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Ronda de la muerte

Western Wyatt Earp, antiguo cazador de búfalos y aventurero, llega a Wichita (Kansas), un pueblo ganadero en el que impera la ley del más fuerte. Su habilidad con el revólver le convierte en el candidato perfecto para el puesto de sheriff, pero rechaza el empleo. Sin embargo, las circunstancias hacen que se sienta moralmente obligado a imponer la ley y el orden en la caótica ciudad. (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
19 de noviembre de 2008
34 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Posiblemente el mejor de los tres westerns realizados por Jacques Tourneur. El guión, de Daniel B. Ullman, desarrolla un argumento original del mismo autor. Se rueda en escenarios naturales de Melody Ranch (Newhall, CA) y en platós de Monogram/Allied Artists Studios (L.A., CA), en 21 días, con un presupuesto superior a los de serie B, pero inferior a los de serie A. Gana un Globo de oro (Best Outdoor Drama). Producido por Walter Mirisch para Allied Artists, se estrena el 3-VII-1955 (EEUU).

La acción dramática tiene lugar en la población de Wichita (Kansas), a lo largo de unos pocos días, en 1870-75. Wyatt Earp (McCrea), hasta entonces cazador de búfalos y aventurero, llega a Wichita para instalarse y montar un negocio. Con la ayuda espontánea de Bat Masterson (Larsen), aspirante a periodista, frustra un atraco al banco. Los desmanes callejeros de los vaqueros tejanos de Clint Wallace (Sande) llenan de inquietud a los vecinos y provocan la muerte por arma de fuego de un niño de 5 años. Pese a su resistencia, Earp es nombrado sheriff del lugar para que imponga la ley y garantice la seguridad de las personas y negocios. Earp, personaje legendario de la historia real del Viejo Oeste, en el film es joven, serio, valiente y generoso. Destaca su firmeza de carácter y su obstinación al servicio de la ley y el bien común. Le mueven ideales nobles y algunas ideas fijas, fruto de su inexperiencia y juventud.

El film suma western, drama y romance. El relato se refiere a los primeros tiempos de Wyatt Earp, antes de que pasara a residir en Tombstone y protagonizara el célebre duelo en OK Corral. Todavía no es el personaje experto y romántico de “Pasión de los fuertes” (Ford, 1946). Pocos años después de la Guerra Civil (1861-65), Wichita se convierte gradualmente en un centro ganadero importante, al que acuden productores de Texas y de otros estados, como vendedores, y tratantes de ganado de todo el país, como compradores. La inauguración de una terminal del tren se espera que consolide su creciente actividad y fomente su prosperidad económica.

No todas las consecuencias del fenómeno son positivas. Los vaqueros de las caravanas de ganado que llegan a la ciudad se emborrachan, alteran el orden público, provocan algarabías y peleas y crean situaciones de peligro para la integridad física y la vida de las personas. Ante estos hechos, Earp adopta decisiones drásticas e inflexibles, que defiende con obstinación e intransigencia. Por otro lado, las fuerzas vivas de la ciudad (comerciantes) temen que las medidas de Earp reduzcan sus ventas y sus beneficios. Movidos por visiones parciales, actitudes cínicas y posiciones intransigentes, algunos comerciantes reclaman el relevo del sheriff. La evolución de los hechos y los cambios de actitud personal de los personajes determina que la situación derive en un final que suma elementos más o menos previsibles y componentes relativamente sorprendentes.

(Sigue en el spoiler sin contar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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24 de mayo de 2008
25 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asistimos, de la mano de Tourneur, al nacimiento de una ciudad del Oeste americano, de una nueva Babilonia sin jardines colgantes, agraciada con la fortuna del ferrocarril, que los prohombres capitalistas del lugar han conseguido acercar a la "town" para favorecer sus intereses comerciales.

Somos privilegiados espectadores contemplando un espléndido y colorista tapiz donde las suavidades pictóricas se entrelazan con el sonido desenfrenado de las balas, donde los principios morales se corrompen con facilidad ante la previsión de beneficios y la cuenta de resultados...

Cinismo por doquier. La ley del dinero frente a la ley de la horca. Pero...

La música redobla. Llegó Wyatt Earp. El marshall incorruptible como el brazo de Santa Teresa. La horma del zapato de cualquier ganadero delincuente, facineroso y forajido. Llega sin apenas hacer ruido, como el que no quiere la cosa... ¡Tirar las armas, muchachos, que habla en serio!, con el poder que le da la puntería y el plomo entre ceja y ceja y su aplomo en las más duras circunstancias.

Western genial de Tourneur, director al que ya califiqué en Tierra generosa, de diferente y cuyo retrato del salvaje Oeste es bastante menos salvaje y mucho más humano. Donde la violencia no es solo un gaje del oficio sino que es muerte de bandidos, pero también de mujeres y niños, y eso provoca dolor, indignación, rabia...

Joel Mc Crea me ha parecido el Wyatt Earp más auténtico de cuantos han pasado por las pantallas cinematográficas, a la altura y sin desmerecer a Henry Fonda en Pasión de los Fuertes. No obstante, la complexión de Fonda no daba demasiado la talla, circunstancia que, evidentemente, superó a base de cualidades artísticas.

