Se acabó el juego

El mismo año que nos trajo la comedia familiar Solo en casa, nos llego de Francia esta vuelta de tuerca a la simpática historia del niño neoyorkino. Magnífica película, que fue uno de los mayores hits en los videoclubs de la época, narrada con un malsano humor negro y una estética muy cargada, este macabro cuento de navidad es una gozada para los sentidos. Para mí el encanto de esta película estriba en que apareció en el momento y la época, (principios de los 90) justos, actuando como un bálsamo para los que considerábamos Solo en casa muy blanda. Gamberra, divertida, no te la pierdas.

Estamos ante todo un clásico navideño. Da igual que estuvieras en Montanejos, Valencia , Salamanca, Alicante o Haro, siempre la hacian sobre las 23h durante las fiestas de Navidad. Mi compañia no era otra que la de mi hermana Lancha y la del conocido por todos, Koke Martinez Raibs. Cuando eramos pequeños, la película daba un poco de miedo, digna de los mejores thrillers de suspense-terror. Un poco mas creciditos, pasó al género de la comedia como si los mismísimos hermanos Farrelly hubieran sido partícipes de semejante éxito... ¡¡AKA!!!. Tres personajes a destacar:

-Thomas: el niño "Rambo" que le planta cara a Papa Noel con una madurez impropia de su edad, se mete en el papel de una forma extraordinaria. En la actualidad destaca como uno de los mas grandes y genuinos coordinadores de efectos especiales.

-Papy: pone la nota dramática, siendo éste film su obra maestra.

-Papá Noel: aterrador de pequeño, gracioso más tarde. No estuvo a a la altura de sus dos compañeros de reparto.

En definitiva, una gran película que marcó el devenir de nuestra niñez. NOTA: 7,87

Me parece sobre todo original. Cogemos la película "Solo en casa", la mezclamos con películas de navidad sangrientas con un Santa Claus homicida y nos dá una película tensa y correctamente dirigida. Narra como un chico se queda solo en casa con su abuelo y como un loco disfrazado intenta matarlos. Muchas escenas son muy tontas y sin lógica, pero las dimensiones del escenario y el uso de la tecnologia hacen de la película de Manzor un entretenimiento genial. El protagonista realiza un papel físico genial y la única pega que se le puede poner es su larga duración para lo que realmente cuenta y algunas meteduras de pata en el guión.

Este film francés de finales de los 80 es una agradable sorpresa.
Con una temática un tanto parecida a Home Alone (Sólo en Casa/ Mi Pobre Angelito) cabe recordar que es un año anterior a esta, además de ser mucho más oscura, dado que la protagonizada por Culkin es una comedia gamberra, y esta es un film de terror.
Destaca en este film la relación especial nieto-abuelo, con grandes interpretaciones de ambos, así como el ´´malo´´ del film que realmente crea una gran tensión.
Película a descubrir y reivindicar.

René Manzor (Amor Embrujado) dirigió éste pretendido entretenimiento que pasó desapercibido entre la friolera de filmes navideños interpretados por niños repelentes contra papá noeles torpes. Tras el estreno arrollador de Solo en Casa” (Home Alone, 1990 ) casi en la mismas fechas que la llegada a las pantallas francesas, y con menos impulso en el resto de salas europeas, de éste inoportuno y fastidioso “Game Over” que, a pesar de beber en la influencia yanqui ya heredada por la impronta de Luc Besson, se le acusa una cierta mala bava que nos traslada del cine familiar a un thriller con dosis de terror al estilo “Noche de Paz, Noche de Muerte” y no a un juego al gato y al ratón con los esperados momentos cómicos y divertidos.

El protagonista infantil de tan accidentada película es Thomas (Alain Musy) un chico de diez años cuya madre (Brigitte Fossey) es heredera de un imperio de juguetes. Tanto patrimonio evidencia que al retoño no le falta de nada y le sobra más que tiempo en su gran mansión rodeado de juguetes, trampas, pasadizos secretos y tan pocos amigos como su inseparable perro y su abuelo (interpretado por el veterano actor Louis Ducreux) aquejado de diabetes. Con ellos participa de su desbordada imaginación que se pondrá a prueba cuando tenga que enfrentarse a un enemigo de verdad: un intruso psicópata (Patrick Floersheim) disfrazado de Santa Claus.

La poca simpatia creciente hacia Papá Noel (no como en la coulrofobia que relacionamos a los payasos sinó la descarada imagen de mercantilismo que genera tan bondadoso personaje navideño) siempre ha generado una actitud de desconfianza y aversión inesperadas. Y tras ese indumento rojo como en esa poblada y risueña barba blanca siempre se esconden las más perversas y peores intenciones. El cine siempre ha explotado ése grotesco e inquietante lado oscuro de alguien a quien siempre hemos asociado con la felicidad, el portarnos bien e, indirectamente, con la Coca Cola.

René Manzor encontró la fórmula de un film algo simplificado como desaprovechado con resultados irregulares y lejos de las expectativas. Cine francés muy americano que contó con la presencia de Brigitte Fossey, actriz recordada por su gran interpretación cuando contaba tan solo con seis años de edad en el drama “Juegos Prohibidos” (Jeux interdits, 1952) de René Clément.