Retaguardia

Este es un western poco conocido y que encierra bastantes méritos para haber estado, si no en primera línea de los westerns, por lo menos estar en un lugar apreciado. Bien dirigido por David Butler y con un guión notable, narra una típica historia de la lucha entre el Ejército de la Unión y los indios, muchas veces vista, y donde el argumento no aporta nada nuevo sobre el tema, pero el principal mérito es la realización del film. Hay secuencias de gran brillantez cinematográfica por lo bien rodadas que están, y con unos planos envidiables, amenizadas con una música bastante inspirada del maestro Dimitri Tiomkin En conjunto resulta ser una película entretenida y sobre todo creíble.
El reparto no contiene estrellas de renombre, pero todos cumplen ampliamente con su papel.
Se presenta este film en formato anamórfico (Cinemascope), aunque en su comercialización durante su estreno se lanzó como el nuevo sistema Vistarama, no obstante, parece ser que, hubo otras versiones de formatos para este film.

Por una vez la versión española del título de la cinta tiene sentido. Porque a "Retaguardia" marchan las tropas de la Caballería cuando acompañan a las de Infantería que escoltan las caravanas de colonos que marchan al Oeste. Desplegadas o en doble hilera.
Notable y vigorosa película que por lo visto en reseñas y valoraciones ha pasado bastante desapercibida. Con la excusa de acompañar en su camino a una caravana de civiles, un excelente guión plantea varios tipos de enfrentamientos poco usuales en el western. De una parte el que se da entre infantes y caballeros del Ejército que se expone sin tapujos en frases como "Infantería tiñosa, ridícula y fantasiosa", o "Con la caballería nunca sabes donde empieza mulo y donde termina el jinete". De otra el que se produce entre los militares "de carrera" y especialistas como los médicos, que motiva quejas del tipo "El aceite de ricino no sirve para dirigir el Ejército", o bien "Un matasanos no puede dar órdenes a la Caballería". El orgullo castrense por encima de todo.
Más interés ofrecen todavía las consideraciones éticas que plantean algunas situaciones de riesgo epidémico en la comunidad. El peligro de la viruela o de la varicela y la posibilidad de trasladarla a las tropas e, incluso, a las poblaciones indígenas enemigas. La destrucción de fomites, vacunación, "inmunidad" (literal en los diálogos), los tratamientos o los conflictos entre médicos que tienen diferente visión de la enfermedad. En fin, una serie de asuntos bastante originales en el género que, en general, están muy bien tratados.
Y es que nos encontramos con una estupenda película, con un sólido guión bien llevado, dignos actores, buena música y magnífica fotografía con excelentes encuadres panorámicos que muestran hábiles movimientos de masas.
Hay algo más, hay mucho más que las tópicas cabalgadas y cargas a toque de corneta.

Buena película, muchas veces contada y siempre entretenida. La historia de un hombre normal que en circunstancias extraordinarias se comporta como un héroe. No pretendía serlo, simplemente lo fue. Bien rodada, muy realista, una pequeña joya. No puede elevarse a la categoría de mito del Oeste, obviamente. Un buen guión de Samuel Fuller, una música que acompaña de gran calidad del maestro Dimitri Tiomkin y unas escenas de caballos y paisajes bastante razonablemente bien trazadas.
No tiene siquiera grandes actores, Guy Madison, un actor mediocre, con muchas películas, pero casi todas de serie B, y Joan Weldon, una actriz que sólo intervino en 14 películas, redirigiéndolas su carrera hacia la televisión.