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Argentina Argentina · capital federal
Críticas de gonzafer85
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Críticas 353
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
10 de marzo de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Woooow! Esto es lo primero que pienso (si es que se puede considerar un pensar) luego de ver el primer capítulo de 'True Detective'. Me cuesta asimilarlo, son muchas cosas juntas. Es demasiado buena, aún para el nivel que acostumbra HBO. Desde el vamos, la temática de detectives que investigan asesinatos en serie es siempre atractiva, pero mucho más cuando estos son Rust Cohle y Martin Hart, dos personajes como pocos; e infinitamente mucho más cuando Rust es Matthew McConaughey (reciente ganador del Oscar a Mejor Actor por 'Dallas Buyers Club') y "Marty" es Woody Harrelson. Esta serie creada por Nic Pizzolatto, en su primera temporada, narra la historia de dos detectives que ya no forman parte de la policía pero son llamados a cooperar, recordando detalles de uno de los casos criminales más emblemáticos en la siempre atemporal Louisiana. El director Cary Joji Fukunaga ('Jane Eyre' y 'Sin nombre') construye el relato desde el presente utilizando flashbacks para, como quien dice, "ir y venir" permanentemente, sin confusión, separando eficazmente el pasado de la actualidad pero jugando con el solapamiento y la no sincronización de los diálogos. Esto último tiene que con ver el propio título de la serie, "True..." (Verdad), ya que hay una constante oposición entre lo que se dice que ocurrió (sonido), y lo que ocurrió realmente (imagen); un juego con las falsas verdades, con la doble cara. Pero además, 'True Detective' tiene como principal atractivo su aspecto netamente cinéfilo, casi como un "hiperlargometraje" de ocho horas, dividido en ocho partes iguales. Su género es una mezcla de buddy movies ("películas de compañeros"), policial negro, psychothriller y, si le sumamos el aspecto religioso-ritual, seguramente nos vendrá a la cabeza la inolvidable 'Se7en' ('Pecados Capitales'), con la cual guarda ciertas similitudes. Su "tono", muy particular, le es dado por un estilo visual basado en el realismo de las imágenes, entre crudo y preocupado por cierta "poeticidad" fotográfica (a través de Adam Arkapaw, conocido por su trabajo en los potentes films australianos 'Animal Kingdom' y 'Snowtown', de tonalidad algo parecida), y por la "tenebrosidad" (y un cierto gore) que le da, precisamente, ese grado de realidad. La música (el tema de cabecera se llama 'Far From Any Road' de The Handsome Family), a cargo de T Bone Burnett (ganador de un Oscar por 'Crazy Heart'), refuerza otra idea fuerte de la serie, la de los efectos del medio geográfico sobre el comportamiento y las emociones de los individuos (el estudio de estos efectos se denomina "psicogeografía", término acuñado por el francés Guy Debord en 1955). Así, la "atemporalidad" de Louisiana, la crudeza de las imágenes, lo inhóspito de ambientes abandonados y anclados en el olvido, se complementan con el estado de ánimo entre nostálgico y vencido del country (que quiere decir "música de raíces"), que sabe de dónde viene y sabe aceptar su destino.

¿Qué tiene 'True Detective'? En primer lugar, tiene a Rust y Marty, dos personajes que nos imantan a la pantalla por, entre otras cosas, lo antagónico de la dupla: uno hiper inteligente, el otro no tanto; uno sumamente complejo, el otro relativamente simple; uno mental, el otro físico; uno macabramente oscuro, el otro levemente turbio (casi "normal"). Uno quiere lo que tiene el otro: Marty la inteligencia de Rust, Rust la posibilidad de Marty de tener una familia. Esa envidia, casi odio permanente (en Marty, Rust significa la presencia de alguien superior que le golpea el ego; en Rust, Marty representa la ceguera de una sociedad que aborrece) es, en parte, la causa de que las escenas que los contiene estén casi siempre al borde del colapso y que, aún así, en muchas de ellas, exista cierto humor irónico, sarcástico, malicioso. Pero, sin duda, Rust es el personaje más atractivo de los dos. Es su pésimo humor, su inteligencia desproporcionada, su pesimismo, su capacidad analítica-reflexiva, su racionalismo, su discurso pedante, su soberbia, su desprecio por la estupidez humana, su pasado. ¿Por qué siempre nos atraen este tipo de personajes y no los "Marty"? ¿Por qué nos atraen "los Rust", "los Dexter", "los Dr. House"?

