The Beatles: A Day in the Life (Vídeo musical)
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Musical
Videoclip del tema "A Day in the Life" de The Beatles, incluida en el álbum "Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band".
28 de octubre de 2021
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Videoclip del tema "A Day in the Life" de los Beatles, canción que cierra el "Sgt. Pepper’s" y que es, quizá, el mejor ejemplo de colaboración creativa entre Lennon y McCartney, colaboración que normalmente era inexistente. Al contrario de lo que a veces se cree, y a pesar de que firmaban sus trabajos con el apellido de ambos, lo cierto es que jamás desarrollaban sus canciones a cuatro manos y la influencia de uno en las composiciones del otro se producía siempre a un nivel muy superficial. Cuando el autor del tema era Paul, John se limitaba a ser músico. Y viceversa. En la historia de The Beatles, «A Day in the Life» fue el momento en el que los dos compositores se dieron definitivamente la mano.
A McCartney se le había ocurrido unir las dos partes de la canción utilizando una orquesta sinfónica completa, así que el día 10 de febrero se convocó en el estudio a cuarenta músicos —Paul había solicitado que fuesen noventa, pero era una cantidad inviable por razones de espacio— para que se pusiesen a las órdenes de George Martin. A la grabación acudieron además algunos célebres invitados, como Mick Jagger, Marianne Faithfull, Keith Richards, Donovan o Michael Nesmith. En aquella época no era normal realizar un derroche semejante para apenas unos segundos de canción, y en el ambiente flotaba la sensación de que aquella tarde, en los estudios EMI —conocidos a partir de 1970 como estudios Abbey Road—, iba a suceder algo emocionante.
Para lograr una atmósfera vanguardista todavía más pronunciada, el grupo había pedido a los músicos de la orquesta que ese día acudiesen vestidos de etiqueta, y en cuanto llegaron les fueron suministradas narices de payaso, pelucas, gafas y bigotes falsos. Una vez se disfrazaron y colocaron en sus puestos, Martin les pidió que interpretasen un crescendo que comenzase al final de la parte de Lennon y terminase justo en el momento en que sonase el despertador.
El resultado es una cacofonía inquietante y desproporcionada que da la sensación de dirigirse sin remedio a un terrible final. Y es justo en ese instante, cuando parece que la cuenta atrás ha finalizado y algo en el pentagrama está a punto de estallar, cuando suena el despertador, la pesadilla se termina y entra la voz de McCartney interpretando una melodía simpática, casi chistosa, desligada de la confusión anterior pero perfectamente ensamblada a ella. Cuando termina, reaparece Lennon sobre una base instrumental cercana a lo alucinógeno.
Información de referencia: Artículo de Manuel de Lorenzo para www.jotdown.es
A McCartney se le había ocurrido unir las dos partes de la canción utilizando una orquesta sinfónica completa, así que el día 10 de febrero se convocó en el estudio a cuarenta músicos —Paul había solicitado que fuesen noventa, pero era una cantidad inviable por razones de espacio— para que se pusiesen a las órdenes de George Martin. A la grabación acudieron además algunos célebres invitados, como Mick Jagger, Marianne Faithfull, Keith Richards, Donovan o Michael Nesmith. En aquella época no era normal realizar un derroche semejante para apenas unos segundos de canción, y en el ambiente flotaba la sensación de que aquella tarde, en los estudios EMI —conocidos a partir de 1970 como estudios Abbey Road—, iba a suceder algo emocionante.
Para lograr una atmósfera vanguardista todavía más pronunciada, el grupo había pedido a los músicos de la orquesta que ese día acudiesen vestidos de etiqueta, y en cuanto llegaron les fueron suministradas narices de payaso, pelucas, gafas y bigotes falsos. Una vez se disfrazaron y colocaron en sus puestos, Martin les pidió que interpretasen un crescendo que comenzase al final de la parte de Lennon y terminase justo en el momento en que sonase el despertador.
El resultado es una cacofonía inquietante y desproporcionada que da la sensación de dirigirse sin remedio a un terrible final. Y es justo en ese instante, cuando parece que la cuenta atrás ha finalizado y algo en el pentagrama está a punto de estallar, cuando suena el despertador, la pesadilla se termina y entra la voz de McCartney interpretando una melodía simpática, casi chistosa, desligada de la confusión anterior pero perfectamente ensamblada a ella. Cuando termina, reaparece Lennon sobre una base instrumental cercana a lo alucinógeno.
Información de referencia: Artículo de Manuel de Lorenzo para www.jotdown.es
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