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Hijas que bailan

Drama Ben Blaine, un apuesto y joven millonario, es asediado por dos jovencitas. Ellas juegan a conquistarlo asumiendo roles opuestos a su verdadera personalidad. Diana, una chica de buenos sentimientos, se vuelve frívola y calculadora. Ann, es amoral, vana y se torna dulce y considerada. Ben elige a Ann y se casan. Diana, perpleja y desesperada, trata de no seguir pensando en Ben pero el destino les depara una sorpresa que vuelve a reunirlos. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
18 de septiembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Harry Beaumont fue un director que no ha pasado a la historia del cine como un maestro reconocido, pero fue un buen profesional que llegó dirigir casi un centenar de películas entre 1914 y 1948. En 1929, una de ellas, “Melodía de Broadway” se llevó el Oscar a la mejor película. “Vírgenes modernas” se estrenó un año antes y tenía también muchos elementos de película musical a pesar de ser una película muda, sí, sí, musical y muda a la vez, el que esto escribe no se ha vuelto más loco de lo que en un principio estaba, muda pero acompañada por una banda sonora musical grabada, algo habitual entre 1927 y 1928, años de transición entre el cine mudo y el sonoro. La música y el baile tienen un fuerte peso en esta película, el propio título original “Our dancing daughters” nos habla del protagonismo de la danza, esta película, más que melodramática, es un musical.

Los personajes femeninos tienen mucha fuerza, los masculinos son muy débiles y desdibujados, demostrando que Beaumont era un director fundamentalmente de actrices. Para el papel principal se eligió a Joan Crawford que había llegado a los estudios de la Metro-Goldwyn-Mayer unos años antes como bailarina tras ganar un concurso de baile. En 1928, con 23 años, ya había intervenido en una quincena de películas, entre ellas la magnífica “Garras Humanas” (The Unknown, 1927) junto a Lon Chaney. Los grandes ojos de Crawford son la clave de su actuación, su mirada lo dice todo y le confieren un contacto directo, “natural”, con el espectador, facilitando su complicidad con él y convirtiéndola en una criatura cinematográfica que parece vivir los personajes en lugar de interpretarlos. Su personaje es el de una muchacha resuelta y alegre pero víctima ingenua, muy lejana a los personajes de mujer dura y competitiva, incluso algo masculina, de sus películas posteriores, como por ejemplo sucedía en la absoluta obra maestra “Johnny Guitar”.

La otra gran protagonista fue Anita Page. Anita Page, más dulce y femenina, era también una gran actriz y triunfó con esta película a sus 18 años con su papel de amoral caza fortunas, pero decidió retirarse del cine poco después, con tan sólo 23, a pesar de su éxito y popularidad creciente, después de que el capo de la MGM, Irving Thalberg, le rescindiera el contrato, tras la negativa continua de ella a sus proposiciones deshonestas. Junto a Joan Crawford participó en un par de películas más, aunque las tensiones entre las dos actrices no tardaron en aflorar, Page detestaba a la Crawford, a quien acusó incluso de agresión física.

Una muy interesante película de un director que, como ya hemos comentado, es prácticamente desconocido y olvidado, pero sus películas nos demostraban que era un director con oficio y talento.
Juan Marey
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26 de septiembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todas la dificultades inherentes al cine mudo no han podido impedir que la película mantenga en la actualidad un envidiable nivel de vigencia y que sus cualidades artísticas sobrevivan al paso de los años.
Un sentido vigoroso de la narración, un ritmo administrado con precisión y una estupenda fotografía -puesta al servicio de la acción- proporcionan al largometraje intensidad, coherencia y una gran capacidad de fabulación.
Su sencilla trama de amores, frivolidad, desamores, devaneos y rivalidades se desarrolla en un refinado círculo social que H. Baumont describe a la perfección gracias a su magnífica ambientación.
Espléndida J. Crawford que exhibe unos excelentes registros faciales y que ya hacía gala en 1928 de un envidiable dominio ante la cámara.
Los últimos pasos del cine mudo evidenciaban una incontestable vocación de cine moderno.
ABSENTA
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27 de julio de 2018
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Título original "Nuestras hijas bailando". En España, "Vírgenes modernas" jajajaja Patético por muchos aspectos.

Película semi sonora, ya que incluía efectos de sonido y música sincronizado.

Podría ser una película de Antena 3 o Telecinco de domingo a primera hora de la tarde, pero de la época, claro.

Realmente entretiene, tiene un argumento que te hace estar pendiente, para ver que pasará, como continuará etc. Es la película que dio una fama tremenda a Joan Crawford y realmente está muy bien, y además ya es totalmente reconocible tanto físcamente como gestualmente (a la Joan que estamos acostumbrados verla de los años 40-50).

Lo que me sorprende, no es que se muestre a una mujer muy liberal, si no a unos padres liberales, o no sé como decirlo: que le da igual lo que haga sus hijas.

Es la lucha de la buena y la mala, la rubia (mala, que raro) y la morena (la buena).

Aunque técnicamente no hay mucho riesgo (quizás el efecto más elaborado sea el momento de la escalera).

En fin, que está bien, se deja ver muy bien y te mantiene pegado a la pantalla (que ya es mucho decir de una peli de 90 años).
edugrn
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