Pabellón de mujeres

Empecé a ver esta película un poco empezada y sin esperar que me enganchara, pero viendo la ambientación tan bien lograda (China del 1938), escuchando la música y metiéndome en la trama, no paré de verla hasta el final.

Puede que no sea una historia muy original y sea un poco previsible, pero es una bella historia de amor que debe de verse tal y como es, además de poder conocer un poco más la cultura china de aquella época.

La pobre señora Wu, después de 24 años de cumplir religiosamente con el débito conyugal, decide jubilarse a los 40 y buscar una segunda esposa a su exigente marido, cuya práctica sexual favorita es la felación. En fin, lo que en cristiano llamaríamos endilgar el muerto, en este caso más concretamente la polla.

Lástima que la pobre chica a la que elige, a pesar de ser mucho más joven, no muestra la misma buena disposición que la primera señora Wu y no termina de satisfacer al señor Wu, que acaba yéndose de putas para consolarse. Y hasta aquí puedo contar.

Me sorprende que esta película sea prácticamente desconocida porque es una verdadera delicia. Es un relato fascinante sobre la vida de una familia china rica durante los años 30, antes de la revolución comunista. Los matrimonios concertados, la violencia del sexo conyugal, el sentido del deber de la mujer china...

Intimista, delicada y llena de sutileza... Yim Ho consigue captar a base de bellos primeros planos de la protagonista el proceso que vive desde la sumisión absoluta hasta su liberación. Curioso que esa liberación llegue de manos de un cura occidental, que no es precisamente el paradigma de la libertad.

En realidad es una simple historia de amor en la que, para mi gusto, lo único que falla son algunas escenas demasiado tópicas (p.e. la inesperada tormenta y el refugio en el pajar) y un desenlace bastante predecible. De todas formas, preciosa.

Pasa mucho. Una novela muy buena y una adaptación sobreactuada, melosa y con una música falsamente mística.
Se deja ver porque está bien realizada. Pero poco más.
El final es especialmente empalagoso. Incluso insoportable. Un romanticismo de la peor especie.
Y si da entender que la nueva China comunista iba a ser la solución, ya se sabe lo que dio de sí.
La primera parte se soporta bien, pero conforme avanza empeora.

Lamentable versión de cine de estampita con romance de por medio. Ciertamente, estando Hollywood de por medio no puede faltar una historia de amor, faltaría más! Así que, en esta ocasión, un sacerdote norteamericano, muy seguro de si mismo y de su misión "arréglalo todo" rompe los esquemas de una tradicional familia china de gran riqueza y, entre otras cosas; libera a una concubina, ayuda a descubrir el amor de tres personas y lo encuentra el mismo con la esposa cuarentona del primer varón de la susodicha familia, amén de salvar a moribundas y huerfanitos mil.

Por supuesto, hay que dar un barniz moderno, aunque se use ambientación de los años treinta, para una historia manida por todos lados. Eso sí, la atmósfera de época es buena, único rasgo positivo a destacar.

Da miedo pensar los derroteros por los que camina la China actual. De hecho, que realicen coproducciones del calibre de la presente nos demuestra que, por lo menos, el cine de exportación camina por la senda más comercial, y, por tanto, menos creativa, o por decirlo de otra manera, más espantosamente vulgar.

Realmente, la película circula, en todo, por los derroteros más previsibles. Incluso que los dos jóvenes enamorados, liberados por el heroico curita norteamericano, acaben felizmente en el partido comunista es del todo imaginable a media película. Esto último sin duda parece un guiño a la política china de conciliar lo teóricamente imposible, es decir, los radicales rumbos de occidentalismo más exacerbado con el partido comunista más anticomunista.

Adaptación de una novela de Pearl S. Buck, autora americana ganadora del Nobel de Literatura por La buena tierra, es hoy una escritora olvidada, sin embargo, en los 50 y 60, fue libro de cabecera en no pocos hogares. Hija de un misionero presbiterano afincado en China, pasó allí gran parte de su vida y sus novelas supondrían una ventana a ese mundo cerrado y desconocido que era para los occidentales, China.
Hoy en día se le acusa de ser sentimental en exceso, y por eso tal vez, ha caído en el olvido y sus escritos, preocupados por la situación de la mujer, no han encontrado eco en las asociaciones feministas que se encargan de rescatar a muchas autoras.
Prohibida su lectura en aquella época en China, no fue, sin embargo, una escritora que hablara mal de aquél país. Más bien al contrario. Se muestra respetuosa con aquella cultura milenaria, aunque eso sí, no dude en censurar lo que a ella le parecía mal.
Esta adaptación es una coproducción entre China y EEUU, de carácter comercial y tiene por tanto, esos defectos de sentimentalismo y previsibilidad que le restan muchos méritos a la película. Sin embargo, en otros aspectos, es fascinante, pues nos adentra en un mundo, exótico y ya desaparecido, a través de una familia, antes de la revolución comunista, en el que nos cuentan cómo vivían las mujeres, hechas para servir al hombre y cómo la señora Wu, en su 40 cumpleaños, después de servir fielmente como una esclava a su marido, decide regalarle una concubina,( una pobre campesina muerta de hambre, casi una niña), para liberarse así, de sus deberes conyugales, y poder alcanzar su libertad espiritual.
Willem Dafoe, hace el papel de misionero, contratado por la señora Wu para ejercer de tutor de su hijo, que llevará los valores occidentales a esa casa.
Como he dicho antes, resulta un poco predecible y pierde fuelle en su segunda mitad, pero la primera parte y el tema que trata, resulta de lo más interesante y se convierte en una buena opción para pasar la velada.