Taggart

Entretenido western, de serie más bien B, producido por la simpática Universal, que tantos títulos de todos los géneros nos dió y abonó por ello el inmenso amor al cine que tenemos mucho/as de mi generación.
En este caso se parte de un guión de Robert Creighton Williams, que adapta una novela del célebre Louis L'Amour que, en el cine no suele quedar demasiado bien.
En este caso resulta irregular, aunque ameno casi todo el metraje, sobre todo en su primera mitad. Más tarde, cuando la acción se concentra en la antigua misión el ritmo se ralentiza y existen algunos minutos un tanto repetitivos, con una auténtica serpiente de dos patas como motor de la acción.
La peli tiene todo lo que un western debe presentar: acción, romance, diálogos afilados, en este caso a cargo de un excelente y ya veterado Dan Duryea, e interés para saber cómo acabará todo.
Hay estimables intérpretes, de los mal llamados "secundarios", representativos del western, que elevan la calidad de un producto, repito, menor, de serie B, pero entrañable y decididamente simpático.
Está bien, sin más.

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Desconocida, pero también Inesperada y entretenida película, dirigida por R.G. Springsteen que sale airoso de la situación a pesar de que el guión flojea el algún momento y no se consigue ese nivel superior de calidad que podía haber alcanzado.
Es dinámica, concisa, está,bien contada y la interpretación, en general resulta adecuada.

La eterna lucha entre la codicia y la honradez siempre se dirime con las armas en el lejano oeste y esta no es una excepción.
La acción discurre con un punto de permanente incertidumbre y los giros inesperados en la historia mantienen alerta al espectador.

El comienzo es prometedor. En la ciudad de Gunside manda Ben Blazer (Meyer) que no puede tolerar la presencia de nuevos ganaderos en la zona. Con la ayuda de sus pistoleros provoca una estampida que mata a la familia y a los vaqueros de Kent Taggart (Young).
En el lance Blazer es herido de gravedad. Atendido en la clínica tiene tiempo de contratar al pistolero Jay Jason (Duryea) para que acabe con la vida de Taggart. Como el quirófano parece el camarote de los hermanos Marx lleno de gente dando órdenes y gritando, el doctor solicita que dejen solo al enfermo. A cambio recibe un par de bofetadas de los presentes sin más contemplaciones. ¡Qué se habrá creído este matasanos ...!
Lo peor de Jason no es su maldad intrínseca, que ya es bastante, es que además juega un poco el rol de gracioso. Incluso se permite bromear un par de veces con la herida de Taggart y el riesgo que corre de "infectarse", en un claro anticipo de lo que luego conoceremos como teoría microbiana de la enfermedad.
Hasta aquí la cinta funciona bastante bien, el problema es que luego se complica con demasiadas tramas secundarias que nos llevan a una aldea mexicana abandonada, al ataque de los indios a una caravana, a una antigua misión, a una mina de oro perdida, a nuevos ataques de los apaches a tropas de Caballería y al fuerte que no llegan a tomar del todo gracias a la providencial llegada de refuerzos ...
Todo esto metido en 85 minutos. Ni tiempo para respirar. Mucha acción, sí, pero deshilvanada y fofa, sin garra ni tensión alguna.
La cinta es modesta. De acuerdo. Muchos exteriores rodados en decorados de cartón piedra. Fuera de Duryea, actores de escaso relumbrón con floja interpretación de Young.
Guion que pretende seguir demasiado a la obra en la que se inspira y se hace largo. Hubiera ganado podando algunas escenas y reforzando por ejemplo los pobres diálogos o la trama sentimental donde desfilan cuatro bellas mujeres, nada menos, en papeles muy tópicos y de escaso relieve.
La realización se resiente y presenta personajes planos sin interés alguno, con lances muy infantiles como el de los pedruscos avisadores de la llegada de indeseables a la misión.
Los indios, como de costumbre, atacan a lo tonto y caen como moscas. Forman parte del decorado, lo mismo en este caso que los soldados de caballería que están allí para que haya un poco de todo.
Resumiendo, una película irregular con un buen comienzo que se diluye pronto como un azucarillo. Aun así merece la pena que los aficionados al género le den un vistazo.
Si el meollo flojea, al menos nos queda el regusto de la salsa, que no está tampoco del todo mal.