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Ucrania Ucrania · Sebastopol
Críticas de Hemicefalo
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Críticas 42
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
1
22 de agosto de 2011
61 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mal: observamos que en la película existe una negación al "dejarse llevar por la cosa", falta la aperturidad de una conciencia hermenéuticamente constituida que acepta la operatividad de sus prejuicios de fondo. Gracias a las aportaciones inestimables de M. Heidegger hoy sabemos que "la constitución temporal del ser-en-el-sueño está erigida sobre el ser-en-el-mundo que habitualmente es un ser-con-los-pies-sobre-la-tierra y además suele estar con-los-zapatos-puestos" (Heidegger: "El Dasein como ser-que-anda.", ed. Trotta a lomos de un corcel, A Coruja, trad. Pito Villanova, p. 6098). Entonces, si "oímos" a la tradición que habla en la cosa, que nos habla a nosotros abiertos a la cosa, pero que nos habla no ya monológicamente, como era habitual en la era cartesiana, sino mediante la dialogicidad estrictamente tejida por un modelo pos-hegeliano de estructuración sin superación sino con desfondamiento.

Bien, pues todo esto, concluye claramente, si el cine es un mero "bisnes" (Bussiness, como dicen los salvajes ingleses) ¿por qué eligen como actriz a Marion Cotillard si es más fea que el positivismo lógico? En el estado de civilización actual, que ya roza la frontera de lo prelingüístico y se sumerge en una de sus fases más homínidas de todas ¿para qué se pegan un guión tan complicado si lo que mueve el mundo son tetas-culos? Ya lo dijo Heidegger: "Sin tetas-culos el Dasein se siente fuera de sí, desenraizado, y la temporalidad se pierde en un horizonte donde ya todos observan al ser como mera presencia de teta-culo sin pensar que teta-culo puede presentarse en cualquier momento, venir a la presencia, aunque en el último año ni una sola teta-culo se desocultara para ti." (M. Heidegger: "La categoría de teta-culo en el libro alfa-omega-viceroy de Aristóteles", ed. Funeraria "La Palma", Islas Canarias, trad. Pito Mourinho y Pepe PequeñoSaltamontes, p. 666)

La película es casi perfecta pero falta la introducir la categoría ontológica de teta-culo-torso-de-Brad-Pitt que tantas alegrías ha dado al cine, como buena bazofia cultural que se vende para las masas embrutecidas. Porque es muy duro que en la realidad no se de la categoría teta-culo por más de un año y, sin embargo, en la hiperrealidad (Baudrillard) como por recochineo tampoco se dé la categoría teta-culo. Si el cine quiere aún descender un nivel más es imprescindible que se recupera la categoría aristotélica teta-culo pero, cuidado, con prudencia (phronesis). Ya lo dijo Aristóteles "no como en el cine español de la era pajares-pajizos sino mediante una deliberación que busque el justo medio." (Aristóteles: Ética a Savater, ed. bilingüe silbo gomero-español gentileza de FAES, trad. Paco Franco y Pinocho, Indonesia Meridional, p. 2223).

Por ello considero que esta película es el origen de la "cosa" (Sache) y una "cosa de hecho" (matter of fuck). Es decir, es material fungible.
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Hemicefalo
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10
21 de agosto de 2010
33 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fantástica película centra en la filosofía analítica del lenguaje.

Durante el siglo XX la filosofía anglosajona ha centrado sus esfuerzos en el análisis lingüístico bajo la premisa de que, dado que no hay acceso a la mente de manera directa, se podría acceder indirectamente mediante el estudio del lenguaje (o algo así, ya no me acuerdo). Así nacía la filosofía analítica que hoy en día, como sabemos, es una secta destructiva prohibida en varios países por sus duros rituales: asesinato de niños, comen gatos vivos, llegan a aldeas y violan a los caballos y huyen montados a lomos de las mujeres, ritos de peligrosa santería y juegos cabalístico-lógicos con el mismísimo Satán. Sin embargo, el cine, esta vez, se pone del lado del bien, aún siendo una industria pordiosera, para demostrarnos que el contenido de la mente es energía que se trasmite de unas personas a otras y que, gracias a esta energía, que como puede observarse claramente en la película es de colorines, es posible la comunicación.