Pizzolatto es un manipulador eficaz, un tejedor quirúrgico de esta telaraña que es 'True Detective'; entre él y Fukunaga nos llevan hacia donde ellos quieren, nos hacen creer y descreer de la trama, de Rust, de Marty. Sobre todo de Rust: sobre lo que hay detrás de su obsesión, la sanidad de su cabeza; o si la oscuridad de sus pensamientos y una personalidad casi psicopática no oculta algo tan criminal (o peor) que lo que están investigando. En gran medida, la dependencia de cada capítulo para con Rust hace que la "atmósfera", el tono o el estado de ánimo (o como quieran llamar a "eso", intangible, pero presente en cada capítulo) de la serie sea similar al de dicho personaje: sombrío, pesimista, desesperanzador; sin embargo, a la vez atractivo, intenso, insondable.

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gonzafer85
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7
3 de marzo de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este film británico se desarrolla -solapadamente- sobre, por lo menos, tres “capas”: una temática-ideológica, la del realismo social británico; otra, temática, sobre la amistad en la infancia; y otra, estilística, la “poeticidad” cinematográfica, sobre la cual no voy a escribir, aunque es bastante evidente en la elección y duración de algunos planos.

Esa primera “capa”, bastante común en esta suerte de cine británico independiente de corte documental, resulta chocante, ya sea por el ambiente que rodea a los personajes (dos niños-adolescentes) como por la naturalidad con que estos chicos se desenvuelven en el mismo. Un lugar devastado económicamente por la recesión económica imagino o, tal vez, un lugar, como tantos, donde las cosas estuvieron, están y estarán siempre jodidas. Hogares disfuncionales, violencia familiar y una juventud descarriada que parece llevar el mando de todo o, al menos, eso parece desde el uso de un lenguaje que, si yo lo hubiese utilizado en casa, no estaría escribiendo esto. En fin, el desmoronamiento de valores e instituciones como la familia, el respeto, la educación y el trabajo. En este contexto, Arbor/Conner Chapman (un chico inquieto que sufre de espasticidad y al que le encanta llamar la atención) y Swifty/Shaun Thomas (un gordito maltratado en el colegio, que vive en un hogar numerosísimo y con serios problemas económicos) son dos amigos que se refugian en esta amistad, no para escapar de la realidad, sino para afrontarla (inconscientemente, con ingenuidad). Y esto es algo bastante novedoso en films que tratan sobre realidades sociales, los cuales suelen presentar personajes que encuentran y desarrollan algo para trascender (o escapar) a sus realidades. Estos niños deciden ocupar el lugar -vacío- del “hombre” de la casa y, a la vez, una sociedad corrompida por la necesidad de ganar dinero de cualquier manera los deja ingresar al negocio de los chatarreros.

La amistad también es contención. Estos dos chicos traviesos se contienen mutuamente pese a su antagonismo, y aún cuando Arbor es el “líder” y Swifty el que lo sigue a todos lados y en todas sus ideas. Se defienden, se divierten y se mezclan entre los adultos como si ellos también lo fueran. En esta “capa” es donde la directora Clio Barnard deposita la emotividad del film, primero desde el ternura, el humor y la diversión (sobre todo por las ocurrencias y diálogos que involucran a Arbor); y luego desde el lamentable golpe bajo (que se veía venir) con el cual nunca voy a estar de acuerdo. Al final, las últimas escenas cargadas de culpa y búsqueda de perdón intentan partir el alma del espectador, y lo logran. ‘The selfish giant’ es contemplativa fotográficamente, simpática pero seria en su andar e innecesariamente cruel y trágica; un quite de esperanza que se traduce en la conclusión de que hay lugares y condiciones que son y serán irremediables.

