Next Door

Una de las mayores dificultades para representar la locura en el arte es darle, justa y paradójicamente, esa dosis de coherencia interna que le permita respirar sin perderse en el mensaje incomprensible.
Aquí es donde Naboer trastabilla, aunque no termina cayendo: finalmente logra ajustar las tuercas y generar un final, dentro de todo, con atisbos coherentes. Pero en el devenir de la trama son precisamente esos pasillos claustrofóbicos los que nos indican que Sletaune va arriesgarse a caminar por el borde, y nadie sale ileso de ese tipo de empresas.
Sadomasoquismo, un toque de gore y algunas vueltas de tuerca, de reconstrucción de la verdad, son las principales decisiones estéticas de esta peli de terror psicológico que deambula muy bien por los terrenos de la sugerencia. Luego se decanta hacia imágenes más epidérmicas, pero siempre dentro de esa jaula mental en la que se desarrolla.
En definitiva, lejos de ser una obra mayúscula Naboer nos introduce en mundo que se antoja interesante, pero que no puede evitar caer en esos riesgos que toda locura contiene.

En Noruega es típico untar queso de cabra marrón sobre una rebanada de pan o barquillo y acompañarlo de un buen café.
Esto lo he sacado de google. Y no lo sabía.
Tampoco sabía que Yola Berrocal tenía una prima en Noruega. Ni que usaran en España para el doblaje al castellano de las nórdicas a actores de doblaje porno.
También desconocía que tuviese la capacidad de aburrirme sólo de cintura para arriba. Otra de las cosas que descubrí es el pésimo gusto para asignar color e iluminación a los pasillos del interior de un edificio en la península escandinava.
Y exceptuando lo del queso y el café, todo lo demás lo descubrí en Next door. Una película destinada a ser ignorada u olvidada en caso de ofrecerle una oportunidad.

La película es como tirarse de un avión en paracaídas. Al principio está arriba del todo, pero con cada segundo que pasa va bajando más y más. Lo malo es que en el momento de saltar tampoco es que estuviese muy alta.



Es más reconfortante hacer crítica a producciones más populares. Porque el esfuerzo empleado en escribirle a un churro desconocido pasará inadvertido en el mundo FA. Pero, ¿Y la satisfacción que te queda sabiendo que pondrás en aviso a los tres despistados que se dejen caer por aquí buscando información sobre Next Door?... eso no tiene precio.

El norte de Europa, y más concretamente Noruega, se ha visto reforzado a partir de la pasada década por una oleada de películas que han revitalizado y mantenido la estela de los códigos de género en films de culto de los 70’s y 80’s que provenían principalmente de Estados Unidos.

El terror psicológico o el slasher han sido, desde siempre, fuentes inagotables de historias que, manteniendo un esquema estructural base, se han servido de un sinfín de elementos técnicos y narrativos para hacer tan distintivos estos géneros. La traslación del punto de vista del relato en los ojos del psicópata, las atmósferas tenebristas y sobrecogedoras, el empleo de un maquillaje expresionista y la tensión creciente y epiléptica son algunas de las constantes que tratan de revitalizarse década tras década sin perder de vista la fuente original.

La renovación nórdica de este terror psicológico se da lugar en esta cinta que no pasó inadvertida allá por 2005 ni dejó indiferente a nadie: ‘Next door’. Dirigida por Pal Sletaune, que 8 años antes había dirigido un hilarante thriller cómico llamado ‘El cartero entra sin llamar’, ‘Next door’ es el paradigma de película de terror moderno europeo: comienzo muy contemplativo y de ritmo subyugante, fuerte segunda parte donde las variables entran en escena de forma rápida y sorpresiva y desenlace que provoca contradicción por la arbitrariedad conclusiva y los cabos sueltos que deja atrás. Se me viene a la mente, por ejemplo, ‘Alta tensión’ de Alexandre Ajá.

Lo destacado de esta película es que el narrador se nos sitúa en una focalización primaria, con lo cual el espectador conoce exactamente lo mismo que el personaje principal y solo descubrimos aquello que el susodicho va descubriendo dentro de su mente. También es de agradecer la perfecta comunión de lo visual al servicio de la historia que se nos cuenta.

