El Estado de la Unión

O caprón, si se prefiere. Me declaro fan de Capra y de sus discursos políticos que soltaba por la boca de los protagonistas de sus películas, soy Spencer Tracy en el Estado de la Unión proclamando su ideario, o Gary Cooper, ese Juan Nadie sacado de debajo de un puente y que inspira una ola de indignados 70 años antes. Y desde luego soy el grandioso Jimmy Stewart con la voz quebrada tras horas hablando en el congreso para evitar que lo borren del mapa, como buen Caballero sin Espada que a punto está de arrojarse de un punte para descubrir Qué bello es vivir.

Me declaro idealista, libertario y creyente de que los ciudadanos deben estar muy por encima de los políticos.

Dos citas más arriba alguien ha nombrado lo fundamental del discurso de Spencer Tracy, del discurso de Capra ¿Acaso hay una persona de bien que no lo firmaría? Es un discurso de hace 70 años, pero las cosas siguen siendo igual.

Pues eso, que me gusta mucho Capra. El Capra sentimental, de Annie Manzanas en cualquiera de sus dos versiones, el Capra político pero idealista, de "Caballero sin España" o "Juan Nadie", el Capra divertido y sin excesivas pretensiones, de "Sucedio una noche" o "Vive como quieras", y el Capra épico de "Horizontes Perdidos" o "La amargura del general Yen", el Capra del humor negro de "Arsénico por Compasión". Incluso el Capra de los documentales de guerra. Y naturalmente, el Capra inmortal de "Qué bello es vivir".
Pero hay varios Capras que no me convencen. Que me dejan frío, que no despiertan nada en mí. Que me aburren, y eso -como decía Billy Wilder- es lo peor que te puede pasar con una película. Ese Capra que también está en "Millonario de Ilusiones", es el de "El Estado de la Unión". Una historia tan moralista/idealista como al de cualquiera de sus films dorados, pero donde le resulta imposible ocultar el origen teatral de la trama, dicho sea para mal, y donde Capra se las ve y desea con una historia que está al servicio de los actores -estupendos todo hay que decirlo, pero cuya perfección no impresiona ya que se trata de Tracy y Hepburn (por cierto, ésta última hizo el film como favor a Tracy ya que la prevista originalmente Claudette Colbert dejó el film una semana antes de comenzar el rodaje. Dicho sea en su favor... no se nota en absoluto que no pudo trabajar el personaje con tiempo.).
En fin, un film aburrido al que le sobra metraje (más de dos horas) y al que le falta corazón. y eso en un Capra es decir que le falta casi todo.

Por cierto, y como apunte final, este film forma parte de los poquísimos que produjo "Liberty Films", fundada por Wyler y Capra (había un tercer socio que no recuerdo). El fracaso económico tanto de este film como de "Qué bello es vivir" acabó por hundir la productora. Una pena.

“Aspiro a una nación, cuyo mayor deseo no sea acumular dinero, sino el perfecto desarrollo de los pueblos de un extremo al otro del mundo. Existiendo hambre y miseria por doquier, no podemos vivir aislados. Hay que mandar dinero, ropas, alimentos y maquinaria a todos los países debilitados que necesitan ayuda. Devolverles, además, la confianza en sí mismos e inculcarles el deseo de la libertad individual.
Sólo un gobierno único, mundial, sería capaz de asegurar el control atómico, conseguir el desarme definitivo, y en consecuencia, lograr la paz del mundo.
Soy enemigo de las fronteras y quiero proponer que creemos la unión de todos los estados del mundo, con una moneda igual para todos y una ciudadanía internacional.
La hermandad entre los hombres, no es sólo el sueño de un idealista sino una necesidad vital para que el hombre pueda sobrevivir.
El bienestar del mundo no depende del carbón ni de las cuentas bancarias, sino de los principios de integridad y honradez”.

Este es el discurso que lleva en su sangre, Grant Matthews, el cual anhela compartir con la gente del pueblo y con todos los olvidados del mundo. En su camino, se encuentra, Kay Thorndyke, su amante y la nueva heredera del acreditado y poderoso periódico de su padre. Deseosa de triunfar en el mundo de los hombres como también lo quisiera su finado progenitor, Kay cree en el talento de Matthews... y conseguirá un padrino para lanzarlo como candidato a las próximas elecciones presidenciales.

Así, Jim Conover, se convierte en el asesor del nuevo candidato, y tanto él como Kay, esperan que Matthews se acoja a los planes que ellos manejan, y a las ideas falsas y manipuladoras de sus discursos complacientes con los poderosos. Pero, el candidato ve de otra manera sus ideales políticos... y cuando haciendo parte del plan estratégico entra en escena su distanciada esposa Mary, Matthews resulta fortalecido con el carácter, la rectitud y los firmes propósitos de su bella mujer.

De pronto, él y ella comienzan a darse cuenta de lo que vale su pareja… y la lucha que darán en adelante, todavía resuena en los oídos de la gente honesta y de uno que otro ser humano extraviado en la política; y como ocurre con toda persona que lucha por alcanzar un sueño, al paso saldrán las tentaciones del poder, del éxito, de lo grandioso que significa ser presidente de la nación más poderosa del mundo... pero se necesita tener un ángel al lado para conservarse en la luz… y él ¿lo tiene?

