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Goyescas

Drama. Musical Madrid, entre fines del siglo XVIII y principios del XIX. La condesa de Gualda y Petrilla, una famosa tonadillera, son muy parecidas físicamente, tanto que la gente las confunde. El día que descubren que aman al mismo hombre, el marqués de Nuévalos, surgirá entre ellas una terrible rivalidad. (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
7 de octubre de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un loable intento del cine español en difundir internacionalmente nuestra cultura y folclore, con esta superproducción de Benito Perojo, no tan afortunada como “La verbena de la Paloma”, que era mucho más cercana y entrañable. Perojo optó por una película más neoclásica que romántica, empapada de la iconografía del Goya más galante y popular, nadie como él, supo plasmar el folclore español sin complejos. Infinidad de pinturas, grabados y tapices del pintor aragonés proveen la inspiración de sus fastuosos ambientes palaciegos y sus animadas romerías populares. Impulsado por un afán deliberadamente caligráfico, reconstruyó en sus encuadres obras como el “Retrato de la duquesa de Alba en negro”, “El pelele”, “La maja vestida” o “La gallina ciega”.

Como ya había ocurrido con La Dolores (Florián Rey, 1940), Goyescas sólo retoma el contenido musical más emblemático de la obra original de Granados, reorquestada y adaptada en esta ocasión por José Muñoz Molleda. Su selección ignora, curiosamente, el famosísimo «Intermezzo», mientras explota las arrebatadas melodías de «La maja y el ruiseñor», «El fandango del candil», «El pelele» y la «Danza española n.º 5», totalmente ajena a la ópera. Junto a ellas, los ubicuos Rafael de León y Manuel Quiroga compusieron tonadillas de nuevo cuño, entre ellas el contagioso «Olé catapún» que abre y cierra la película. No hay que pasar por alto que, además de una exhibición de poderío escenográfico, Goyescas es ante todo un recital apoteósico de Imperio Argentina. La estrella no solo canta y baila con su gracejo habitual todos los números musicales, sino que se desdobla para interpretar a los dos personajes femeninos protagonistas: la intrigante condesa de Gualda (clara alusión a la Duquesa de Alba) y la lenguaraz tonadillera Petrilla, estrella del Teatro de la Cruz. La resolución técnica de su clon cinematográfico es sencilla pero convincente, y la actriz se esmera en modular su voz y sus gestos para conseguir una interpretación matizada y diferenciada.

Inspirada y absorbente en su primera mitad, la película decae a medida que la trama se desdibuja en el intento de integrar el conflicto amoroso de los protagonistas en una ortopédica recreación del levantamiento popular del motín de Aranjuez. Pese a todo, Perojo aprovecha la ocasión para proponer un atípico comentario social disfrazado de catálogo de usos amorosos: el contraste entre la nobleza y la farándula le permite abordar el caos administrativo de la España de principios del XIX, con sus enquistados favoritismos políticos y sus emergentes revueltas románticas. Además, los dos personajes encarnados por Imperio Argentina usurpan y cruzan constantemente los límites de sus respectivas jerarquías sociales para alcanzar sus objetivos amorosos. Son precisamente la maja y la condesa las que luchan, conspiran y negocian sus apetitos amorosos para acabar repartiéndose el botín masculino que componen Luis Alfonso de Nuévalos (un melindroso Armando Calvo) y el capitán Pizarro (Rafael Rivelles), meros títeres a merced del deseo femenino.
Antonio Morales
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15 de marzo de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Versión fílmica de la ópera de Enrique Granados, cuyo argumento versa sobre dos mujeres de gran parecido físico y distinta condición social, enfrentadas por su amor hacia el mismo hombre.

Benito Perojo difundiendo internacionalmente nuestro folclore a través de esta superproducción que reconstruye el Madrid de Goya y reproduce parte de la iconografía del pintor aragonés. Protagoniza Imperio Argentina, estrella del cine español de entonces, en un doble papel que no es sino la contraposición entre farándula y nobleza, de paso que interpreta las canciones de León y Quiroga. Por desgracia, el guión se desdibuja a medida que el conflicto amoroso se integra en el conflicto histórico, donde cristalizará el afán del autor por ensamblar dos tramas no siempre compatibles.



