Amigos para siempre

No tiene grandes artificios, ni grandes pretensiones. Es un historia basada en la infancia de un niño en un retirado lugar, con unos amigos especiales, los pelícanos, y con un agradable padre.
Tiene dosis afectivas hacia la fauna de un lugar, hacia el lugar donde se ha vivido durante la infancia y pone en liza una bonita relación entre abuelo-nieta y padre- hijo.

Hay un trasfondo de serenidad a lo largo de toda la película, que permite disfrutarla sin sobresaltos y con una cadencia de acontecimientos muy bien llevada, hay qu tener en cuenta que es el abuelo el que va contando a su nieta la historia de cuando él era pequeño.

Sinopsis: Mikey (Geoffrey Rush) es el padre de Malcom (Erik Thompson), y ambos pertenecen a un grupo de accionistas que tienen que tomar una decisión importante sobre unos terrenos.
La hija de Malcom, (Luca Sardelis) se pone en contacto con su abuelo Mikey, para darle su punto de vista, ya que debido a su juventud no puede participar en la junta.
Los terrenos tienen que ver con la infancia de Mikey, y este comienza a contarle a su nieta cómo vivió durante un tiempo en un bonito y alejado lugar cuando era un niño (Finn Little), y de la relación tan especial que tuvo con unos inesperados amigos, 3 pelícanos.

Dos sobresalientes interpretaciones las de Geoffry y el pequeño Finn.
Bonitos exteriores, con unos espectaculares arenales junto al mar que dan la armonía necesaria para el desarrollo de la trama.
Se intuye una filmación divertida en las escenas en las que tuvieran que aparecer los pelícanos.

Bello cuento australiano, con un reparto encabezado por Jai Courtney y el siempre fabuloso Geoffrey Rush, que resulta una experiencia agradable para el espectador. Es una cinta que no destaca realmente en nada, eso está claro, pero es bonita, tierna y dulce, y sin duda hace pasar un buen rato.
Ideal para ver en familia y reflexionar acerca de las relaciones entre pequeños y mayores, y el poder maravilloso que tienen también los animales para estrechar lazos y potenciar la afectividad de las personas.
Hermosa, aunque poco destacable.

Amable y bonita historia para toda la familia con trasfondo ecologista que nos narra la historia de un niño que rescata y cría a tres pelícanos mientras vive con su padre pescador en una isla australiana. El fuerte de la película es el estrecho lazo del niño protagonista con los animales y su entorno y los bellos paisajes que se nos presentan en la zona donde vive el crío con su padre, así como la narración en flashbacks del pasado y cómo se resuelve el problema del presente en base a los recuerdos del protagonista. En general es una película que deja una sensación muy agradable y un mensaje bonito a l@s peques de la casa.

Familiar, familiar no es. Depende de la edad que tengan niños y niñas. Pero la película me ha interesado por dos cosas. El aborigen que ayuda al niño a criar los pelícanos me trae a la cabeza el exterminio que hicieron los ingleses de los pueblos nativos, legítimos dueños de esa tierra. Un genocidio del que no se habla mucho.
Y por otro lado, los animales. Más inocentes aún que los aborígenes. Pelícanos que no hacen daño a nadie cazados de forma cruel, por deporte. De niño también crié a animales, de forma semejante a como lo hace el chaval de esta película.
Le habría dado, por eso, hasta un 8. Pero como película es solo interesante.
Quien ame especialmente a los animales disfrutará y se emocionará, como me ha pasado a mí.
Y las personas interesadas en la cultura aborigen australiana harían bien en leer, de Bruce Chartwin, Los trazos de una canciión.

Es una película diferente a lo normal, aunque la familia y yo nos aburrimos bastante, las niñas al poco tiempo no le prestaban ni atención, es lenta y demasiado tranquila, entiendo que la película deba ser así, pero el tema de criar pelícanos, no es que sea un tema muy divertido en la pantalla.