Haz click aquí para copiar la URL

Algunas horas de primavera

Drama Tras cumplir una condena de 18 meses por haber intentado pasar 50 kg de cannabis, Alain sale de la cárcel y se va a vivir con su madre, una mujer humilde, pero que desde hace tiempo es incapaz de ser cariñosa con él. Lo que ocurre es que está en la fase terminal de un cáncer y desea acabar su vida dignamente en Suiza, donde una asociación estaría siempre a su lado. (FILMAFFINITY)
1 2 >>
Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
28 de mayo de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dejo de lado el tema que, parece, es el más importante de la película de Brizé (la que sigue a la interesante "Madame Chambon") para dedicar mi atención a lo que creo es la verdadera intención del director, la compleja relación entre una madre y un hijo, dos moles indestructibles (magníficos Vincent y Lindon), de los que no se sabe nada más que lo que trasmiten los fríos y escuetos diálogos. En efecto, puede haber opiniones enfrentadas respecto al núcleo de la historia, pero si se sigue con atención la narración (prescindiendo de un hecho que impacta y eclipsa la "lectura" ) dicho "núcleo" sería sólo el hilo narrativo que engarza las diferentes y fenoménicas escenas que hacen a la historia. Un retrato de dos seres humanos, ya lo dije, de los que sólo conocemos las poca (casi) "señales" que emiten con dificultad, con falta de coincidencia. Todo configura un cine de espacios silenciosos, de gestos repetidos hasta tal punto que queda huecos, sin significado, sólo interrumpidos por algún tipo de violencia verbal, más en el hijo ( en este sentido algo bien masculino porque, por lo menos, canaliza un atisbo de su su ser); la madre, en cambio (el origen de toda esta afectividad reprimida) es más cerrada, más sinuosa, más imposibilitada de manifestar sus verdaderos sentimientos ( en este sentido su manipulación "veterinaria" del perro es ejemplar). Pero también, un cine sensible y verosímil (¡ese naturalismo francés!), delicado y duro, frágil y cruel. Un fragmento, muy importante, pero fragmento al fin en la vida de dos seres condenados, por sus propios impedimentos, a la soledad. Frizé utiliza la cámara con sencillez, en función de la historia, en una sucesión de escenas que ilustran el trozo vital que es una muestra microscópica de dos vidas imposibilitadas por sus propias formas de ser en el mundo; de dos seres solitarios, en el sentido del auto encierro, incapaces de abrirse, de salir del cerco del que, tal vez, sólo puedan romper una vez. En definitiva, una obra dura, dolorosa que logra en el espectador (por lo menos alguno) una cierta sensación de tabique ante una situación vital imposible de modificar. Filmada con empatía, con conocimiento de causa, con comprensión no exenta de lucidez, es realmente recomendable para los espectadores sensibles a la humanidad.
Beto
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
2 de enero de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas películas me han resultado tan emocionalmente demoledoras como ésta. Estamos sin dudas frente a una preciosura del cine que cada tanto tenemos la satisfacción de encontrar, y que nos regala un sincero ejercicio de reflexión sobre la condición a la que pertenecemos: la nada fácil condición humana.

Es que el retrato de sus personajes y la descripción de su más íntima realidad afectiva, en un estilo austero, áspero, con actuaciones soberbias de sus dos protagonistas y el notable acompañamiento de los secundarios, quita el aliento y deja sin palabras. Y nos deja en un estado de desconcierto, sin respuestas, obligándonos a procesar todo aquello que vimos, a dilucidarlo, a intentar reconstruirlo, para otorgarle un sentido personal.

El filme nos presenta a Alain, un hombre de unos cuarenta y largos, ex presidiario por un delito menor por el que estuvo 18 meses preso y que intenta readaptarse a su libertad; y a Yvette, su madura madre, viuda, una mujer estructurada, distante, hacendosa ama de casa, obsesiva del orden y de la limpieza, que padece una enfermedad por la que sigue un tratamiento.

Mucho más allá de la descripción de la difícil realidad en la que cada personaje se encuentra envuelto, late en la película un drama mucho más profundo, que es la incomunicación opresiva entre ellos y la grieta afectiva que los atraviesa. Alain, frustrado y desmotivado, no encuentra en su madre el refugio de afecto y comprensión que necesitaría (probablemente no lo ha encontrado nunca), e Yvette, quien, adivinamos, no ha tenido una vida fácil, atraviesa en helada soledad el drama de su enfermedad y se aferra a sus manías y hábitos como a una tabla de salvación.

Encontramos sin embargo dos personajes que le aportan luz y respiro a la película: el hermoso personaje del vecino, hombre noble y generoso, que en la sabiduría de su madurez intenta tender un puente entre madre e hijo, a quienes aprecia; y Clementine, la bella y sencilla mujer que Alain conoce ocasionalmente, pero a la que no está preparado para entregarse.