Muchas pelis de terror utilizan florituras visuales de montaje carentes de significado. Pero en este caso el aspecto y la atmósfera son cruciales para el punto de vista de la película y, en última instancia, de su significado. La locura es representada por acumulación y efecto de choque entre las inseguridades, las fobias, las represiones primarias como el depravado deseo sexual y la contradictoria psicopatología de la doble personalidad.
Relato enigmático, claustrofóbico y circular cuya escenografía abre dos vías interconectadas en clave de apariencias e intimidades. Sletaune juega al cubo de Rubik con sus componentes inverosímiles y su perspectiva de crisis personal se convierte en una visceral declaración somática de proyección física de los dolores del alma y el tormento de la culpa.

La malintencionada sordidez y su valentía expositiva se contextualiza coherentemente con una puesta en escena hipertrofiada e insinuante, una fotografía fría y una narrativa hiperactiva, crispada y, a su vez, contemplativa y relamida, haciendo de sus contrastes el pretendido enrarecimiento atmosférico que cruza los dos tercios finales de la película. Planteamiento que funciona no tanto como alegoría referencial sino como metáfora enferma de un psicologismo frenético que circula bajo la recepción de unas imágenes inquietantes y soterradas.

Un título, en definitiva, con cierto interés a la reivindicación, a pesar de su tendencia a la sobreexposición argumental final y el efecto de giro tan lamentablemente necesario en los circuitos independientes europeos que provocará, entre los no conversos, el despropósito y el rutinario aroma del atajo trillado y manido.

A pesar de ello, destaco la película por su implicación en la conmoción del pesimismo exhibido, que simplifica un interesante catálogo de variedades introspectivas si se es capaz de pasar por alto sus recursos más gratuitos y aceptar el pacto de inmolación expresiva.
Se disfruta mucho más con total o parcial virginidad informativa. Aunque quizás esta advertencia quede, en este punto del viaje, un tanto tardía.

Crítica para www.cinemaldito.com
@WeisGuerrero @CineMaldito

Creo que la película no ha sido bien valorada por la mayoría de la gente porque quizás el guión resulte ciertamente tramposo, al haber escogido el narrador una focalización bastante primaria, es decir, el espectador conoce exactamente lo mismo que el personaje principal y por ello, sólo descubrimos cosas en la historia a medida que el personaje las va "descubriendo" dentro de su propia mente. Se trata de un interesante puzzle que se va construyendo poco a poco. Posee un interesante inicio que nos atrae porque la historia queda muy bien introducida (gracias a los dos sugerentes y misteriosos personajes femeninos del piso de al lado), pero el mejor mérito que tiene la película es conseguir no hacernos perder el interés y creo que eso está muy logrado. Creo que no es una película para todos los públicos, no ya por su contenido sexual, sino por su dificultad de captación, pero seguro que con varios visionados algunas personas lograrían encontrar la verdadera esencia de la película que no es otra que la de introducirnos en el mundo particular de este sujeto. Con todo esto, creo que es una película sorprendente y bastante interesante.

P.D.: Recomiendo el visionado en versión original puesto que el doblaje en español de algunos personajes femeninos es poco menos que ridículo.

"Next door" es, para bien, una falsa película de terror, aunque ello no la convierte en buena. Se trata de una historia-rompecabezas narrada con una frialdad epatante (y unos flashback bastante mal insertados), de la que sin duda habría sacado más partido directores con más personalidad y talento, como Hitchcock o Lynch.

Lo peor de todo es lo mal que se dosifica la información. Durante buena parte del metraje todo es confuso y contradictorio. Pero cuando el espectador ya se encuentra al borde de la exaperación, se le suministran demasiadas claves y ello hace que los minutos finales, que deberían llevarnos a algún tipo de clímax, carezcan casi de interés, pues ya está todo el pescado vendido.

Tampoco habría estado de más, dado que la película dura poco más de una hora, añadir algo de cinta para dibujar un poco más al protagonista, a quien vemos metido en este laberinto desde el principio, sin referente alguno para el espectador.

Pese a todo lo dicho, se deja ver y posee un par de situaciones interesantes. Y un doblaje que deja bastante que desear, como suele ocurrir con el cine que no está destinado a las masas.