Cara a cara

En el tema de los Spaguetti Western, al margen de Sergio Leone que es de otra galaxia, creo que ya en un segundo nivel hay que destacar a otro italiano, también romano y de nuevo de nombre Sergio, en este caso Sergio Sollima, fan de Emilio Salgari y que llevaría a la pantalla la mítica “Sandokan” y “El Corsario Negro” años más tarde.

El caso es que Sergio Sollima tiene dos de los mejores spaguetti western de siempre, uno es “El halcón y la presa” con Lee van Cleef y sobre todo este “Cara a cara” que es francamente bueno.

Un guión portentoso, obra de otro gran Sergio; Sergio Donati, autor de guiones tales como “Hasta que llegó su hora” o “ ¡Agáchate, maldito!”, esconde no sólo un argumento entretenido sino un inusual tratamiento psicológico de las situaciones e incorpora un complejo debate sobre la violencia y su poder de seducción que muchas películas francesas de nouvelle vague ya quisieran.

Y todo ello gracias a la extraordinaria interpretación de Gian Maria Volonté, que ya había estado magnífico en las dos primeras películas de la Trilogía del dólar de Leone, y del cubano Tomas Milian, que consiguen una inversión moral en sus personajes bastante creíble en apenas hora y media de cinta.

Si además tenemos una banda sonora de Ennio Morricone, que aún no siendo de las mejores del genial compositor también romano es un trabajo muy apreciable e interesante.

Frases tan extraordinarias como esta quedan para el recuerdo:

“Un violento sí es un forajido, pero cien son una banda y cien mil un ejército. Eso es lo importante, superar el límite de la violencia individual que es un crimen para llegar a la de las masas que hace historia”.

Nota: 7,3.

Segundo de los spaghetti-western rodados por Sergio Sollima, realizador que a pesar del poco número de películas creadas del subgénero citado, es hoy un referente de este tipo de cine tan aclamado por el público amante de esos westerns plagados de personajes sucios e inmorales y con algunas de las piezas musicales más reconocidas del género en su totalidad.

En esta historia se mezclan la buena fe, timidez, modales exquisitos y actitud caballerosa de Brad Fletcher (Gian María Volonté), un profesor de historia que deja su trabajo por problemas de salud, con la intención de vivir en un lugar tranquilo, con la salvaje y bronca actitud Beauregard Bennet (Tomas Milian), un pistolero que toma al profesor como rehén para huir del sheriff que le detuvo y así poder continuar con su plan de rehacer la cuadrilla criminal que lidera, conocida como “La manada salvaje”. A lomos de sus respectivos caballos y con el orgullo de cada uno intacto a pesar de la tensa situación que les ha tocado vivir, Brad y Beauregard intercambiarán sus puntos de vista, intentando justificar el uno al otro la filosofía que profesa, y así poderla imponer sobre las circunstancias si existe la posibilidad. Brad cree en el hombre justo, rechaza la violencia y reclama la cultura como guía para solucionar los problemas. Beauregard encarna los valores del clásico desalmado, que no duda en apretar el gatillo si con ello consigue ver cumplidos sus objetivos.

Con un argumento sólido, sorprendente y distinto a lo habitual, del que sólo puede existir discrepancia en su final, la película contiene todos los elementos de una gran cinta del spaghetti-western, pues además de contar con unas sublimes interpretaciones de dos “cracks” de la época, utiliza con acierto los compases de la música de Ennio Morricone, rompiendo la constancia de la misma durante el montaje de las escenas, en las que, como ya pasó en "El halcón y la presa", las melodías se cortan de manera drástica dejando entrever unos errores técnicos perdonables por lo magistral del conjunto de esta película. Así pues, este western no es una cinta más al uso, pues plantea un tema tan interesante como el de hacer convivir a dos almas completamente opuestas en medio de un mundo bárbaro que no encuentra la paz.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)

Los italianos han sido los mejores para hacer suyo los géneros. Con mucho menos presupuesto consiguen ponerse a la altura de otras producciones made in Hollywood. Desde el terror, el policiaco de los 60 y 70, el western, la comedia… Algún día tendrán su merecido homenaje en la historia del cine que a día de hoy creo que esta terriblemente olvidado, saldrán a la luz pequeñas joyas que hoy no son recordadas.

