Dos tramposos con su suerte

Original película dirigida y protagonizada por un sorprendente Sidney Poitier, que así calló las bocas de muchos que decían que no tenía vena cómica, en la que dos chanchulleros miembros de una comunidad religiosa negra, hipnotizan a un boxeador de poca monta para que se crea el mejor boxeador de todos los tiempos, un tigre en el ring vamos, y así se embolsan grandes cantidades de dinero en las apuestas.

Esta película la disfruté de niño en "sábado cine", cuando las familias nos reuníamos ante la pantalla del único televisor de la casa para ver la película estrella de la semana ( de una media de ¡seis! películas que ponían a la semana. Como cambian los tiempos). Recuerdo la cara tan cómica que el boxeador hipnotizado ponía cada vez que salía al ring, yo creo que por eso ganaba los combates , y la frase con la que he titulado esta crítica al final de un sermón en la iglesia..

Y ya años después supe que en los setenta hubo un género llamado "blackploitation", hecho por negros y para negros en EEUU con muchas dosis de denuncia social y política. Lo bueno de esta película es que cumple con los criterios "blackploitation" de los setenta pero desde un punto de vista cómico.

En resumen: una pequeña joya divertida de los setenta que merece un revisionado.