, como un viejo disco de los Ramones o Chuck Berry. Qué le vamos a hacer: los hermanos Marx son sólo Rock’n’Roll, lo sé, pero me gustan. Y cómo.

Hay que mirar la peli desde la perspectiva adecuada. Vístanse de ciudadanos del año 1931, y disfruten de la peli. Solo así podrán saborear como he saboreado yo. Aún así les digo que unos señores de hace 2 siglos me han arrancado unas carcajadas que les detallaré a continuación.

Lo de Zeppo es normal que se retirara a tiempo. Es la única peli que he visto con él, pero vamos, que hasta incluso hay veces que se olvidan de él. Además, era el menos carismático. Lo de los números musicales era necesario, para destacar lo grandes artistas que eran. En esta peli tampoco se pasan. Resaltar la habilidad de Chico al piano, que movimiento.

Esta buena película es un claro ejemplo de lo que pienso, creo que en realidad el cuarteto de los hermano Marx está compuesto por Groucho, Harpo, Chico y Margaret Dumont. Sin duda esta actriz en todas sus películas ha armonizado dentro del grupo como un miembro más. Zeppo Marx participa en esta película pero resulta forzado y fuera de contexto, y con razón dejó de participar en nuevas y mejores entregas de los hermanos Marx. En general es una entretenida película, donde no faltan las frases y sentencias célebres del genial Groucho y el disparate, pero lejos de sus obras mayores.