Un diamante a falta de pulir es este vibrante western, con un ritmo endiablado que deja sin aliento hasta el final. Menos mal que uno de los protagonistas se venia al oeste para descansar. Y si alguno se decide a visionar este entretenido film, no saldrá decepcionado a pesar de no ser una obra redonda. Tiene tantas cosas positivas que hace olvidar lo negativo.

Donde veo que la película falla es con la evolución de los personajes. Sus cambios resultan demasiado toscos, se pierde en las pinceladas dando brochazos. Llego a creer en los personajes al terminar el film, pero me deja sin saber en como han llegado. ¿Se pierde el profesor al dejarse llevar por el instinto animal/amoral que cada uno lleva dentro? El estilo rudo de Sergio Sollima resulta mas beneficioso en las escenas de acción o cuando hay un enfrentamiento ya sea físico o filosófico entre los personajes

Con lo que me he encontrado viendo «Cara a cara». ¿Y con qué ha sido? Pues puede decirse que me he reencontrado con un memorable Gian Maria Volontè. Demasiado bueno, demasiado.

Porque para cara, la de un Gian Maria Volontè pálido y de ojos rojos, enfermizo. La de Gian Maria Volontè agresivo y con revólver en mano; la de Gian Maria Volontè temblando, lloroso; la cara de Gian Maria Volontè mirando, hablando, en silencio, deseando, matando. Interpretación maestra de su Brad Fletcher, profesor que demuestra que la cultura no es ajena a la violencia y a la crueldad. Reflexión que él mismo hace y que nosotros, los espectadores que asistimos a este western filosófico, también nos hacemos. De verdad, sólo por ver a Volontè ya es recomendable esta película, demostrando que fue un actor de un abanico interpretativo soberbio y para nada encasillado en papeles de rápidos pistoleros. Observando al profesor Fletcher, me lo creo haciendo lo que le echen.

A parte de Volontè, «Cara a cara» resulta más que nada un trabajo entretenido y agradecido, debería decir, porque cuenta con un argumento de interés: un forajido y un caballero cruzan sus destinos para cambiar sus vidas para siempre. ¿Creíble? Pues a medias, porque es verdad que es muy fuerte que dos personas cambien tanto y lo cierto es que no hay motivo aparente real para ello, y esto me extraña más en el caso del bandido Beauregard, tengo que decirlo, de cuya transformación apenas conocemos los alcances, quizá también porque Volontè y Brad se lo comen enterito. Final forzado por determinado personaje ajeno a la pareja protagonista que le hace perder coherencia a la trama, sin convencer con los acontecimientos que se precipitan.

Sin duda, digna de ver, aunque podría haber sido mil veces mejor.

La experiencia me dice que hay que ir con mucho cuidado a la hora de meterte en un spaghetti western, ya sea por el amor que se le pueda tener a Leone y lo que hizo, o por el propio género, el caso es que hay cierta tendencia a sobrevalorar muchas películas. Este "Cara a cara" me viene como anillo al dedo para hacer la reflexión, porque tratándose de un largometraje indudablemente entretenido también posee una cojera argumental indiscutible. La idea es buena, o no, mejor que eso, es una idea excepcional: captar por parte del mal (moralmente) a un desvalido e incluso enfermo que acaba convirtiéndose en lo peor. En contrapartida, por una cuestión de equilibrio y belleza universal, el mal aporta a alguien que acaba formando parte del camino recto de la buena conducta.

Todo bien como pistoletazo de salida, pero a la hora de desarrollar ese cambio en los personajes se hace a trompicones, qué digo, a saltos de tres en tres escalones, de manera que no queda claro cuándo se convence uno de formar parte del sadismo y la tortura mientras el otro acaba cobijándose a la sombra de la justicia del hombre bueno. Una lástima, la doble metamorfosis era una tarea compleja y el fracaso es (casi) inapelable. Quedan las buenas intenciones, las buenas interpretaciones (mucho mejor de lo esperable) y que realmente es una película entretenida. Muchas cosas son porque sí, qué le vamos a hacer, los brochazos gordos componen una historia que precisaba pincel fino. Y sin embargo no puedo negar cierta satisfacción, será una cuestión de amor a Leone, ya, eso ya lo he dicho, pero que quede claro una vez más.