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La ciambra

Drama En la comunidad gitana de A Ciambra, universo sin ley, la familia es lo primero. Así lo ve Pio (Pio Amato), de 14 años, cuyo modelo de conducta es su hermano Cosimo (Damiano Amato). Cuando éste va a la cárcel, Pio ve la oportunidad de demostrar su hombría proveyendo a la familia de peligrosas maneras. Pero ser adulto tiene un precio muy superior al que imagina. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
6 de abril de 2018
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No conocía el cine de Carpignano, un joven director neoyorkino de origen italiano, cuyo segundo film, La Ciambra, se estrenó en Buenos aires. Su primera película, Mediterránea, permanece aún sin estrenar.
El film es una historia sobre una familia de gitanos que trascurre en La Ciambra, un villa miseria en Sicilia, en el sur de Italia, en medio de un lugar que no solo es reconocible por sus hermosos paisajes, y la mafia sino también porque es puerta de entrada de las corrientes inmigratorias provenientes de Medio Oriente y el norte de África dando lugar al asentamiento clandestino de miles de personas en estado de precariedad económica y habitacional.
No obstante ello, no estamos ante un film coral sino ante una historia de crecimiento personal, la de Pío, un adolescente que debe crecer, hacerse un hombre como consecuencia que tanto su padre como su hermano son llevados presos por la policía, dado que son agarrados infraganti en un robo de autos. Cabe agregar que la mayoría de los gitanos pobres que viven en la zona se dedica al robo de autos para revender las autopartes.
El film es también una historia de encierro, la de un joven que no puede escapar a su destino. La de alguien que sabe que tiene que ayudar a su familia y dada su juventud, es incapaz de salir de su encierro familiar.
Y es también una historia sobre la amistad y la traición, de la incapacidad de sostener una amistad, de recibir ayuda y principios de vida que nunca podrá llevar a la práctica porque vive encerrado en una familia en la cual se deben respetar costumbres ancestrales. Es también la descripción de un pequeño mundo donde las mujeres solo existen para atender la casa y al hombre, y los hombres para ganar el pan nuestro de cada día, cualquiera sea su forma.
Carpignano recrea esta pequeña historia y la hace grande siguiendo el devenir de Pío, a quien sigue con su cámara con disciplina y la rigidez necesaria como para describir a un adolescente que no solo vive las cuestiones propias de su edad sino también se ve necesitado a crecer de golpe.
Contada con cámara en mano con un registro de tipo documental, Carpignano va sumando anécdota tras anécdota personal y familiar para poder armar un momento en la vida, la adolescencia, de un personaje real víctima de los mandamientos familiares.
Los resultados son más que positivos. Si bien La Ciambra es un film lento en su principio, se va afianzando en la medida que su personaje principal va cobrando cuerpo y entidad dramática, a la vez que va concentrando sobre si la mayor parte de la anécdota que se desarrolla . Si bien el objetivo inicial de Carpignano pareciera ser la pintura de toda una comunidad, con dedicada paciencia narrativa va quedando delineado su personaje principal, el cual va asumiendo un protagonismo absoluto a partir del cual su película se transforma en un documento notable sobre la inmigración descontrolada, la falta de oportunidades, la falta de adaptación a las nuevas costumbres y la inevitable marginalidad a la que son condenados millones de refugiados que solo aspiran a tener una vida mejor.
Charly Barny
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7 de octubre de 2019
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Filmada con actores no profesionales –los propios habitantes del “barrio” donde se desarrolla la acción– la película nos narra una vertiginosa historia de iniciación, no exenta de ternura, de la que emerge el peso aplastante de la familia, único asidero posible en esas sociedades donde el Estado sólo aparece en forma de policía.

(Hubiera merecido más puntuación de no ser por el uso agresivo de la cámara en mano y sus derivados -ultraprimeros planos, imágenes desenfocadas, movimientos súbitos de uno a otro personaje- que acaba agotando. El tono documental de la película ya estaba lo bastante claro como para no cargar las tintas hasta ese mareante punto.)
Juan Pini
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12 de septiembre de 2020
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El recurso de utilizar una cámara en mano durante dos horas siguiendo al protagonista podría resultar un ejercicio agotador, en algunos pasajes pareciera que no va a ninguna parte, pero este director ítalo-americano tiene algo que contar: el rito de iniciación de un gitano inmerso en una barriada donde conviven distintos grupos de inmigrantes. Es demasiado joven, tendrá catorce años, su hermano y su padre todavía no lo consideran apto para participar del negocio familiar. Vive rodeado de hermanas y primas que seguirán los pasos de la madre en la cocina. Es un mundo machista, muy elemental y para convertirse en adulto habrá de proveer a su familia.

La película es nocturna y gira en torno a música bulliciosa, la banda sonora integra esos elementos: el ruido y las luces parecieran silenciar la pobreza.

Lo único que une a estos grupos es la pobreza y el participar de la cadena delictual, pero el racismo siempre está aguardando a la vuelta de la esquina.

El tema de iniciarse en el sexo es importante, pero para ser un verdadero gitano hay que robar y engañar para los suyos.

En las noches, si te apartas de las luces, verás arder las casuchas de los que se oponen a los dueños de la calle. Los italianos no aceptan que desafíen su autoridad, simplemente asesinarán y quemarán las casas para infundir respeto y amedrentar al resto que consideran subhumano. El fuego es la forma ancestral de iluminar la oscuridad para dejar al descubierto la miseria.

Toda la acción transcurre en Calabria, lugar enclavado en el sur de Italia donde sus habitantes han llegado en sucesivas oleadas en busca de oportunidades. No es un lugar propicio para forjar amistad, los valores humanos brillan por su ausencia. El lugar es un pequeño infierno de seres desconfiados que viven dentro de sus propios círculos. Fumar y beber son mecanismos para soportar a los otros, un mundo cruel y egoísta. La policía es el enemigo y la familia es la protección. Pero ésta exige códigos, robar al que está más abajo en la cadena.

Hay algo de documental en ir tras los pasos de Pio Amato, pero el director está tan encima del muchacho, que hasta podemos oler sus pensamientos. Jamás juzga a sus personajes, ni a los italianos ni a los africanos, simplemente nos muestra el mundo de los refugiados e inmigrantes, de manera descarnada y honesta, aun cuando al hacerlo descubramos que este es uno más de los patios traseros de Europa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Anibal Ricci
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10 de agosto de 2018
1 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aborda la exclusión social al estilo "Ciudad de Dios" pero con poca acción, poco diálogo y un desarrollo lento. Solo un pantallazo de los atracos del adolescente protagonista, los peligros que atraviesa y su desamparo social que deriva en adicción por el tabaco, analfabetismo y deserción escolar. Una problemática cruda apuntada a la reflexión pese a que se torna densa por momentos. Regular.
Darío Lapicki
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