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Expulsados 1609, la tragedia de los moriscos

Documental. Drama En 1609, el rey Felipe III tomó una de las decisiones más polémicas de la historia de España: la expulsión de los moriscos. Gracias a este documental, es posible descubrir cómo se llevó a cabo una expulsión de tal magnitud, así como quiénes eran realmente los moriscos. (FILMAFFINITY)
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
7 de mayo de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si bien se nota a la primera de cambio que se trata de un documental español, con todo lo malo que eso conlleva, como unas interpretaciones bastante flojas, también es cierto que contiene detalles interesantes aportados por varios expertos que ampliarán nuestros conocimientos de lo que ocurrió en España a principios del siglo XVII, cuando tuvo lugar la injusticia a la que alude el documental. Es este por tanto un interesante recurso en su parte didáctica, pero una película floja en los fragmentos dramatizados.
vaga4ever
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20 de agosto de 2021
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bebían los vientos, por nosotros, por supuesto.
Solo le faltó decir al narrador de este cuento documental que los cristianos estaban invadiendo su propio país o tierra, Hispania/España para más señas o lo que aquello fuera en ese mismo momento si no te gusta esta palabra tan mala/basta, ni conquista ni reconquista ni hostias o leches, cada término vale un imperio, mi reino por el verbo, se dejan la vida los hunos y los jotros en el intento de colonizar el lenguaje con intenciones nada buenas, bellacas, espurias, estos sí, tantos, bellos historiadores, que eran ignominiosas e imperialistas fuerzas de ocupación en territorio extranjero, como en América la otra poco más o menos, que los moros eran los aborígenes, como los mayas, los aztecas o los incas, que estaban en la península desde Adán y Eva, antes siquiera de que el profeta Mahoma en la imaginación de nadie estuviera, y que los cristianos cayeron allí desde la luna, extraterrestres perversos, marcianos siniestros, alienígenas funestos, terribles depredadores que llegaron para usurparles sus tierras benditas, regadas con su sangre, sudor y lágrimas durante milenios, ¿cómo pasó en Catalunya hace nada, ahora mismito, y pasa siempre por otra parte?
Esa voz contadora es claramente tendenciosa y maniquea, hasta decir basta, una bosta, no tanto los profesores universitarios que aquí aparecen y que matizan un tanto el discurso tan sectario y hasta exaltado/endomingado de los autores de este hecho audiovisual histórico premonitorio.
Los moros eran los más sabios del mundo, dominaban/reinaban completamente tanto en la ciencia como en la letra, en las artes y en la medicina, no paraban de salvar vidas impías, en la arquitectura y en la economía, los más buenos, generosos, juiciosos, trabajadores, prósperos, humildes, sensibles, respetuosos, generadores de riqueza y plenitud y hasta los del mejor comer ya puestos, los precursores o pioneros de lo que hoy conocemos como la dieta del mediterráneo y que disfrutamos tanto, tan rica en frutas, verduras y aceite, nada de maligna carne.
Los cristianos, muy por el contrario, eran cerriles, intolerantes, intransigentes, estúpidos, vagos, majaderos, mamarrachos, cortos de miras, cobardes, envidiosos, abusones, cafres, cutres, expoliadores, explotadores, bárbaros, salvajes y, obviamente, tremendamente xenófobos e increíblemente racistas, a manos llenas de todo.
Los moros inventaron y conocieron cada átomo del universo, fueron siempre los primeros, los cristianos se aprovecharon de ello, de tanto constante y nada agradecido saqueo.
Y a pesar de todo, de todo lo que conseguían cada día a cambio de nada, tanto beneficio sin ningún esfuerzo, los echaron, a trescientos mil nada menos, como renunciar a una pensión vitalicia de un millón de euros cada año por la cara, pues eso hicieron los muy tontos, cabestros, cenutrios, nada ambidiestros, a toda esa pobre y buena gente que había nacido en España, españoles de pura cepa por tanto, igual que el resto, aunque en muchos casos, o no tantos (los moriscos sí que abrazaron la religión cristiana finalmente, presionados/obligados muchas veces y, claro, con reparos, no siempre del todo, solo aproximadamente, si eso es posible), no compartieran credo, eran más bien musulmanes, entre 1603 y 1609, en plena crisis económica española, bancarrota hace nada, y metida en infinidad de guerras tan caras, en todos los sentidos, por todo el mundo, cuando el imperio mostraba ya algún signo de agotamiento, pero en verdad todavía estaba en su pleno apogeo, mandaba de lleno.
Se dan datos muy interesantes, se apunta al miedo a las sublevaciones moriscas (que se las descarta aquí de un plumazo, se dice que miedos infundados ya que se les había quitado las armas), a la influencia otomana en forma de ataques piratas que podían ser propiciados o alentados por los musulmanes hispánicos y a la difícil asimilación cultural como posibles motivos de la expulsión, pero todo se niega sin aspavientos, se considera o falso o absurdo, excusas de mal pagador, bagatelas inventadas para justificar una expulsión claramente injusta y muy chapucera que solo se podría explicar como producto indudable de la idiotez y la cerrazón irracionales, clericales, regias, populares, abismales, idiosincrásicas, tan cristianas y españolas, intemporales, legendarias, qué duda cabe, pero quedan relegados, utilizados como mera coartada para una perorata burda, muy partidaria, moriscos, nosotros sí, en la distancia del espacio/tiempo, os amamos. Y claro, quién va a ser el necio que se atreva a negar su gran legado, tanta hermosura, yo no, por lo menos, tanto bueno que nos dejaron, sus huellas imborrables, en ocasiones tan bellas, eternas, todo lo que hemos heredado y disfrutado el resto, todas las siguientes generaciones, empezando por el lenguaje, la madre de todo esto, lleno de palabras de procedencia árabe, esa inmensa riqueza cultural, esa fértil mezcla, pero la Historia nunca puede ser mostrada como un hecho o proceso tan palmario o parcial, la mirada debería ser otra, o eso creo, más abierta y comprensiva, más compleja y distante, no esta tan acusada y descarada, tan marcada y descastada, grosera en su malsana evidencia.
Al final están a un paso, a nada, de decir que España acabó perdiéndolo todo con el paso de los siglos por haber echado a los moriscos, el pecado original, el error maldito, que fue casi la exclusiva/definitiva causa de ese lento deterioro, de tanto penoso derrotero o por lo menos su metáfora o compendio, ya que con ellos se fueron los mejores españoles, los únicos valiosos o buenos, la clave de tanto pasado éxito, el verdadero sentido, su meollo.
En fin, otra oportunidad perdida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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