Esto nos devuelve a la filosofía auténtica: como todos sabemos los existenciaros de Heidegger tienen colores. El ser-en-el-mundo es marrón, verde y azul, como el planeta tierra, el ser-para-la-muerte es negro aunque luego, en el túnel se vuelve blanco al fondo. Y esto lo digo, no porque Heidegger lo diga, él no lo dice, pero está (repito, está!!!) explícitamente en la atmósfera de su obra, es explítico, está ahí, claramente, en la atmósfera que despliega el libro, en particular en su séptima edición alemana. Así las nueve revelaciones es un hito único en la historia de la filmografía: por primera vez se une el cine (la peor de las herramientas intelectuales) y la VERDAD (Amén, con dos cojones). Gracias a mi nueva hermenéutica, la hermenéutica atmosférica ya no es necesario leer los libros, ves las verdades con claridad gracias a los colores que despliega el libro. ¡¡¡esto quiere decirnos la película!!!. Además de hablar de la verdad habla, por fin, de la hermenéutica atmosférica de los colores.

Gracias amigos. Muy recomendable.
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Hemicefalo
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1
16 de enero de 2010
37 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de difícil visionado; dos son los motivos:

En primer lugar, el enorme cabezón de Leonardo DiCaprio es un motivo ya no sólo de inquietud sino de distracción. Cuando por un momento intentas centrarte en la perturbadora trama aparece un primer plano del cabezón y comienzan las sospechas: ¿Cómo es posible que tenga una cabeza tan grande?, ¿qué se albergará dentro de tamaño cráneo?, ¿le pesará?, ¿habrá tenido que fortalecer el cuello para que la gravedad no lo desequilibre, como Fernándo Alonso?. Luego empiezas a percatarte, gracias a una mirada fenomenológica, parece girar el enorme cabezón con cierta dificultad. Cuando intentas volver a centrarte en la trama, zassss, plano de cuerpo entero. Entonces se observa claramente: la cabeza de Leonardo es más de un tercio de su cuerpo, además la cara se extiende como unos 50 cm desde lo alto de la frente hasta la barbilla. El director hace un esfuerzo dándole velocidad a la película, dándole acción, para que no te pierdas en el cabezón inconmensurable de DiCaprio. Según mi criterio, no ha sido suficiente y por ello la película ha fracasado: el director no ha logrado un argumento que te haga olvidar la inmensidad que tiene el actor americano sobre su cuello. Esta es la dificultad de trabajar con un actor como este; además de ser malo tienes que construir una trama que evite que el virtual cinéfilo no caiga en la tentación de dejarse anonadar por el mastodóntico cabezón del actor. Inquietud, perturbación, miedo y hasta terror puede llegar a sentirse durante los planos más cercanos.

En segundo lugar: aunque apenas pude concentrarme el argumento parece ser una especie de «collage» sin ningún sentido; como una mala pintura abstracta o, peor, como esas mierdas que se hacen por el día de la Paz en los primeros cursos de primaria para tener a los chiquillos distraidos. El personaje, pese a su cabezón, parece encontrar el amor, es decir, le gusta a una chica. Esto, además de blando y ridículo, no es verosímil: nadie querría a una persona con un cabezón tan inmenso. En algunas escenas se observa como, al besarla, se oscurece todo el plano eclipsando la luz de los focos y hasta la luz natural. Además es peligroso, se le va un poco la cabeza y en vez de un beso romántico te da un cabezazo mortal.

