El grandioso hombre de Pekín (Goliathon)

Es tan sumamente cutre que no puedo darle más puntuación a una película que no es tediosa ni aburrida. Te lo puedes llegar a pasar bien viendo Goliathon, y casi siempre es lo que más valoro, pero es imposible hacerse el ciego y obviar el cúmulo de cutreces que vemos en la película. He visto centenares de películas del género de hace muchísimos más años que tenían mejores efectos y trucos que las bobadas que se ven en la película de Meng Hua Ho, que además es de 1978, que no estamos hablando de los orígenes del cine.

Evelyne Kraft es lo único que reina por encima de tanta mediocridad. Su personaje, claramente objeto de deseo por aquel entonces, viene a ser una especie de Barbarella amazona que no ha conocido los placeres carnales del hombre blanco (bueno, ni de ningún otro ser que sepamos). Así, tendremos una película que está en constante tensión sexual y en la que el espectador estará más pendiente de ver si se le baja un poco el trapito a la actriz en lugar de de fijarse en el gorila de chorrocientos metros que tiene delante destruyendo la ciudad. Quizá sea mejor, porque como digo es todo tan cutre que cualquier distracción irá a favor del resultado final.

A pesar de todo, como digo, es considerablemente divertida.

Los hermanos Shaw, míticos productores de Hong-Kong, tan míticos como Golan y Globus de la Cannon, decidieron probar suerte en esto de los Kaiju-eigas, un género tan japonés. Aprovechando el éxito de la versión estadounidense de King-Kong del año anterior, que popularizo a Jessica Lange, decidieron rodar su propia y muy china versión. Otra cosa es que el guión sea una colección de chorradas, absurdeces y bizarradas varias.
Me arremango y os lo comento. Aquí no tenemos una Isla Calavera, sino que el simio gigante estaba dormido bajo las rocas del Himalaya y despierta, muy enfadado, por un terremoto apocalíptico ¿Que comía hasta entonces? ¿Estaba hibernando por siglos? El caso es que los nativos del Himalaya se enfrentan a él, ya que los pisa como hormigas, con lanzas y ...¡catapultas! ¿Desde cuando en los pueblos de montaña guardan catapultas? Pronto se entera un empresario chino -apunte: si yo fuese chino me avergonzaría de la imagen que dan de mis paisanos- y decide ir a traérselo, no se como si va con tres carretas. Por el camino les atacan elefantes, tigres y abandona al jefe de la expedición que han contratado. El susodicho empresario solo piensa en forrarse y le importa poco la vida de sus compañeros de correrías. Tampoco le importa mucho la fauna local - no paran de asesinar animales - y con el tiempo pasará a ser un contumaz violador. Por el camino, el protagonista, que era el jefe de la expedición, se encontrará con una exuberante rubia suiza que vive en la selva cual Tarzán y ha sido criada por el simio. ¿Pero lo del simio gigante no era una noticia reciente? ¡Si la chica tiene veintitantos años! Espectacular belleza la de Evelyne Kraft, muerta muy joven, y que dejó pronto el cine para casarse con un rico heredero. Como actriz no es que fuese muy buena, tampoco ayuda que todo el rato, sea en la selva o en Hong-Kong, esté vestida con un taparrabos de piel y corra descalza. Y que la gente no la mire. Pero los espectadores ...sí.
Tras diversas vicisitudes, el mono, la rubia y el chino acabarán en Hong Kong. El mono será maltratado por los sicarios del empresario - supongo que babearán pensando en la bilis que pueden sacarle para esos medicamentos chinos para el vigor sexual- la rubia será violada por el empresario y el novio chino ni se entera, como en toda la película. A partir de ahí empieza el modo "Kaiju-eiga" del filme: el mono se escapará y empezará a destruir edificios, acosado por tanquetas, soldados y helicópteros, en imitación al filme setentero de King-Kong. Se sube a un edificio- creo que es el Jardine House, con 178 m de altura - y pasará lo que suele pasar a todos los simios que se encaraman a los edificios. La duda es si la cantidad de plomo que le han metido lastra el cuerpo para que caiga más rápido.
Si la historia es de lo más tópica, los personajes son paródicos, llevándose la palma la rubia fogosa que no se cambia de taparrabos en todo el filme. Merece mención aparte el aspecto técnico: todo lo relacionado con las maquetas están bastante conseguido, tanto el terremoto inicial en el Himalaya, combinando imágenes del poblado construido exprofeso con las de una maqueta. Tampoco están nada mal las correrías del mono por Hong-Kong. Para ello contaron con los japoneses Sadamasa Arikawa, Kôichi Kawakita y Keizô Murase, bregados en los originales kaijus japoneses. La mascara del simio, en ocasiones, un rudimentario animatrónico, o el brazo construido a escala son bastante deficientes y, sobre todo, el traje del simio parece de todo a 100 y despeluchado. Otro detalle "japonés" es ver como se iluminan las explosiones en el cuerpo del simio. Ahí sí se lucen.

