Clara Campoamor. La mujer olvidada (TV)

No hace tanto tiempo que el debate sobre el derecho de la mujer a votar formó parte de la vida cotidiana y política de esta España reciente. Corrían tiempos convulsos. El s. XIX había estado marcado por continuos vaivenes políticos, desde el Absolutismo al Liberalismo, pasando por diferentes formas de Gobierno que acabaron en la Restauración borbónica, como antesala de la II República. Ante el caos político del XIX, el XX arrancaba con las primeras figuras del feminismo ligado al sufragismo (lucha por el voto de la mujer), Emilia Pardo Bazán y Concepción Arenal, que no aparecen mencionadas en ningún momento por C. Campoamor, ni V. Kent,- como tampoco Margarita Nelken- en la línea del pensamiento de V. Kent.

El caso es que este telefilm arranca con todo hecho y finaliza con una fugacidad, como fugaz fue la carrera política de Campoamor. Se echa en falta un desarrollo más pausado de su vida, lo cual hubiera dado para hacer otro episodio. No hay antecedentes, se centra en la rápida vía que llevó a Campoamor al Parlamento. Y encuentro un tanto tramposa la manera de jugar con la Historia conocida, para hacer de la personaje principal el caballo de batalla del Sufragismo en España sin contextualizar. Lo cierto, es que bien trabajado, con documentación abundante, pero con escaso desarrollo de los acontecimientos, se imbuye de una fugacidad que hace de uno de los episodios más importantes de la Historia de este país, una lucha personal de Campoamor, que se yergue en protagonista indiscutible de esta lucha. La locuacidad y el discernimiento de Campoamor en sus intervenciones en el hemiciclo son suficientes para hacer reflexionar a la ciudadanía de este país, sobre lo que conllevaba en estos años de crisis, luchar por la igualdad real, no "en principio", y merece la pena escuchar los (patéticos) alegatos a la condición biologica del hombre como garante de la república y de la política en España.

No es desdeñable, ni mucho menos, reflexionar sobre las intervenciones de Victoria Kent, en el rico debate parlamentario, como tampoco de los opositores al derecho al voto de la mujer en la coyuntura sociopolítica de 1931, (analfabetismo y religisosidad) factores entendidos por los republicanos de izquierdas como un peligro para la República. Todo lo contrario que por las derechas republicanas.

No obstante, la "trampa" en la que recae la autora es la de jugar con el conocimiento de los hechos finales, un ventajismo que pone en el pedestal a Campoamor, figura en realidad olvidada, apenas conocida y que hizo mucho por las mujeres en este país, y no aparece en los libros de Historia. Algo que va cambiando y de lo que nos encargamos y encargaremos los profesores. Así que, como punto de partida está bien, pero aún falta mucho por trabajar en este campo.

No es una película sobre la vida de Clara Campoamor ya que se limita a explicarnos algunos acontecimientos previos a la Declaración de la 2ª República española, para situarnos en el contexto histórico, y rápidamente la trama se centra en aquello que más distinguió a Clara Campoamor y que no debería olvidarse: su trabajo y empeño por el reconocimiento del derecho de voto de la mujer en la Constitución de la 2ª República. Creo que este acotamiento ha sido un acierto, pues ha permitido que la película se centre con todo detalle e intensidad en esa parte de su vida. Así, con algunas pinceladas que nos revelan algo sobre su personalidad y circunstancias, vemos sobretodo cómo desarrolló su trabajo en las reuniones de la Comisión Constituyente, de la que fue miembro, así como sus intervenciones en unos interesantes debates parlamentarios en los que, según nos muestra la película, hizo gala de una gran dialéctica y demostró ser una mujer de principios que hizo honor a su cargo.

