After Blue

Visto la mala acogida que tuvo el film en su paso por Sitges 2021, me he animado a romper una lanza a favor suya, pues fue para mí una de las grandes sorpresas del festival austriaco SLASH.

Mandico nos trae con "After Blue" una película para nada convencional y en la que, si entras y decides sumergirte en ella, disfrutarás de un viaje sin precedentes. Una travesía por un planeta futuro y distópico habitado por mujeres y demás personajes fantásticos sacado de otra época.

Mi única pega es que, aún habiéndola disfrutado en su totalidad, sí que podría haberse beneficiado de un metraje algo menor. Aún así, no se hace pesada y no siento que el ritmo, al menos en mi experiencia, decayera en algún momento.

En definitiva, "After Blue" es un western sci-fi lésbico con una estética hipnótica, buena banda sonora y un manejo del color más que correcto. De lo más rompedor de este año, una fantasía muy de autor que me tuvo pegado a la pantalla y que se convierte en una de mis películas favoritas del año. Toda una experiencia difícil de olvidar.

After Blue, no es una buena película, pero es una obra de arte.

El cine narrativo funciona a partir de una serie de códigos, de un lenguaje que se ha ido desarrollando a lo largo del siglo XX. After Blue busca otra cosa. Pretende explorar las costuras del género, del medio, del lenguaje...

La obra de su director Bertrand Mandico se expone en museos, galerías de arte, acostumbra a elaborar performances o piezas de videoarte y en 2017 nos regaló un film como les Garçons Sauvages, que tuvo muy buena acogida en ciertos circuitos y festivales.

After blue sabe crear una atmósfera reconocible como marca autoral, y consigue impactar en el espectador (para bien o para mal), haciendo de su visionado toda una experiencia. Reconozco todas estas cualidades en la propuesta de Mandico, pero también considero que su propuesta formal se agota, y no da para los 127 minutos de metraje de After Blue.

Al final estamos ante una mezcla del no nato Dune de Jodorowsky con Barbarella y Pink Narcissus. Una especie de Westren sci-fi queer tan inaccesible como hipnótico, tan lisérgica como agotadora.

Si Flash Gordon se cepillara a Barbarella en la casa del David Bowie de 'Dentro del laberinto' en el planeta Arrakis del 'Dune' de Lynch... el engendro resultante de tal coito sería esto.

Original e insólita... sí. Insoportable y bochornosa... también.

Una bizarrada desacomplejadamente kitsch, que forma parte de la -a veces discutible- selección del Atlántida Film Fest de 2022.

La crítica internacional más selecta se ha rendido ante esta película, una 'propuesta arriesgada' (sí, sigue utilizándose esta cosa) hecha con 3 euros pero mucha imaginación, dicen. Lo de los tres euros es verdad, lo de la imaginación es, por supuesto, opinable porque la imaginación es eso, uno se cree que la tiene, pero no. Eso dice la crítica pero el público ese que va en metro y gasta su dinero puede que opine otra cosa. En mi caso, 'After Blue' me pareció algo peor que los videos de Duran Duran, Ultravox y Spandau Ballet que tanto me gustaba en mis años dorados de juventud. Es más, creo que el saqueado 'Wild Boys', de Duran Duran es muchísimo más deslumbrante que esta cosa de Bertrand Mandico quien seguro que ha visto a Simon Le Bon crucificado bajo el agua 400 veces. ¿Y el resto de la peli de qué va? Pues de una hija y una madre que van a la playa y luego a tres decorados y se encuentran con varias mujeres todas salidísimas que piden por favor que las toquen, mucho, mientras empuñan revólveres y rifles de juguetes que hacen fiuuuuuu (como en 'Blade Runner', ojo). Todo esto ya es risible, pero no hay que olvidar que va unido a unos diálogos que parecen sacados de un sombrero al azar, y a una dirección de actrices que las obliga a sufrir, correrse, sufrir, gritar, correrse y rebozarse por el barro de forma alternativa y recurrente. Nada tiene sentido pero oye, todo es tan malo que puede molar si antes se han tomado tres o cuatro chupitos de lo que sea.