La música introduce y acompaña una historia que si bien no es absolutamente concordante, hecho a hecho y fecha a fecha con la del sheriff más reconocido del Wild West, se ajusta en lo fundamental, que es de lo que se trata. La fotografía en technicolor casi pastel y la filmación en Cinemascope son el complemento ideal de una historia atractiva y un guión sólido.

El resultado: Aunque un tanto escondido en el cajón de los olvidos, uno de los mejores westerns de todos los tiempos.
FATHER CAPRIO
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2 de agosto de 2014
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tremenda exhibición de Jacques Tourneur, un director que estaba acostumbrado a manejar los escasos medios con los que solía contar con una eficiencia formidable. Para "Wichita, ciudad infernal" no contó con John Wayne, pero al menos yo no lo he echado de menos, ni a él ni a ningún otro nombre propio de mayor magnitud. Wyatt Earp es aquí Joel McCrea y no necesita comparaciones, va sobrado, calzando guantazos cuando hace falta, disparando y mandando con la chulería necesaria para sobrevivir en el "far west". Y con honestidad, que para eso es el bueno.

Jacques Tourneur demuestra su versatilidad y dirige una película del oeste imprescindible para todo buen seguidor del género. Tal y como yo entiendo las películas del oeste necesito sentir la mala leche de los malos, vivir la intensidad de momentos cumbre imprescindibles como los tiroteos y observar desde la comodidad del sofá la acción única de los galopes a caballo. Son elementos imprescindibles que han de aparecer sí o sí, el cine ortodoxo existe porque existen las películas del oeste, porque hay sheriffs, vaqueros, salones donde se bebe whisky directamente de la botella y ciudades con legisladores pasajeros como Wichita. ¿Y qué decir de los duelos? ¿Hay algo tan emotivo como jugarse la vida en el acto de ser el más rápido desenfundando la pistola? Esta película lo tiene todo.

A Tourneur sólo le hace falta un poco más de una hora para explicar una historia completísima sobre uno de los personajes históricos más clásicos del lejano oeste, Wyatt Earp, con la originalidad de ofrecernos un pedazo de su biografía anterior a los hechos que lo hicieron famoso en Tombstone, Dodge City y todo aquello que tantas veces se ha visto en el cine. Estos son los inicios del incorruptible Earp, que casi por casualidad inicia su estrecha relación con la ley y el orden. En Wichita queda claro quién manda y Tourneur ejemplariza al resto de mortales con una película del oeste como una casa. Puede que sea poco conocida, pero hay muy pocas que valgan la pena de principio a fin como "Wichita, ciudad infernal".
Luisito
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24 de mayo de 2007
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un gran wenstern, que se eleva por encima de lo standard gracias a la refinada dirección de Tourneur. La historia de Wyatt Earp (Joel McCrea) poniendo orden en una ciudad llena de maleantes, tiene un toque de gentileza poco frecuente en el género, y buenas interpretaciones.
Txiqui
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25 de agosto de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película breve y sintética, apenas emplea 80 minutos, y sin embargo transcurre con una placidez y una calma absoluta, utilizando la elipsis en el momento oportuno, la armonía de los encuadres, con predominio de las líneas rectas y diagonales, filmando grandes escenas sin abusar del énfasis. Con grandes dosis de violencia y sin embargo es la película menos violenta en su puesta en escena de lo que cabe imaginar. Un prodigio de narrativa clásica del cine americano, aunque con esa faceta específica que tiene Tourneur con su maestría habitual, que nos cuenta una historia que hemos visto muchas veces, pero contada de otra manera. Una película que no cuenta nada extraordinario pero lo que cuenta sí que está extraordinariamente contado.

Ambientada en la localidad de Wichita (Kansas), la película proporciona un retrato muy poco romántico de uno de los héroes del western, la figura legendaria de Wyatt Earp (Joel McCrea). Tourneur presenta a Earp como un hombre realista, lúcido, cotidiano, muy alejado de esa aura de mito. Es una excelente muestra de western en el que se tensan las relaciones entre el individuo y colectividad. Earp llega a Wichita y las fuerzas vivas del lugar ven en él a la persona idónea para hacer prevalecer la ley. La llegada del ferrocarril hace que veamos como la ciudad crece a medida que avanza el film, la cantina, las chicas, el periódico, el centro ganadero que atraerá a cientos de personas. Pero el crecimiento progresivo de Wichita exige el abandono de la ley del más fuerte y Wyatt Earp como Sheriff, desea hacer cumplir la ley, prohibiendo las armas en la ciudad pero sus métodos son inflexibles y pronto los que le contrataron empiezan a creer que es un estorbo para el desarrollo económico del lugar.

Jacques Tourneur filma un western ejemplar que lo podría firmar el mismísimo Fritz Lang por la similitud en lo austero, en la excelente utilización del scope, componiendo la puesta en escena, jugando siempre con el color y las sombras. Hay un planteamiento político y económico que subyace en el film, así como un alegato por la libertad de expresión, la prensa como elemento de opinión. La historia de amor que protagoniza Laurie (Vera Miles) con Earp es un prodigio de economía de planos precisos y bellos para contarnos ese amor eterno. Los diálogos son extremadamente inteligentes y lacónicos como este:” La prudencia es la mejor cualidad del valor”. Una joya del western que no es de serie A ni B, es de Jacques Tourneur, uno de los grandes.
Antonio Morales
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