El espía submarino U-29

Eso es lo que demostraron tener Michael Powell y Emeric Pressburger en esta película, que inauguraba una fructífera colaboración de muchos años. Y es que el argumento del filme, una trama de espionaje alemán que trata de obtener información sobre la flota británica durante la Primera Guerra Mundial, se ajustó como anillo al dedo al clima prebélico que se vivía en el Reino Unido allá por las fechas en que fue producido (1938/39).

Hoy en día el desarrollo de la película resulta un tanto obvio, y parece difícil que las situaciones mostradas sorprendan al espectador; sin embargo, esto no es culpa del realizador ni del guión, sino de lo muy acostumbrados que hoy estamos a los códigos característicos de este tipo de historias. En cambio, en 1939 los espectadores no lo estaban tanto, y esta obra puede considerarse como un pistoletazo de salida para la infinidad de producciones similares que inundarían las pantallas durante las décadas siguientes (a los espías de la Segunda Guerra Mundial les sucederían los de la Guerra Fría, etc).

Entre las virtudes del filme yo señalaría la fluidez y naturalidad con la que Powell nos cuenta la historia, una correcta fotografía, con tendencia a la nocturnidad, y "el guión de la casa" característico de Pressburger, que sin ser maravilloso, resulta siempre fresco, rico en diálogos realistas, y logra, en muy pocas líneas, sugerir el carácter de los personajes. El diseño de producción, a cargo de Vincent Korda (Alexander Korda ponía pasta), es francamente bueno para la época, destacando especialmente en las secuencias localizadas en barcos y submarinos. La música, del prolífico Miklos Rozsa, subraya los momentos álgidos de la narración, y en conjunto acompaña bien el desarrollo de la película. Las interpretaciones son aceptables en general, sobresaliendo la de Conrad Veidt (el Cesare de "El gabinete del doctor Caligari"), que encarna enérgicamente al capitán de submarino Hardt.

Filme redondo y sencillo, que se ve siempre con agrado, queda en la memoria por su oportunismo (esto nunca es malo, sino más bien una prueba de perspicacia), y por reunir a un dúo tan eficaz y compenetrado, que habría de proporcionar grandes satisfacciones a los aficionados al cine en los años siguientes.

Habitualmente no escribo críticas pero, de vez en cuando, me salto esta norma cuando encuentro alguna “joyita olvidada”.

Es curioso pero esta película, además de aprovechar la oportunidad como nadie, tendría que haber creado estilo no solo en la temática (como bien reseñaban por aquí) sino también en las formas.

Es muy agradable ver que además de un excelente guion (nada que envidiar a grandes títulos de intriga orientada al espionaje), se trate a los personajes con un tacto y una exquisitez que se echará en falta durante décadas y décadas después. Todo esto pesar de estar rodada en Inglaterra (contrincante de Alemania en dicha contienda) y en plena escalada de hostilidades (fue rodada meses antes de desatarse IIGM) ambos bandos y sus personajes son tratados por igual.

En cuanto al titulo en sí, nunca me ha gustado que me desvelen detalles de guion cuando leo una crítica, pero si diré que es una intriga muy bien articulada, sorprendentemente “humanizada” y encima mantiene la tensión hasta el desenlace. En pocas palabras: Muy muy recomendable.

Atentamente.


César S. García.

Quizá sea por la figura del motorista de negro y la casa en la noche la extraordinaria ambientación que adquiere el relato. Un tipo misterioso que llena de intriga las sugestivas imágenes que van a continuación.

Asistes a las señales luminosas durante la noche y ya eres uno más en la acción. No entras en las terribles consecuencias de la guerra. El interés te absorbe y no estás en un bando o en el otro, sólo te preocupa la misión, como un espía más.

De nuevo Conrad Veitd, el motorista de negro, espía que no renuncia a la sensibilidad, contactando en terreno enemigo para maquinar contra el destino. Creo que el planteamiento, las maneras y el guion convierten el relato como de ensueño, con un romanticismo muy alto, y más con la aparición de alguien tan admirable como la maestra del pueblo, de una elegancia absoluta.

Todo el valor posterior del film viene precipitado por el espléndido inicio y sigue esa línea, creando una fuerte intriga como estela. Una película interesante, bien realizada y muy realista en el concepto histórico. Argumento legendario, ejemplo de peripecias ya impensables. Superpone una delicada atmósfera poética sobre el secretismo de la misión desde el momento en el que la contraseña fue decir: “Una vieja leyenda inspira mi corazón”.

A primera vista, la principal particularidad de esta película es su tratamiento de un tema bélico sin el menor asomo de maniqueísmo. La trama de espionaje que nos lleva de una escena a la siguiente no es más que una elegante excusa para ofrecer un relato acerca de la imperturbable maldición de la guerra, y cómo una serie de personajes unidos en el fondo por lazos de fraternidad universal son conducidos hacia la tragedia por una maquinaria de destrucción superior a ellos. La cinta esta llena de rarezas que la convierten en una joya escondida, desde mostrar al enemigo alemán como un ser humano igualmente lleno de nobles principios, forzando además al espectador inglés a ponerse en su piel al convertirlo en el protagonista, hasta detalles de guión de una extraña poesía, como esa elíptica pipa de fumar con la que se abre y se cierra el film. El resultado es una obra atípica por su humanismo, a años luz de las miles de aproximaciones propagandísticas al tema bélico que se avecinaban en los tiempos de la guerra que estaba por venir, y mucho más un sentido retrato de las contradicciones de la existencia, pintado con una variada escala de grises donde el blanco y el negro, el bien y el mal, pueden con frecuencia manifestarse a la vez, en el mismo punto, en los pensamientos y en los actos de un mismo ser humano.

Una película breve e intensa, precursora en muchos aspectos y aunque pudiera resultar en algún tramo algo previsible, la misma historia avanza con una naturalidad plácida. Eso, si es que pudiera ser plácido el trabajo de infiltrarse en territorio enemigo con la intención de liarla gorda. Pero el trabajo es el trabajo y la guerra es la guerra. Si opino que la historia es plácida y sosegada es porque hasta su final apenas hay violencia, todo lo contrario, las buenas formas prevalecen y el lado puramente humano del espía aparece. Estamos en 1939, el contexto prebélico pudiera empujar a enseñar a los alemanes como monstruos y es todo lo contrario, sienten y padecen.

A menudo resulta demasiado oscura, pero hasta eso es perdonable, no olvidemos que su mismo título ya previene la negrura. Dentro del espacio mínimo de un submarino, esquivando controles en tierra firme y en el desatado desenlace, el protagonista es un oficial alemán. Y lo que más me asombra es que es imposible que un personaje así caiga mal. Por eso me parece maravilloso que la película sea inglesa. No obstante, y pese a que no se trate de una obra maestra, sí la catalogaría de ejemplar en muchos aspectos. Y lo mejor de todo es que entretiene una barbaridad, que para eso vemos cine.