"Bueno va lo bueno y ojito con la niña."
CINECLUB
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26 de mayo de 2015
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Dos mujeres (ambas interpretadas por Imperio Argentina) de distinta posición social, una tonadillera y una condesa, se ven envueltas en un enredo amoroso por su amor hacia un mismo hombre."

Esta película en blanco y negro de 1942 esta dirigida por Benito Perojo y protagonizada por Imperio Argentina y Rafael Rivelles. La banda sonora estaba basada en la Danza Andaluza Nº 5 de Granados y las canciones fueron compuestas por Rafael de León y Manuel Quiroga, destaca entre ellas la que fue un gran éxito "Ole Catapúm". Imperio Argentina vuelve al cine español poco después de su andadura internacional. La película esta ambientada en el Madrid de Goya y en unos momentos de revueltas sociales.

Dirige la película Benito Perojo, nacido en el año 1894 en el seno de una familia muy humilde. Su padre era un periodista y político de origen cubano. Estudió ingeniería eléctrica, estudios que llevó a cabo en Londres. Sus primeros trabajos. En 1913 realizó Cómo se hace un periódico y en 1915 intenta sacar provecho del filón de Charlot, personaje creado por el genial Charles Chaplin, para lo que se enfunda en la piel de Peladilla, personaje cómico que le dió gran fama.

Perojo siempre gozó del gusto del gran público pero también fue muy criticado.El gran Luis Buñuel, hablaban del perojismo como uno de los males endémicos del cine español. El musical patrio de Perojo siempre fue objeto de polémica y de división entre la gran masa social y los críticos que renegaban de el.
De sus películas hay que destacar sin duda las siguientes, que lograron hacer mucha taquilla en la época: Malvaloca (1927), El negro que tenía el alma blanca (1934), La verbena de la paloma (1935) y Goyescas (1942), junto a la actriz y cantante Imperio Argentina que se consolidó como la mayor estrella en esta etapa del cine español y con quien trabajó también en Argentina con los títulos Los majos de Cádiz (1946) y Lo que fue de la Dolores (1947).
Tras su regreso a España en el año 1948, Benito Perojo fundó su productora. Murió en 1974.
Goyescas se ha puesto a la venta recientemente en Blu-Ray.
LSM
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27 de octubre de 2015
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Benito Perojo fue un director clásico de los primeros años del cine. Esta la historia de dos mujeres que se disputan el amor de un hombre. Lo curioso es que ambas la gran Imperio Argentina hace dos personajes sin ser gemelas ni nada. Perojo hace un bonito homenaje a Goya. Y los decorados son factuosos y el vestuario muy logrado. La historia aunque de interés termina cansando a pesar de las bonitas canciones que canta la Argentina
Orson_Welles
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28 de septiembre de 2020
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Aunque la trama es tópica y previsible, la película destaca por la ambientación y el vestuario, inspirados en las imágenes de Goya.
Luego está la música. Granados siempre de fondo y las canciones de Estrellita, una gran voz y una excelente intérprete. Un buen número de ballet, con un bolero, que es uno de los orígenes del flamenco.
Un detalle curioso es lo que bebe la cantaora, no desdeña nunca un buen vaso de vino.
Además de Armando Calvo y Rafael Rivelles, aparecen tres de los mejores secundarios del cine español, Manolo Morán, Xan das Bolas (es divertido verlo treintañero cuando lo veríamos tanto después de mayor) y el mucho menos reconocido pero siempre en su punto Manuel Requena.
Al metraje le sobran diez minutos y algunas de las canciones podrían haberse suprimido porque no aportan mucho. Cuando se pone “fina”, Estrellita pierde mucha de su gracia.
La película fue premiada en el Festival de Venecia de 1942; algo verían.
yoparam
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