Aunque el denso contenido político de la trama puede hacer pensar en una película aburrida, lo cierto es que consigue mantener el interés gracias a un texto y diálogos excelentes y a una acción que se desarrolla con buen ritmo. Además, la elegante puesta en escena, un efectivo manejo de la cámara y una música muy adecuada, consiguen revestir la película de cierto aire épico, quizá como épico debió ser para una mujer dedicarse a la política en aquellos tiempos en los que quedaba mucho por hacer y por cambiar.

Unas actuaciones bastante correctas y una ambientación excelente. Lo demás, nada del otro mundo. La profundización en la mente de la protagonista y sus motivaciones va de lo superficial a lo fantasioso (como en la escena de la lluvia de octavillas), la dirección podría ser mejor (¿a qué viene esa escena en la que el primer plano del pie borroso del personaje que habla se empeña en situarse entre la cámara y su cara?), el montaje hace aguas en ocasiones (tras la sublevación de Jaca hay un salto en el tiempo de tres meses pero parece como su fuese un día) y la caracterización de los personajes... Bueno, eso es para empezar a darle pescozones a la directora y al equipo de maquillaje y no parar. ¿Por qué no hay un actor que se parezca ni remotamente a la persona real a la que interpreta? ¿De dónde sale la barba de Gil Robles? ¿Y dónde se mete la de Manuel Cordero? ¿Y por qué Indalecio Prieto lleva perilla? ¿Azaña se ha sometido a una cirugía para implantarse el balón gástrico o sólo se ha hecho una liposucción? Podría seguir, pero tanta falta de profesionalidad me exaspera.

Una película real y seria que aunque el tema no sea lo más alegre, interesa y gana con las actuaciones. Resaltando la de Antonio de la torre. Uno de los actores Españoles que más me gustan y realmente por lo que me decidí a ver este film.
Una cinta interesante con nota de pasable.
Lo mejor: La interpretación de Antonio de la Torre.
Lo peor: Su lentitud.
Mejor escena: La segunda vez en el congreso.
Las frases: No soy feminista, en realidad soy humanista.
Somos iguales solo en principio.
¿Sabia que cordero había sido panadero antes que diputado?
Ir guapa no quiere decir que seas menos lista.
No podría por que habría una crisis cada mes.

De EEUU se dice que no es un país, que es un negocio... Pues viendo la trayectoria de España, cuesta pensar que nuestro país pueda erigirse como estandarte de la moralidad política.

Como decía El Cuervo en "La Isla Mínima": -España no es una país democrático, ni lo ha sido ni lo será nunca- por esa naturaleza sediciosa, castrense y pícara que impide al común de los mortales confiar en el individuo y su capacidad, mediante el voto, de cambiar las cosas.

En vez de eso, existe una Mano Negra, (ríase usted de los Falansterios...) que, independientemente de repúblicas, dictas blandas o casposas, democracias verticales o corruptas. La plebe se ve dominada por una maraña de legisladores, (en España se legisla mucho y mal en pro de una atrofia sistémica interesada) que hundirá cualquier voz discordante que ponga en tela de juicio la casa de locos que es éste Estado fallido...

Clara Campoamor refleja muy bien esa época: una izquierda fragmentada, sin rumbo, escombros de una sociedad rota que buscaba en fariseos cantamañanas y filibusteros la solución a todos sus problemas, y por otro lado, una derecha pusilánime, sórdida, casposa... Ambos han convertido las diferentes españas en un gallinero donde ambos zorros, el bermejo y el gris, velan por devorar a sus gallinas , (recapitulemos Miau de Galdós o la misma Rebelión en la Granja de Orwell)

Pero entre tanta oscuridad, siempre hay un destello de esperanza y excepcionalidad: una mujer contra el sistema. Es de agradecer que la película no caiga en la autocomplaciencia ideológica y dé una versión taimada y consternada de esas españas como estafa piramidal. Sienda Campoamor una mujer fuera de su tiempo y país: podría haber nacido en Francia, Inglaterra o EEUU. Pero la nacieron en la puta España... y nosotros somos sus hijos...