Incomunicaciones afectivas que representan barreras infranqueables entre personajes que sufren en soledad y que parecen arrastrados por una corriente más fuerte que su propia voluntad. Acaso la verdadera y única redención esté en la capacidad de poder expresar y sincerar los sentimientos de manera genuina. Tarea nada sencilla cuando aquello que se siente es tan profundamente complejo, y cuando se vuelve tan difícil encontrar las palabras.

Magistral película, capaz de plasmar estas cuestiones con enorme sutileza y maestría. Una pequeña maravilla. Cine altamente satisfactorio.
urbana
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
13 de junio de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una de esas películas que son especiales, porque se la puede amar o directamente ni siquiera odiar, es decir se la ignora por completo.
La película tiene muchos momentos con silencio o escenas excesivamente larga, como por ejemplo una escena donde se muestra como la señora cocina o calienta la comida del perro, luego sirve una cucharada, luego otra y luego otra y así hasta llenar el plato del animal y después otra escena con otros largos segundos donde se muestra como el perro saborea su deliciosa comida, escenas como esas hay varias, que para mí no le aportan nada a la película.
Pero si después pasamos a lo que es el guion se pueden rescatar algunas cosas buenas, como por ejemplo la historia de ambos personajes, la frialdad del hijo, el miedo de demostrar afecto, la soledad en sus ojos, la dureza por fuera, la necesidad de ser amado y querido que lleva por dentro, fue un personaje excelentemente interpretado.
Y por el otro lado está la madre, una mujer que se siente en deuda con su hijo por considerarse culpable de la fracasada vida que éste lleva, una mujer que desea más que nada un poco de afecto de su hijo y de haberlo tenido quizás hubiera puesto otro destino a su vida.
Del resto no hay mucho masque decir, es una película que dentro de unos años será recordada por el director, los actores, algunos técnicos y no muchos más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
adrian
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8 de julio de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de efecto devastador en el ánimo pero que deja poso en el recuerdo del espectador. Rodada de manera inteligente y sincera, lejos del dramatismo artificial y sensiblero de otras cintas con temática similar y con nula posibilidad de redención o reencuentro de esos personajes que tan magistralmente han recreado Vincent Lindon y Héléne Vincent. El resto del reparto también está correctísimo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charlie Babbitt
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
21 de julio de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘Algunas horas de primavera’ habla sobre el poder de la incomunicación, y por eso no podría haberse realizado de otra manera que no sea la del cine francés intimista, poco dialogado, silencioso, minimalista, discreto, austero. Realista en el sentido de retratar lo cotidiano y tener personajes tan imperfectamente humanos que se nos hace incómodo ponernos en la piel de alguno de ellos.

Yvette Évrard (Hélène Vincent) y su hijo Alain (Vincent Lindon, o el Julio Chávez francés) no son ni tan malos ni tan buenos, son personas como cualquiera (por ende, poco "cinematografiables" para la industria) que están pasando por momentos de mierda. Yvette, ya mayor, solitaria y con una enfermedad terminal; Alain recién salido de la cárcel y sin trabajo; ambos en la misma casa porque son familia (aunque no lo elijan, como todos) y, como en muchas familias por más reducidas que sean, la comunicación se hace difícil. En este caso, el problema es de fondo, es espiritual en ambos casos y parece venir desde hace tiempo (sino desde siempre). Y esto es una de las grandes virtudes del film: la precisión del retrato cada personaje que nos permite completar la historia hacia atrás sin miedo de equivocarnos. Podemos completar cómo fue el matrimonio de Yvette y el pasado de Alain sin que se digan grandes cosas al respecto; podemos imaginarnos la vida de opresión que sufrió esa mujer y las dificultades de su hijo para relacionarse con el mundo; en definitiva, podemos sentir la falta de cariño en ambos, y por eso se nos hace tan probable esta relación madre-hijo, sus presentes y sus finales.

‘Quelques heures de printemps’ trata, además, sobre la dignidad. Yvette, que parece haber tenido sólo “algunas horas de primavera” en toda su vida, posee al menos la elección de cómo terminarla en un final digno (en este sentido, hay más de un punto de contacto con ‘Amour’ de Michael Haneke). El problema de Alain (que parece haber tenido, incluso, menos horas de primavera que su madre) parece pasar por el mismo lugar, la falta de dignidad de haber estado en prisión, no tener trabajo, vivir en casa de su madre a los 50, de la vergüenza propia y la mirada ajena.

La dirección de Stéphane Brizé permite ubicarnos al margen de la depresión de sus personajes, y nos hace mirarlos como los mira ese vecino conciliador, Monsieur Lalouette (Olivier Perrier), con indignación y a la vez con cariño, aceptando que los Évrard deben resolver sus problemas como hacen las familias: como pueden… más cotidiano que esto, imposible. Eso sí, si uno quiere ver cine para distenderse de la realidad, esta no es la mejor opción.

MÁS EN: en www.quecinemirar.blogspot.com
gonzafer85
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow