Doctor Who: Las semillas del mal (TV)

Aunque menos conocida y valorada, el Doctor Who siempre ha tenido una interesantísima vertiente hacia el terror, sea clásico o entroncado con los distintos seres alienígenas que pueblan su rico universo fílmico. Ello enriquece, aún más si cabe, las historias del buen Doctor.

En este extenso -quizás demasiado- ciclo, el mejor Doctor Who de la serie en su conjunto, el genial Tom Baker, se enfrentará a lo que procede de unas vainas alienígenas halladas en la Antártida. Obra con numerosas conexiones cinematográficas, desde "El enigma de otro mundo"- donde también el alienígena es vegetal y maligno- a los filmes como "La invasión de los ultracuerpos", "Blob, el terror no tiene forma" o "La mosca", mezclando una forma alienígena parasitaria y metamorfoseadora tremendamente hostil y letal, sin un ápice de moral o ética, capaz de controlar todas las especies vegetales, junto a un chalado millonario sectario y psicópata que gusta de triturar a sus incautos prisioneros en una temible máquina para hacer compost, un chalado al más puro estilo de los villanos de James Bond, con su propio ejército uniformado de fantasía y un sicario a sueldo, un chalado que exige que no se torturen a los árboles para hacer bonsais.

El Doctor sufrirá de lo lindo, entre el chalado, su sicario y la entidad alienígena, y si no te producen rechazo los sencillos efectos especiales, te resultará amena y divertida. Tenemos acción, terror, persecuciones, monstruos y amenazas insospechadas. Y este Doctor, a diferencia de otros, ejerce un sanísimo humor negro con el que desarbola a sus contrincantes y hace disfrutar a su seguidores.