Como conclusión, estamos ante una mediocre imitación hongkonesa de filmes kaiju-eiga y de King Kong, con medios pero sin talento, con un guión que quizás escribió algún estudiante de primaria mientras acababa sus ejercicios de matemáticas.

Japón bajo el terror del monstruo (1954), primer film de la saga Godzilla, dio el pistoletazo de salida al género del Kaiju-Eiga, el cine de monstruos japoneses, cuyo mayor momento de gloria lo encontraríamos desde finales de los 50 (con producciones como Mothra o Los Hijos del Volcán) hasta la sobresaturación de los años 60 donde experimentó una rápida decadencia al final de la década. La Toho monopolizó la mayoría de estas producciones aunque otros estudios japoneses quisieron llevarse también una parte del pastel como la Daiei (con Gamera o la trilogía Daimajin) o la Shochiku (The X From Outer Space). La fiebre por el kaiju se trasladó a otros países como la India (Gogola) o Corea del Sur (Yonggary o Space Monster Wangmagwi). El grandioso hombre de Pekín (1977) es un algo tardío intento por parte de la mítica Shaw Brothers por acercarse al género desde Hong Kong a la vez que se aprovecha del reciente éxito del King Kong (1976) de Dino de Laurentiis. En el film, nos encontramos a Johnnie (Danny Lee), un aguerrido aventurero que viaja hasta el norte de la India para tratar de probar la leyenda de un simio gigante que habita en la selva. Allí no solo se encontrará con el monazo sino además con su guardiana, una Tarzana con quien intimará. Aunque simio y mujer acabarán siendo trasladados a Hong Kong para ser explotados como atracciones de feria.

El grandioso hombre de Pekín (1977), como hemos mencionado, se aprovecha descaradamente de la reciente fiebre de la nueva versión de King Kong, estrenada poco antes aportando enormes dosis de momentos delirantes que harán las delicias de los amantes del cine más psicotrónico. Aquí, una estrella como Danny Lee (aparecido en numerosos films de artes marciales y acción como Hermanos de sangre (1973), ser el mítico Inframan (1975) o aparecer en joyitas extrañas como The Oily Maniac (1976)) interpreta a Johnnie, alguien el cual tendrá unos inolvidables días en la jungla y no precisamente gracias al "hombre de Pekín", sino porque se encuentra con una exhuberante Tarzana de ajustado y limitado bikini de leopardo y quien demuestra ser toda una experta en la vida en la selva: se revuelca jugando con un guepardo (drogado, el pobre, para mayor gloria y cuidado físico de la escena) y tiene un amigo especial, que no es nada más y nada menos que el gigantesco simio. Por supuesto, el amor surge entre la Tarzana y Johnny con hilarantes momentos con carreras por la jungla a cámara lenta o un revolcón en una cueva con el monete espiando de forma pervertida a la pareja. Evelyne Kraft interpreta a esta Tarzana de rasgos europeos, alguien que, hasta ese momento, había aparecido en diversos films alemanes, franceses e italianos y que tendrá un papel protagónico en el film alemán Lady Dracula de 1978.

La segunda mitad de la cinta transcurre en Hong Kong, donde se traslada al simio a la ciudad para hacer negocio con él. Mientras, la telenovela entre Tarzana y Johnny se va complicando, ya que, una vez llegada ésta a la ciudad, parece que todos se la quieren beneficiar: el hermano de Johnny, un empresario… No solo eso, sino que además le enseñan modales a la muchacha para que no sea una asalvajada. Delirante. Finalmente, pasa lo que tiene que pasar. El simio se escapa provocando el caos en la ciudad, destrozando varias maquetas y secuestrando a su Tarzana, pero como mandan los cánones, el destino de la bestia acabará de forma trágica y con resultados bastante gore. Pobre mono. Un apunte a destacar es que para la realización de los efectos especiales la Shaw Brothers contrató al equipo técnico de la Toho, quienes ya habían trabajado en otros kaiju, siendo dirigido el equipo por todo un veterano como Sadamasa Arikawa (trabajando además Koichi Kawakita quien luego realizó los efectos especiales de la etapa Heisei de Godzilla).

El grandioso hombre de Pekín (1977) dista mucho de ser una aproximación seria al mito de King Kong visto desde la óptica oportunista de la Shaw Brothers encontrándonos con un producto de momentos involuntariamente hilarantes y de poco ritmo pero que te asegura unas buenas risas por su carácter de Serie (muy) B conteniendo algunos aciertos como esas secuencias de destrucción en la ciudad y algún que otro momento sorprendentemente violento. Y aunque el título lo indique, Pekín no aparece en la película... Fue conocida, de manera internacional, como Goliathon o The Mighty Pekin Man.

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