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gonzafer85
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7
16 de febrero de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo poco para decir de ‘Philomena’ y esto, además de hablar mal de mi capacidad de crítico (que intento ser), habla de una película que me generó mucho menos de lo que esperaba, dada la historia. A priori, la emotividad debería haber sido de elevada magnitud en función de los hechos reales sobre los cuales está basado el film, sin embargo, la construcción del relato parece haberla truncado. Si, es verdad que tiene sus momentos, pero creo que varios de ellos fueron desaprovechados (no quiero spoilear pero hay un momento clave a mediados de la peli que pasa como un momento más). Por otra parte, el principio es algo torpe y mal encarado (incluso, se podría haber obviado): después que la hija de Philomena se entera que tiene un hermano, inmediatamente la vemos contárselo al periodista Martin Sixsmith en una fiesta donde ella es moza, con la finalidad de que ayude a su madre a encontrarlo y, a cambio, tenga una historia sobre la cual escribir. Parece un poco inverosímil narrado de esta manera, además de ser apresurado e innecesario: un film no siempre necesita una “introducción” explicativa para arrancar.

En mi ranking de las nominadas a Mejor Película en los Oscar ‘Philomena’ está última, por debajo de ‘12 años de esclavitud’ (que tiene escenas que considero de mal gusto). De todas formas, dentro del contexto cinematográfico actual, este film de Stephen Frears (‘The Queen’), es más que aceptable, entretenido y con un lindo personaje interpretado por la genial Judi Dench. Un historia muy cinéfila, aunque desaprovechada. El punto más alto del film está en el humor, sobre todo, en esa especie de juego de diferencias entre Martin y Philomena: clase social, estilos de vida, gustos literarios, creencias religiosas, entre otras. Esa heterogeneidad que los aleja, también los termina acercando para converger en una relación cariñosa: Martin hace también suya la historia de Philomena, y el film termina hablando tanto de ella como de él. El cierre es destacable, después de tanta culpa acumulada Philomena por fin descansa y adopta la mejor posición que podría adoptar: entre la justificación absurda del catolicismo ortodoxo y la indignación del periodista ateo (que representa un poco el sentimiento del espectador ante semejante crueldad)… “El perdón cae como lluvia suave desde el cielo a la tierra. Es dos veces bendito; bendice al que lo da y al que lo recibe” (William Shakespeare).

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gonzafer85
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8
12 de febrero de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una pequeña joyita. Una historia que nos recuerda, para quienes tenemos padres que se están haciendo grandes, que a esa altura nos tenemos que dedicar a darles los gustos, a mimarlos simplemente. Pero la gran virtud de ‘Nebraska’ es hacer que “sea gran cosa” la historia de personas cuyas vidas, como las del 99,9% de la población mundial, no es gran cosa. Esta es la historia del “viejo gruñón” Woody Grant (Bruce Dern, elegido Mejor Actor en el Festival de Cannes por esta actuación) quien, en su inocencia y testarudez, cree haber ganado un millón de dólares luego de recibir una carta de una revista que decía eso (como cuando aparecen en el navegador de internet carteles que dicen “ganaste” tal o cual cosa). Sus hijos y esposa intentan persuadirlo para que se olvide del asunto, pero Woody vive escapándose para ir, caminando, hasta Lincoln (a 800 millas de distancia de Billings, donde ellos viven). Su hijo David (Will Forte), que también lleva una vida opaca y miserable, decide seguirle la corriente y adentrarse en esta aventura para pasar tiempo con un padre del que sabe sólo que ha sido alcohólico toda su vida.