En definitiva, mala película, quizá válida como documental de teratología pero poco más.
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Hemicefalo
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1
1 de enero de 2010
48 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos en fechas navideñas. La navidad, como todos sabemos, es la época de la gran mentira, del fraude consentido, de la degradación definitiva del «ser moral» de las personas. En navidad todo es contrafáctico, todo va contra lo que nos dicta los sentidos, todo es un delirio. Los niños son engañados impunemente con el jaleo de los reyes magos, los adultos veneran el nacimiento del hijo de un palomón (con todos los problemas higiénicos que relacionarse sexualmente con estos bichos puede acarrear) y una mujer. Pero si bien la navidad es un momento donde las mentiras copan la totalidad de la existencia el resto del año también, la turba, se acomoda en sus mentiras cotidianas: el amor, el cine, Clint Eastwood en total mansedumbre, toda esa mierda y mucho más.

Esta película es como el cuento de los reyes magos... o peor. Por suerte, sin embargo, este film también tiene cosas positivas; los largos momentos de silencio me vinieron muy bien para levantarme a mear, sin duda el director debió pensar en estos detalles. Cuando ya no tenía más opción de levantarme a orinar intenté leer un poco, así pude avanzar en mis trabajos hermenéuticos pero pronto me descentré, miré al televisor y seguían esos pesados con miraditas a los ojos, paseos al parque. Primero aburrimiento, luego angustia; la tontería se dilataba en el tiempo: caritas, miraditas, caricias. ¿Pero qué mierda es esta? ¡¡¡¡¡Que noooooo!!!!!!! Abran los ojos: los reyes magos son los padres, el amor de pareja no existe ( y menos entre viejos donde el fucking ya no es apetecible).

Este film fue para mí un despertar: la humanidad se encuentra en un estado irreversible de estupidez, no queda ya nada del anhelo ilustrado de romper con los mitos. Y la cinta se dilataba, llegué a pensar que no terminaría jamás, al borde del ataque nervioso, al fin, me puse a llorar; no podía soportar más que no llegara el final de aquel calvario. Cuando ya comenzaba a sonarme los mocos aparecieron los títulos de crédito.
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Hemicefalo
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1
3 de diciembre de 2009
64 de 231 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Soy yo un perro, somos nosotros, compañeros, un perro?

No.

Entonces ¿por qué tenemos que aguantar el calvario de ver películas en blanco y negro como ven el mundo los perros? No somos perros, nosotros vemos el mundo en colores. Yo por ejemplo, distingo 12 colores, los pijos y pijas suelen distinguir unos 256 colores: azul, azulino, azuloso... Entonces, si no somos perros, qué motivo incita al director ese, el tal Mornau, a grabar su película en blanco y negro. Y el sonido ¿es que el Murnau este nos toma por sordos? ¿se cree que somos imbéciles y que no nos daríamos cuenta de que nos ha estafado?
Dirán algunos, «es que en esa época no había desarrollo técnico como para grabarlo en color». Vale, pero ¿es que no había rotuladores Carioca? ¿Para qué está entonces la labor de postproducción?

A mi, personalmente esto me parece una estafa, como en la «Lista de Schindler» esa. Se ponen a quitar colores para ahorrar presupuesto ¿estamos de broma?.

No volveré a verla jamás, además no me causó miedo alguno porque, claro, como no estaba en color no era creíble. ¿Acaso, si se aparece un Dracula, lo hará en blanco y negro? ¿Puede insertarse algo en "blanco y negro" en nuestro mundo? (Aquí intervienen los de filosofía analítica: ¿Cómo ve el mundo una rata?, ¿A qué huelen las nubes?...) No. Porque, como dijo Heidegger en una apreciación fenomenológica cuyas implicaciones aún están por escrutar en profundidad: «El ser es de colores» M. Heidegger, Gesamtausgabe, T. XXXXXIIIIIIII, p. 119911. Por otra parte ya lo había dicho claramente el sabio Aristóteles en su época hippy: «Somos de colores, tarararara tararra lalalalala la.» Aristóteles, Metafísica, libro XXIII.
Hemicefalo
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