Haciéndose de un guion escrito por Anthony Veiller y Myles Connolly -quienes adaptaron la obra, "State of the Union", con la que, Russel Crouse y Howard Lindsay, se hicieron acreedores al premio Pulitzer 1946-, una vez más y con su habitual genio narrativo, el director Frank Capra, nos ha dado un filme pletórico de lucidez y de efectividad política; con excelentes actuaciones de, Spencer Tracy, Katharine Hepburn y Angela Lansbury; e incluyente del objetivo más excelso por el que se puede luchar: La unión de todos los hombres por el bien común.

Título para Latinoamérica: SU MUJER Y EL MUNDO

Sí amigos, es una divertida comedia y no un drama como anuncia la página web en su ficha técnica. No es de las mejores de Capra, aunque está su espíritu de nunca aburrir al espectador, su maestría en un relato fluido y ameno, su esmerada puesta en escena y sus constantes vitales especialmente los valores americanos enmarcados en la denuncia del capitalismo voraz, la buena fe del ciudadano medio, la fábula moral como mensaje de esperanza para la gente honesta. Pero por encima de todo, su defensa de la democracia y las leyes que la sostienen, lo importante no son los dirigentes susceptibles de ser sobornados por la corrupción, lo importante es que el sistema lo detecte y lo expulse. No en vano Capra, siempre defendió el “sueño americano”, un siciliano emigrante de extracción humilde que gracias a su efuerzo se convirtió en uno de los grandes cineastas.

Una vez más el dúo o pareja artística que también fueron en la realidad sin casarse, Spencer Tracy, aquí un emprendedor aeronáutico y Katharine Hepburn de profesión, algo más que sus labores de esposa, que funciona con su química y complicidad habituales, creo que fueron 7 películas juntos. Su argumento guarda cierto paralelismo con su “Caballero sin espada”, aunque aquí la historia se desarrolla en tono de comedia, prescindiendo de la solemnidad, dramatismo y pasión con que Mr. Smith, el joven e ingenuo “Boy-scout” se tomaba el asunto de las corruptelas. Capra hace una lectura política mucho más escéptica e irónica, rozando en ocasiones la parodia sin renunciar a la sátira despiadada algo maniquea por otra parte. Al ser una comedia clásica, el exceso está garantizado y las escenas son algo disparatadas pero no faltan los buenos momentos de hilaridad y complicidad con el espectador. Sin olvidar su mensaje moral y la redención de nuestro protagonista, esta vez no es en el Senado sino ante el nuevo medio y moderno de la época, la televisión y la parafernalia teatral y horterada sentimental que sólo los americanos saben explotar.

Otro detalle interesante son los secundarios de lujo como Angela Lansbury: “Sabrás luchar, sabrás imponerte, humillarás a todos”, es la herencia del padre que ha legado a su hija junto a un gran e influyente periódico que pretende controlar a un candidato a Presidente. También dispone de un rufián de la política, el inefable Adolphe Menjou creando un tipo tan elegante como cínico. Tampoco falta el escritor de guiones políticamente correctos, un Van Johnson guaperas, arribista y bobalicón dispuesto a cambiar de opinión según vaya la partida. En definitiva una película aceptable que si se compara con la cosecha actual, me obligaría a pensar que sin nostalgia alguna, cualquier historia de Frank Capra deja en paños menores a tanto talento actual, y que nos auguraba una triste realidad, a la actualidad política me remito: Hay quien hace de la mentira, el cinismo y la propaganda un modo de gobernar y el pueblo lo tolera. Ya lo dijo Gandhi:”Si hay un idiota en el poder es porque quienes le eligieron están bien representados”.

Frank Capra consigue dejar una vez más su sello en esta adaptación de una obra teatral sobre la falta de escrúpulos de las carreras electorales. Aunque se echa de menos una mejor matización de los comportamientos y actitudes que critica y hay, como siempre en sus películas, más de una simplicidad, la historia funciona en los momentos claves: un contundente principio y un redondo final y además está salpicada de secuencias y diálogos de mérito. Cuando el político interpretado por Lewis Stone se suicida, amargado con otros sectores del partido republicano al que pertenece, su ambiciosa hija Angela Lansbury, ya que no puede ser presidente de los USA porque en esa época no era un objetivo realista para una mujer, decide construir un candidato que desplace a los que tiene el partido. Apoyándose en políticos y periodistas con experiencia en el terreno, como los encarnados por Adolphe Menjou y Van Johnson, decide lanzar hacia la presidencia al magnate de la aviación Spencer Tracy, con imagen de honesto e inteligente. Para asegurarse las primarias, Tracy tiene que olvidar los sueños de transparencia y justicia para todos que siempre había alentado y plegarse a las mentiras que le exige cada grupo de presión, confiando en que en la campaña de las elecciones generales pueda volver a ser él mismo. Su esposa, Katherine Hepburn, se lo reprocha, pero también se muestra dispuesta a contradecir sus propios ideales y mostrarse en público como a él le conviene. Cuando Tracy ve que no sólo se está corrompiendo él, lo cual tenía más o menos asumido, sino que también está impulsando a Hepburn a ser la que no es, estalla en un acto público proclamando que él no merece ser candidato y denunciando lo que hay a su alrededor. Es decir, ocurre lo que nunca ocurrirá en un mitín de la vida real. Entre las frases divertidas y significativas de la película, destaca la que suelta el asesor Menjou a Tracy cuando éste manifiesta sus dudas de que verdaderamente haya diferencias importantes entre el partido republicano y el demócrata: “hay la mayor: ellos están en el poder y nosotros no”. Una película que, a pesar de sus años, todavía puede resultar instructivas para esa mayoría de adultos de cada país que insiste en sentirse representado por profesionales del arte de hacer y decir siempre lo que les conviene a ellos y a sus verdaderos representados.