Alexander Payne (autor de ‘The Descendants’, de la ganadora del Oscar al Mejor Guión ‘Sideways’, ‘About Schmidt’, entre otras) propone una road movie en blanco y negro con una musicalización que sirve para reforzar el tono entre alegre, triste y melancólico del film. Cómica desde el accionar y la gestualidad de sus personajes, pero también en los muy buenos diálogos que suelen darse entre David y Woody, o cuando interviene Kate Grant (June Squibb), la madre y esposa respectivamente. ‘Nebraska’ habla sobre el paso del tiempo, sobre lo irremediable de la vejez, y sobre lo poco que podemos conocer de personas con las que hemos pasado gran parte de nuestras vida, como dice Borges, “únicos e insondables” somos todos los individuos. Pero también, desde la ternura, ‘Nebraska’ obliga a David a mirarse a sí mismo, tal vez, a través de otros ojos, los de su padre. A medida que transcurre la película, es el pasado descubriéndose (doloroso pero revelador) lo que los une en un viaje que debe terminar en el final, ese que surgió como una excusa para “cambiar de aire”, o que fue sólo el producto de un impulso de David para satisfacer a su padre, o que simplemente iba a servir para que el “viejo” deje de joder con las escapadas. Y ese final se va convirtiendo en algo simbólico, en una “mentira verdad” que sirva para impartir algo de justicia, que pueda transformar la rutina en suceso y lo opaco en célebre. Aunque sea, realmente, sólo por unas cuadras será, para Woody y David, “algo que les dé sentido a sus vidas”.

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gonzafer85
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8
8 de febrero de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘The Wolf of Wall Street’ le debe todo a su director y protagonista. Scorcese tiene la capacidad para transformar cualquier personaje de “cordero” a “lobo” pero, sobre todo, para hacer que nos interese esa transformación y que sintamos cierta simpatía por ese “lobo”, aunque sea, como casi todos sus protagonistas, moralmente incorrecto, despreciable. Sus historias son casi siempre la de personajes únicos, extravagantes, poderosos, ambiciosos y, lejos de que esto distancie al espectador “común y corriente”, Scorcese hace que nos importe sus vidas, muy lejanas a las nuestras. Además, por lo general, sus películas se centran en un solo personaje (a diferencia, por ejemplo, de ‘American Hustle’, que también tiene personajes poco comunes) y esto, que supondría un riesgo mayor a la hora de la identificación, parece tener el efecto de concentrar toda la energía (que es mucha tratándose de este director) a favor del entretenimiento (en esta película, diría diversión más que entretenimiento). Por su parte, Di Caprio, fetiche del director (‘Shutter Island’, ‘The Departed’, ‘The Aviator’, ‘Gangs of New York’), es un actor que hace mucho dejó de ser el carilindo de ‘Titanic’: vibrante, eléctrico, extremo; que interpreta a este tipo de personajes con la obscenidad y bipolaridad que los caracteriza como si fuesen parte de su personalidad.

‘The Wolf of Wall Street’ le debe todo a su director y protagonista porque, en sí misma, no es gran cosa, aunque le alcance para ser mejor que muchas de las nominadas en los Oscar a Mejor Película. La comedia políticamente incorrecta es su mejor cara, los tecnicismos financieros la peor (aunque, en boca del propio Di Caprio, no importa un carajo, es todo una farsa); en el medio, una mirada -sesgada, “scorceseana”- sobre qué es, cómo se alcanza y cómo se aprovecha una necesidad inventada: el famoso y anhelado “estilo de vida americano”, a través de la manipulación política-económica y con la desigualdad social como motor fundamental para que funcione, todo, made in USA. Pero nada de esto se muestra desde el dramatismo, todo lo contrario, se muestra desde el relajo de quien ya no intenta transmitir toma de conciencia, con humor negro y sólo a favor de la -cínica- diversión. Al margen de esto, los diálogos (el almuerzo entre Jordan Belfort/Di Caprio y Mark Hanna/Matthew McConaughey al inicio de la película no tiene desperdicio) y los momentos de delirio/estupidez con Donnie Azoff (Jonah Hill) son fenomenales. El film alcanza sus mejores momentos (que son varios, dado que dura ¡tres horas!) cuando más obsceno, delirante y locamente excesivo se vuelve, lo que, por lo general, coincide con la transformación del rostro de Di Caprio, de galán seductor en trajes Armani a loco trastornado con mirada de asesino serial, pero divertido. A pesar de las tres horas, no hay manera de dormirse, no hay manera de pensar en un intermedio, es casi adictiva (que no es lo mismo que desear que no termine nunca, eso es otra cosa, eso es River 3 - Boca 0 en la bombonera, Clausura 2002).

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gonzafer85
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